Que Europa está dividida ideológicamente es un hecho desde hace muchos años, pero ahora mismo la tesis principal es la de un giro hacia la derecha que es más pronunciado en unos países que en otros. Y hay algunos componentes importantes que además encajan directamente con un contexto marcado por la invasión rusa de Ucrania. El Este apuesta, en muchos casos, por la derecha radical o por el populismo como solución a los problemas. De la consolidación ya desde hace más de una década de Viktor Orbán se ha pasado a la victoria de Robert Fico en Eslovaquia o la apuesta de Rumanía por el radical Calin Georgescu en la primera vuelta de las presidenciales. También Georgia, que duda entre su camino europeo o un acercamiento a Rusia, ha dado continuidad a lo segundo entre muchas dudas sobre fraudes.
Polonia y Moldavia, mientras, aguantan el tipo. La victoria de Donald Trump en Estados Unidos y su más que previsible recorte a las ayudas a Ucrania colocan a la UE en una posición de responsabilidad que quizá no pueda asumir al completo. Es por tanto, un momento clave para Putin en sus aspiraciones y las dinámicas políticas en el Este juegan a su favor: unas sociedades cansadas, brechas sociales y candidatos radicales. Mientras, Donald Tusk se erige como pilar decisivo para Kiev, como demostró su aviso a Alemania por llamar al Kremlin: "Nada de Ucrania sin Ucrania". También en Moldavia, aspirante a entrar en la Unión y 'socio' acompañante de Ucrania, Maia Sandu, la opción europeísta, salvó unas elecciones muy ajustadas.
Los Bálticos y precisamente Polonia son la otra parte de la balanza frente a un grupo de países que se están moviendo hacia opciones más populistas, todas ellas con la referencia de Viktor Orbán. Hungría es el caballo de Troya de Rusia en la UE, de eso no cabe ninguna duda. Una de las tesis más repetidas por Budapest desde 2022 es que ellos son los únicos en todo el bloque comunitario que apuestan "por la paz" con Rusia, una tesis que no ha calado a gran escala pero que sí ha encontrado en Eslovaquia un nuevo socio: en ese asunto no pudo aliarse con Varsovia. Además, es constante el choque de Orbán con las instituciones europeas.
Por otro lado, Eslovaquia ha escogido la 'ruta Fico' como signo de protesta. El primer ministro -víctima de un tiroteo hace meses- ha canalizado el voto de los "enfadados". Procedente del grupo socialdemócrata en la Eurocámara, del que fue expulsado, su partido (SMER) tomó como una de sus primeras decisiones poner en duda la ayuda Kiev y aupar el mensaje nacionalista a la primera línea de su discurso. No ha sido notorio en estos meses en el poder porque su influencia en el continente es mínima, y no es un Estado miembro con 'potencia' suficiente para vetar decisiones importantes, pero sí se suma al síntoma del viraje en algunas zonas del Este.
El último país en sumarse a esta dinámica es Rumanía a la espera de lo que pase en la segunda vuelta de las presidenciales. ¿Cómo? Con la victoria contra todo pronóstico -en la primera vuelta- del candidato radical e independiente Calin Georgescu. Este prorruso, hombre anti UE y anti OTAN de ultraderecha alcanzó el 23% de los votos y acabó por delante de la periodista conservadora Elena Lasconi. Unas elecciones de las que ya queda descolgado el candidato liberal el actual primer ministro socialdemócrata Marcel Ciolacu.
La nueva 'estrella' de la política rumana lo ha fiado todo a las redes sociales. Su cuenta de TikTok se disparó en las últimas semanas, y fue ahí donde este especialista en desarrollo sostenible que fue secretario general de la Asociación Rumana del Club de Roma y Relator de la ONU ha colocado mejor que nadie su mensaje. Durante todo este tiempo, además, ha sido acusado de antisemitismo y ha defendido en algunos discursos la dictadura que vivió Rumanía durante décadas. Además, este escenario ha evidenciado la brecha que hay en el país entre las grandes urbes y las zonas rurales.
La UE, a expensas de lo que haga Trump
¿Y el caso de Georgia? No es tan decisivo para la Unión, aunque se trata de un país que aspira a ser candidato a la adhesión, pero sí un factor importante respecto a Moscú. El partido gobernante Sueño Georgiano, de tendencia pro Kremlin, venció en unos comicios ajustados entre denuncias de fraude y muchas dudas por parte de la Unión Europea, además meses después de que el país aprobase una ley de injerencias extranjeras que 'copia' una norma rusa. Esta vía aleja al país de la UE, contra los planes de la presidenta Salome Zurabishvili, que denunció manipulaciones y lleva meses en un choque constante con el Ejecutivo.
Mientras, la UE duda. El apoyo a Ucrania será una de las grandes prioridades de la agenda de la nueva Alta Representante, Kaja Kallas, pero la legislatura estará marcada por la división en el Parlamento Europeo, sobre todo en temas como el Pacto Verde -que pasa a un segundo o tercer plano- o la migración, así como la gestión de la crisis económica. Francia y Alemania no son capaces de hacer solos como contrapeso. Los germanos afrontan en febrero unas elecciones que se antojan importantes para el medio y el largo plazo, mientras Emmanuel Macron se encuentra en sus horas más bajas. Nadie tiene el impulso necesario para 'compensar' el auge de la derecha radical.
El actor principal aquí al final acaba siendo Ucrania. Y cuando la guerra avanza Zelenski no quiere que sus socios aflojen, más bien todo lo contrario. El conflicto no es el factor decisivo para que en algunos países del Este haya crecido la derecha radical, pero sí puede verse Kiev afectado por lo que sucede. Fico, Orbán o Georgescu canalizan el voto de una parte de la sociedad que se ve defenestrada, y ahí priorizan sus discursos: a la larga, la UE puede desestabilizarse y con Trump de regreso en la Casa Blanca todo tendría que repensarse... apoyo frente a Moscú incluido.