Un baño de masas de 35 minutos en un plenario sin voces discrepantes

Los socialistas han escogido para su cónclave de este pasado fin de semana el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, conocido en la capital hispalense como Fibes, donde han marcado el futuro del partido de cara a las próximas citas con las urnas. Pero lo han tenido que hacer en la parte vieja del recinto, porque en la nueva había una feria cofrade, como no podía ser de otra manera en una ciudad tan mariana.

El acto de clausura concitó el domingo a más de 7.000 personas, según el partido, que poco a poco fueron llenando el plenario a la espera del líder socialista, que hizo su aparición a las 12.00 en punto mientras por los altavoces sonaba la ya habitual en estos actos Pedro, de Raffaella Carrá, a la que siguió la Potra Salvaje y otros temas más movidos. Pasaron 35 minutos hasta que Pedro Sánchez llegó al escenario, entre aplausos, vítores y muchas fotos. Lo mismo que su mujer, Begoña Gómez, que tampoco dejó de dar besos y abrazos hasta llegar a la primera fila, donde el matrimonio, envuelto en las causas judiciales contra ella, se cogió de la mano mientras se presentaba a la nueva Ejecutiva federal.

Cada uno de los miembros fue subiendo al escenario, algunos de ellos también entre numerosos aplausos, como fue el caso de los ministros Óscar Puente o Félix Bolaños; la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé; y la número 2 tanto del partido como del Gobierno, María Jesús Montero –un poder que hasta ahora solo había cosechado el también sevillano Alfonso Guerra.

El cierre de filas estaba asegurado toda vez que las voces más críticas con el líder socialista no estaban presentes en la sala. Fue el caso evidente del recién dimitido Juan Lobato, exsecretario general del PSOE de Madrid; y del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que no se quedó a la clausura del Congreso Federal. Sí estuvo el sábado, y tampoco entonces se mordió la lengua, al criticar la falta de autocrítica del partido y recomendar a su formación no adoptar el papel de "víctima".

Tampoco ha acudido a Sevilla otro de los barones más discrepantes, el aragonés Javier Lambán, inmerso en la renovación de su federación, en la que Sánchez quiere poner al frente a la actual ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría.

Donde no faltaron críticos al partido y al presidente fue en el exterior de Fibes, donde el sábado, en una jornada mucho más soleada que la del domingo, no paró de dar vueltas un autobús de la asociación HazteOír en el que se podían leer mensajes como "La rosa nostra" y "el capo, dimisión". También se concentró un grupo de abogados y procuradores con pancartas en las que reclamaban al Gobierno la pasarela al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).

De vuelta al interior del recinto, y tras un discurso de 50 minutos del reelegido secretario general, el PSOE puso fin a su cónclave con otro clásico en estas ocasiones, la Internacional. Fuera, ya solo quedaba una fila interminable para coger taxi desde lo que en Sevilla se suele llamar, en tono de broma, Córdoba sur.

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