¿Dónde están los pastores?

¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

Estos días que, cuando entonces, eran días de belenes y villancicos, ahora se han trocado en noches luminosas de adornos deslumbrantes y euforia de compras y regalos para todos. Junto al portal cantábamos de pequeños aquella de "a Belén pastores, a Belén chiquillos, que ha nacido el rey de los angelitos" y también esa otra de "ya se van los pastores/ a la Extremadura/ ya se queda la sierra/ triste y oscura/ Ya se van los pastores/ hacia la majada/ ya se queda la sierra/ triste y callada". Una canción, esta última, de la que pudiéramos servirnos mejor si sustituyéramos pastores por periodistas. Porque sabemos que, cuando los periodistas se van, la sierra se oscurece y queda en silencio o, al menos, deja de escucharse la voz de esa moza vaquera tan fermosa que viera el marqués de Santillana en la Finojosa, faciendo la vía del Calatraveño a Santa María. Porque tenemos comprobado cómo, aturdidos en medio del ruido estruendoso de las redes sociales, los periodistas solo son dignos de ese nombre cuando se distinguen por honrar su compromiso indeleble en la defensa de las libertades. De ahí que acaben siendo, en muchas ocasiones, la última garantía para que continúen en plena vigencia, sin degradarse por efecto de los agentes de la intemperie.

Pero conviene atender la recomendación que formula Antonio Tabucchi en uno de los cuentos del volumen Nocturno hindú y abrir el foco para desconfiar de la información fragmentaria. Méfiez-vous des morceaux choisis (Desconfía de fragmentos escogidos) escribe nuestro autor y bajo ese lema convenía volver al pleno del Congreso de los Diputados para seguir la sesión de control al Gobierno que tenía lugar en la mañana de ayer. Iba a ser la última del año que concluye, sin continuidad hasta febrero de 2025, dado que solo entonces se abrirá el nuevo periodo de sesiones.

La primera pregunta que correspondía al líder de la oposición y presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, era un mero punto de apoyo para volver sobre el calvario judicial del Gobierno y volvía a reiterar la retahíla de imputaciones y citas en los juzgados de Ábalos, Koldos, Aldamas, Hidalgos, Puentes, jefes de gabinetes, Begoñas y demás comisionistas, comisionados, corruptores e incorruptibles con sus acompañantes y novias con pisos a costa del erario público, que causan máxima indignación porque en esas condiciones de ventaja se rompe la igualdad de oportunidades respecto al ciudadano de a pie que cuando pretende tener novia ha de proceder a mantenerla a sus propias expensas, sin cobertura de los Presupuestos Generales del Estado.

Los periodistas solo son dignos de ese nombre cuando se distinguen por honrar su compromiso indeleble en la defensa de las libertades

Nada nuevo en la sesión, cada uno en la posición de siempre. Ningún destello de ingenio, ninguna ruptura de las expectativas. Solo ha quedado pendiente de análisis el lenguaje corporal, el body language, sobre todo de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero. ¿Imaginan los lectores por el contrario qué interés recuperarían estas sesiones de control si cada uno de los que preguntan, antes de imputar delitos a los de enfrente empezaran por reconocer aquellos en que están incursos sus compañeros de filas y anunciar su destitución ejemplarizante? En todo caso, la presidenta del Congreso debería prohibir en adelante que los intervinientes exhibieran documentos que resultan ilegibles a la distancia en que se encuentran sus señorías. Cuando alguien muestre un documento, quien presida la sesión debe incautárselo para entregarlo a los realizadores de la señal institucional de televisión, de modo que la imagen pueda verse desde las pantallas laterales del salón de plenos. ¿Entendido?

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