Es lo nunca visto. El arreón experimentado por el turismo en el 2024 ha puesto al sector en órbita. España recibió cerca de 95 millones de turistas extranjeros, 9 millones mas que en 2023 y las perspectivas para el año en curso no pueden ser mas prometedoras, a tenor de las reservas ya realizadas. De mantenerse el ritmo, España alcanzará a Francia en numero de visitantes si es que no la supera. Nuestra vecina, primera potencia turística del mundo, con olimpiadas de París incluida, llegó a los 100 millones de visitantes, solo dos mas que el año anterior, una progresión bastante menor que la de aquí. Es decir, que estamos muy cerca de convertirnos en el país mas visitado del planeta.
En términos económicos el sector se disparó un 6,5%, el doble que el conjunto de la economía española, inyectando casi 210.000 millones de euros, una caja que eleva su peso en el PIB nacional por encima del 13%. Cifras que además de suponer un extraordinario aporte de riqueza absorbe cantidades ingentes de empleo, nuestro talón de Aquiles. La industria turística creó el pasado año más de 72.000 nuevos puestos de trabajo, el 96% con contratos indefinidos, lo que aproxima a los tres millones su aportación de afiliados a la Seguridad Social.
Son datos sobresalientes que cargan de optimismo el ambiente en Fitur, la feria del sector que inauguraron los Reyes en Madrid. Lo importante es que no solo crece la cantidad sino también la calidad. Quienes nos visitan se dejan más dinero, hasta subir un 16% el gasto medio del turista. Un incremento que no ha de extrañar habida cuenta de la subida del precio de los hoteles después de la pandemia. Es verdad que los hoteleros sufrieron lo indecible a causa de la covid, pero no es menos es cierto que se están resarciendo como ningún otro negocio.
Desde 2019 los hoteles españoles han subido un 42% el precio medio de sus habitaciones, lo que lejos de mermar la afluencia de clientes parecería haberla incentivado. Los hoteles se llenan y los más caros se llenan aún más. Se abren nuevos establecimientos hoteleros cada vez más lujosos sobre todo en las grandes ciudades con un alto nivel de ocupación gracias a la creciente desestacionalización que, según la Mesa del Turismo, constituye el gran avance cualitativo de 2024. Ya no es solo sol y playa, España vende naturaleza, cultura y gastronomía. Lo del "país para comérselo" funciona, porque cada día son más los que vienen a comérselo todo el año.
El número de plazas de hotel aumentó casi un 3% el pasado ejercicio, una cifra menor si la comparamos con el incremento en pisos turísticos, que superó el 17%, aumento que los hoteleros califican de desbocado. Es verdad que las administraciones tienden a parar los pies a los alquileres turísticos pero el encarecimiento de los hoteles no deja de ser un estímulo para esa actividad.
Sea de una forma u otra, todo lo que se mueve en torno al turismo muestra un tono vital que ya quisieran otros sectores. Una trayectoria exitosa que es de justicia atribuir a la experiencia y profesionalidad de quienes manejan este negocio y que exhiben también fuera del país.
Hay sin embargo aspectos menos positivos que esta industria no debiera perder de vista. Uno de ellos es la dificultad para contratar empleados. En la hostelería no hay hueco para el teletrabajo y los horarios tampoco suelen ser cómodos. El nuevo registro de viajeros que el Ministerio del Interior impuso por motivos de seguridad, que exige recopilar hasta 50 datos personales de cada viajero, es considerado un obstáculo burocrático poco operativo. Y luego está la turistofobia cada vez mas presente en los destinos turísticos más saturados como Barcelona, Palma de Mallorca, Málaga e incluso Sevilla y Madrid. Para todo ello hay que encontrar soluciones y puntos de equilibrio. El turismo es demasiado valioso para dormirse en los laureles.