La guerra comercial emprendida por Donald Trump contra vecinos y competidores es "la más tonta de la historia", según el muy conservador Wall Street Journal, mientras que para el británico Financial Times, considerado la 'biblia liberal', sólo conducirá a un "nefasto desastre económico y político". Las consecuencias de este nuevo nacionalismo productivo, además, resultarán negativas para la propia economía estadounidense, según todos los analistas, con un alza de su inflación como primer efecto. ¿Es que se han vuelto todos locos en la Casa Blanca?
Hubo tiempos en que el factor económico era clave en las decisiones políticas. Mandatarios con sólida gestión y robusto apoyo electoral se veían arrollados si una inesperada crisis frustraba la solvencia o las expectativas económicas de sus ciudadanos (recuerden a Rodríguez Zapatero). Había, pues, que dosificar el cocktail entre ideología y economía para servir al votante un posibilismo digerible, aunque en campaña todos exageren un poco. Su fruto ha sido el triunfo durante décadas de un fuerte bipartidismo de "centro" en una mayoría de las democracias liberales.
Hoy, sin embargo, parece que asistamos a un peligroso giro en las prioridades. El odio y el visceral enfado contra quienes consideramos culpables de nuestros males dominan el escenario, sean chinos, migrantes, radicales comunistas, independentistas, o, incluso, homosexuales a los que supuestamente se dan ventajas que se nos niegan al resto.
En España, los datos económicos llevan meses quitando la razón a los agoreros de la derecha que predecían todo tipo de catástrofes en nuestro bolsillo si el timón del país seguía en manos de una coalición socialcomunista. Sin embargo, aunque el Gobierno se agarre al sobresaliente crecimiento del PIB y del empleo y a medidas redistributivas de la bonanza como la subida del SMI o de las pensiones, los sondeos electorales le siguen siendo adversos y su mayoría se asoma al borde del precipicio cada semana. Los mensajes en torno la bandera, la identidad y la exclusión del diferente ganan terreno, pese a que necesitemos más que nunca a esa pluralidad para tener camareros o pagar nuestra jubilación.
A lo mejor no sólo se están volviendo locos en la Casa Blanca y tanto en Europa como en España precisamos urgentemente una terapia de choque para salir de este bucle de la ideología del odio con la que nos quieren rodear. Sobre todo, porque deberíamos saber ya quién gana siempre con ella.