La historia de las mujeres en la Fórmula 1 es tan limitada como interesante. Desde 1992, no ha habido representación femenina en ninguna prueba oficial, a pesar de los recientes esfuerzos de los organismos regidores para acercar al género infrarrepresentado al Gran Circo. Hasta que otra piloto llegue a la parrilla, Lella Lombardi mantiene su puesto en la historia como la única mujer en lograr puntos en un gran premio oficial.
Nacida en la localidad italiana de Frugarolo en 1941, Lombardi se enamoró de la velocidad a una temprana edad. A los 13 años, se puso al volante de una furgoneta de reparto para ayudar al negocio familiar, y un veloz trayecto al hospital como copiloto en el Alfa Romeo de una amiga tras recibir un pelotazo en un partido de balonmano hizo que la Tigresa de Turín comenzara poco después en el karting, a espaldas de sus padres.
Su talento la llevó a competir en las categorías de formación del automovilismo italiano, donde se codeó con otros futuros pilotos de F1. Angela Webb, amiga de Lella y esposa de un promotor de carreras británico, fue de las primeras en confiar en sus capacidades: "Las 5.000 libras esterlinas que gastamos en alquilar un coche de Bernie Ecclestone [Brabham BT42] fueron nuestra única inversión en Lella", explicó.
Así llegó su primera participación en la máxima competición, en 1974, aunque fue durante la temporada siguiente cuando logró el hito por el que sería recordada durante las próximas décadas. En el caótico GP de España, en el que un grave accidente de Rolf Stommelen acabó con la vida de cinco espectadores, la carrera fue cancelada cuando Lombardi rodaba en sexta posición, lo que le reportó el único medio punto de su vida.
A pesar de la tragedia, el resultado impulsó su imagen y su estatus en el paddock. Abiertamente lesbiana, la italiana se convirtió en una figura muy reconocida en el automovilismo, aunque la fama nunca se le subió a la cabeza: "Ella hizo lo suyo. No estaba interesada en la moda y usaba pantalones si iba de civil. Tenía una imagen que conservar: ‘Soy dura, así que no te metas conmigo’. Era una solitaria de verdad y nunca trajo una pareja. Las carreras eran su pasión. No le interesaba la música, la lectura, la cultura o ninguna otra cosa. Solo las carreras y la pesca", aseguró Webb.
Después de 12 pruebas en F1, Lombardi exploró otras ramas de la competición, como la Nascar, el DTM o el Mundial de Resistencia, donde se convirtió en la primera mujer en ganar una prueba de dicha categoría reglada por la FIA, con un triunfo en las 6 horas de Pergusa en 1979. Durante su etapa profesional, se alejó de las relaciones sentimentales (al menos públicamente) y se dedicó en cuerpo y alma a las carreras. "Prefiero tener un accidente antes que enamorarme", llegó a decir ante la prensa.
Siguió corriendo hasta 1985, cuando se le detectó un cáncer de hígado, que acabó con su vida siete años después. Aun enferma, su pasión por el motorsport nunca se apagó, y tuvo tiempo para fundar su propia escudería, Lella Lombardi Autosport, un modesto equipo que porta su legado como estandarte hasta la actualidad.