Las catástrofes naturales son cada vez más comunes en Europa, y la DANA en España es una más de tantas, cada vez también más graves y con cifras relevantes de afectados e incluso de fallecidos. No es el primer capítulo: inundaciones, tormentas, terremotos, seísmos o lluvias torrenciales se acumulan en los últimos tiempos. Varios Estados miembros de la Unión Europea se han visto en situaciones parecidas, aunque sin números tan dramáticos: en el Levante español se pasan ya los 200 muertos y siguen las labores de búsqueda de desaparecidos, en un clima de enfado y rabia ante la tardía reacción de las autoridades y con despliegue histórico de solidaridad.
¿Qué ha pasado en otros países? El hecho más reciente se dio hace solo un mes en Hungría, con las peores inundaciones en los últimos diez años no solo en el país, sino también en otros puntos del centro de Europa. El Gobierno desplegó un sistema de sacos para controlar el caudal del agua, aunque hubo importantes daños materiales. Ese temporal, que amenazó con desbordar el Danubio, pasó también por Austria y Polonia, donde las fuertes tormentas dejaron miles de evacuados, además de varios muertos y desaparecidos. También se vio muy afectada Rumanía, donde hubo cuatro fallecidos.
Estas inundaciones, en cambio, no fueron tan dramáticas como las de Alemania y Bélgica en 2021, en las que se alcanzaron los 230 muertos. Hubo también estragos esas semanas, en pleno verano, en Países Bajos y en Luxemburgo. Alemania fue el país más afectado, con 184 fallecidos en total y casas completamente arrasadas y arrastradas por el agua. Todos estos Estados miembros de la UE tuvieron que recurrir a los apoyos comunitarios, tanto en el despliegue de efectivos como en el respaldo económico en los meses posteriores. El coste de las reconstrucciones alcanzó los miles de millones de euros, y todavía se están dando labores de reparación en algunas infraestructuras.
Esas grandes tormentas también anegaron Italia el pasado año. En mayo de 2023, varias zonas del país se vieron afectadas por graves inundaciones y corrimientos de tierras provocados por un aumento de las precipitaciones en la zona. El 20 de mayo de 2023, Italia activó el Mecanismo de Protección Civil de la Unión y solicitó cuatro bombas de alta capacidad. Francia, Eslovenia, Bélgica y Eslovaquia aceptaron la solicitud de asistencia y enviaron módulos de bombeo de alta capacidad a las zonas afectadas, provenientes de la Reserva Europea de Protección Civil. Italia también se vio afectada en 2024 por un "enjambre sísmico" en la zona de Nápoles, aunque entonces no hubo tampoco pérdidas humanas.
Las otras catástrofes naturales que se han vuelto más comunes son los incendios forestales, que afectaron gravemente Castilla y León hace dos años, pero también tanto Grecia como Portugal. En 2022 un gran fuego cercó la Sierra de la Culebra, en Zamora, y dejó un total de cuatro fallecidos además de innumerables pérdidas materiales y miles de personas desplazadas de sus casas. El verano pasado en Grecia los incendios provocaron la evacuación de más de 50.000 personas, una muerte y la pérdida de decenas de viviendas. Siete fueron los fallecidos en Portugal en septiembre de este mismo año, con detenciones en este caso por provocar los fuegos, después propagados por las condiciones meteorológicas. Quedaron arrasadas más de 105.000 hectáreas de bosque.
Las herramientas de la que dispone la UE
La UE tiene herramientas para el antes, para el durante y para el después de las catástrofes. El sistema Copérnicus, por ejemplo, se activa y sirve para vigilar las dinámicas de los posibles fenómenos naturales. Este sistema de satélites vigila y avisa de los posibles cambios para que los Estados miembros de la Unión tomen las medidas necesarias. Además, para ayudar en la catástrofe existe el Mecanismo Europeo de Protección Civil, preparado como paraguas de ayuda en el caso de desastres naturales como el que se está dando en territorio español durante los últimos días.
Se trata de un sistema creado ya en el año 2001, que tiene por objeto reforzar la cooperación en materia de protección civil entre los Estados miembros de la Unión y diez países participantes, "a fin de mejorar la prevención, preparación y respuesta ante catástrofes", explican desde la Comisión Europea. Cuando se produzca una respuesta positiva de emergencia, cualquier país puede solicitar ayuda a través del Mecanismo de Protección Civil de la UE. La Comisión desempeña un papel fundamental en la coordinación de la respuesta ante catástrofes en todo el mundo y sufraga al menos el 75% de los costes operativos y de transporte de los despliegues. Eso sí, tiene que ser el país miembro afectado el que solicite la ayuda, pues esta no es automática.
A posteriori, es decir, para la reconstrucción, existe el Fondo Europeo de Solidaridad. Se trata, con todo, del principal instrumento de la Unión para apoyar la recuperación de catástrofes naturales y es una expresión de la solidaridad, tal como explican desde Bruselas. Se ha recurrido a él en situaciones como inundaciones, incendios forestales, terremotos, tormentas o sequías. "Desde 2020, el Fondo de Solidaridad también ha cubierto emergencias graves de salud pública, como la pandemia. Debido al aumento de la frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos y de las catástrofes naturales relacionadas con el cambio climático, cada vez se reconoce más la importancia" de esta herramienta, añaden en la Comisión Europea.
El Fondo de Solidaridad fue creado en 2002 para responder a las inundaciones que afectaron a Europa central en el verano de ese año. Desde entonces, ha prestado apoyo en más de 130 ocasiones. Hasta la fecha, veinticuatro Estados miembros (más el Reino Unido) y tres países candidatos (Albania, Montenegro y Serbia) han recibido ayuda del Fondo de Solidaridad, y se han pagado en total más de 8.200 millones de euros.