Video: No alimentes esta tele

El Hormiguero, que comenzó como un programa de entretenimiento ligero, ha evolucionado en los últimos años hasta convertirse en un espacio donde se normalizan discursos de la derecha y la extrema derecha. El programa, con su gran audiencia, ha servido como escenario para figuras como Juan del Val y otros que critican abiertamente al gobierno de coalición y a la izquierda. En un entorno mediático tan influyente, permitir que estas narrativas se conviertan en la norma representa un grave riesgo para la pluralidad y el respeto democrático. La trivialización de posturas extremas en un espacio de entretenimiento es peligrosa, ya que blanquea discursos que, en realidad, socavan los principios de una sociedad equitativa.

La resistencia frente a estos intentos de normalización es clave. Actrices como Mónica López han tomado una postura firme, negándose a aparecer en El Hormiguero para mantener su integridad y evitar participar en la legitimación de un espacio que, según ella, blanquea a individuos impresentables. Su valiente decisión resalta la importancia de la responsabilidad en los medios de comunicación, y su ejemplo debería servirnos a todos de recordatorio: la ética y la justicia deben prevalecer sobre la exposición mediática. La industria del entretenimiento tiene la obligación de reflejar valores que fomenten el respeto y el diálogo, y no de trivializar o normalizar discursos que promuevan la intolerancia.

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