El tabaco es un mal hábito que no es sencillo dejar. Por mucho de que seamos conscientes de lo malo que es fumar para nuestra salud y las consecuencias nefastas que puede tener, no todos los fumadores son capaces de dejarlo, incluso teniendo claro que lo mejor es hacerlo. Según la encuesta de Sanidad EDADES 2024 el consumo de tabaco diario está en descenso, cada vez son más las personas que se plantean dejar este hábito que puede llegar a poner su vida en peligro.
Fumar produce daños en casi todos los órganos del cuerpo, aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares, también problemas pulmonares y varios tipos de cáncer, siendo algunos de los más probables el de pulmón, boca, laringe, nariz y senos paranasales, garganta, esófago, estómago, vejiga, riñón, páncreas, cuello uterino, colon y recto. Además, disminuye la capacidad para saborear y oler, puede causar pérdida de visión al aumentar el riesgo de degeneración macular, causa enfermedades en dientes y encías, arrugas en la piel y problemas durante el embarazo. Así las cosas, no es raro querer dejarlo, pero son muchas las dificultades para lograrlo, por eso el neurocientífico Henning Beck ha querido compartir algunos tips para engañar a nuestro cerebro y que sea más fácil dejarlo.
Cómo engañar a tu cerebro para dejar de fumar
Una vez tomada la decisión de dejar de fumar, toda ayuda parece poca, porque no es una tarea nada sencilla. Según el neurocientífico Henning Beck es posible alcanzar el éxito si engañamos al cerebro, reprogramando las conexiones neuronales para que deje de asociar el tabaco con recompensas inmediatas. Por eso, el primer paso es buscar cuáles son los desencadenantes, es decir, cuáles son las situaciones, momentos o acciones que llevan al fumador a sentir esa necesidad de fumar, pueden ser desde situaciones de estrés a encuentros sociales.
Una vez identificados, lo que el experto propone es cambiar ese hábito por otro que genere una sensación de satisfacción similar y también de manera rápida, lo que creará nuevas asociaciones en el cerebro, sustituyendo a las creadas por el tabaco. No es un cambio que pueda hacerse de un día para otro, lleva tempo y paciencia, por eso el experto recomienda marcarse metas alcanzables e ir reduciendo poco a poco el consumo de tabaco en lugar de hacerlo de golpe.
Además, los beneficios que se obtienen en cuanto se abandona este hábito, pueden influir a la hora de seguir adelante. Muchos de ellos se notan a largo plazo, como algunas mejoras en la salud, pero otras son inmediatas. Por ejemplo, se recupera el sentido del olfato y los sabores son más intensos, se deja de toser y las manos recuperan su color, dejando de estar amarillentas. Nada más dejar de fumar la presión arterial y el ritmo del pulso vuelven a la normalidad, y solo un mes después desaparece la tos y aumenta la capacidad pulmonar.
Otros tips para dejar de fumar
Además de crear un nuevo hábito más saludable (o que seamos capaces de controlar porque no crea adicción), el neurocientífico también recomienda incluir en la dieta alimentos antioxidantes, para que ayuden a reducir los síntomas de abstinencia, así como reducir el consumo de alcohol y tabaco, porque suelen ser desencadenantes de ese deseo de fumar, lo mejor es evitarlas durante las primeras semanas. También recomienda compartir el proceso con amigos y familia porque aporta motivación, pero también refuerza la decisión al activar áreas del cerebro relacionadas con la conexión emocional.
Referencias
Riesgos del tabaco: MedlinePlus enciclopedia médica. (s. f.). https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002032.htm