Luces, villancicos, celebraciones con familiares, amigos, regalos, magia y reencuentros... Para muchos, la Navidad es sin duda una de las épocas más esperadas del año, y a su vez también puede convertirse en una etapa sombría, repleta de desafíos emocionales y prácticos, por tanto, tiene mucho sentido hablar de la gestión de expectativas y límites saludables.
Un límite no es sinónimo de frialdad, barrera, distancia o rechazo. Todo lo contrario. Se establecen los límites con el propósito de cuidar las relaciones, mantener buenos vínculos, prevenir situaciones desagradables o para evitar sentirnos mal con nosotros mismos por descuidar nuestras necesidades y deseos.
A menudo, sentimos la presión de la perfección y la complacencia, lo que ocurre es que ambos conceptos no tienen fin, hagamos lo que hagamos, será imposible ser o hacer al 100% lo que se espera de nosotros, por tanto, conecta con lo que quieres, necesitas o puedes organizar para sentirte mejor. Es esencial recordar que nuestras capacidades, tiempo y energía son muy limitados y marcar los límites de nuestro compromiso es lo que te ayudará a evitar el agotamiento. Esta decisión, directamente pasará por decir que 'no' en ocasiones, y en otras, será un 'sí', pero con ciertas condiciones, como acto de autocuidado.
El reto está en encontrar el equilibrio para cumplir con lo que sientes y expresarlo sin ser descortés o desagradecido. Para ello es importante no excederte en justificaciones, ni tirar de mentiras o excusas, a veces, la honestidad y la gratitud son las mejores claves: "Estoy super agradecida de que me invites y te acuerdes de mí, no voy a poder ir al plan, pero ya quedaremos más adelante porque me apetece mucho verte y que nos contemos, pasadlo genial".
Es cierto que hay citas ineludibles y hay que decir que "sí, pero", podemos tomar y controlar decisiones intermedias, "yo voy, pero si me siento incómoda, me vuelvo a casa", "yo estaré, pero prefiero no hablar de ciertos temas que puedan ocasionar conflicto", "yo voy, pero cuando mi hijo/a esté cansado/a o le toque dormir, cumpliré con su rutina y me iré (o nos iremos, o te irás) con el bebé".
Es decir, nunca podremos controlar la conducta de los demás, pero siempre podemos controlar la nuestra. Asumimos que el resto tiene la absoluta libertad de hablar o hacer como quiera, pero también tenemos el poder de actuar en consecuencia para priorizar nuestro bienestar. El mayor daño que podemos hacernos es vivir por inercia, dejándonos llevar por los planes que los demás tienen para nosotros, quizás algunos son ineludibles.
Así que, asegúrate de incluir también en tu agenda tiempo para ti, mantener una perspectiva realista sobre lo que realmente importa en estas fiestas más allá de los protocolos impuestos.
Lo esencial es aprovechar este tiempo para descansar, en solitud y con las personas que valoras.