La Cumbre del Clima de Bakú (Azerbaiyán), la COP29, llega este viernes al día oficial de su clausura sin que los países del mundo se hayan puesto de acuerdo para aumentar la cantidad con la que los países desarrollados deben ayudar a los menos desarrollados a luchar contra el cambio climático y adaptarse a sus consecuencias. Dos semanas después de que empezara una cumbre centrada en renovar y aumentar el acuerdo de financiación, los países más ricos del mundo apenas han puesto sobre la mesa unas cifras que, según reclaman los más pobres y las organizaciones de lucha contra el clima, deberían contarse en billones de dólares anuales a partir de 2025 en lugar de los miles de millones de hasta ahora.
Este jueves y al filo de la campana, el secretario general de la ONU, António Gutérres, insistía este jueves en que la financiación climática no es una "limosna", sino "una inversión contra la devastación que el caos climático sin control" infligirá a todos. Es, según dijo, "el anticipo de un futuro más seguro y próspero de todas las naciones de la Tierra".
Sin embargo y a la espera de que se confirme si, como parece y suele suceder con las Cumbres del Clima, la COP29 se prolonga más allá de este viernes, de momento no hay acuerdo sobre el tema clave de esta reunión anual de las Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, establecer un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCGS), por el que los países industrializados deben ayudar los en vías de desarrollo a mitigación y adaptación al cambio climático. Deberían superar los 100.000 millones de dólares al año que se acordó en la Cumbre del Clima de Copenhague en 2019, un objetivo que expira en 2025.
Sin embargo, este viernes ha llegado a su último día oficial sin pacto y sin que a lo largo de las dos últimas semanas haya habido compromisos concretos por parte de los países que tienen que contribuir a este nuevo fondo y con un borrador de conclusiones que no satisface ni a los contribuyentes ni a los receptores, que en las últimas horas rebajaron sus aspiraciones, renunciando a la cifra del billón de dólares. El G77, grupo de países en vías desarrollo, puso sobre la mesa que aceptaría 500.000 millones dólares como objetivo del NCQG y que se aprovisionaran otros 100.000 al año.
En una Cumbre la que, como denuncian los receptores, las cifras concretas han brillado casi por su ausencia, los países de la UE han sido los únicos de hablar de números. Hace unos días, la UE filtró que estaría dispuesta a contribuir en conjunto con entre 200.000 y 300.000 millones de dólares al año, que fue calificado como "una broma" por organizaciones como Greenpeace. Por el contrario, ni el Reino Unido, ni Estados Unidos -a la espera de la vuelta de Donald Trump a la presidencia que ha sobrevolado toda la Cumbre desde el principio-, Canadá, Noruega, Japón o Australia no han dado a conocer cuánto dinero están dispuestos a poner.
Las dificultades para cerrar un acuerdo sobre financiación quedaron bien reflejadas en el borrador de declaración final que difundió este jueves la presidencia de la COP29, con dos opciones sobre cómo podría quedar una mayor financiación pero las dos igualmente descafeinadas y calificadas de insuficientes tanto por los países contribuyentes como por los beneficiarios. Se espera que este viernes se difunda una nueva versión que recoja las negociaciones ministeriales que continúan en Bakú a puerta cerrada.
La primera opción que puso sobre la mesa Azerbaiyán consistía en que los países desarrollados aporten una cifra indeterminada -"X" en el texto- de miles de millones de dólares al año entre 2025 y 2035, en función de sus emisiones y de su PIB. La contribución de naciones en desarrollo como, por ejemplo, sigue siendo China sería "voluntaria" y no computaría en la cifra final de los NOCC. La segunda opción planteaba que los países desarrollados deberían ir "escalando" su aportación entre 2025 y 2035 hasta llegar a la única cifra aproximada que figura, esta ya sí en términos de los billones deseados por países en desarrollo y organizaciones ecologistas y de desarrollo, "un mínimo de un millón de millones" de dólares al año para 2035-.
España ha rechazado este borrador que "no es una base de negociación", afirmaba este jueves la directora general de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, que encabeza la delegación del Gobierno en la COP29. Según dijo, solo recoge "posiciones extremas" y no las "intermedias" que también se han escuchado en unas negociaciones en las que, como suele ser habitual, los países industrializados y contribuyentes a los NOCC está incidiendo más en la necesidad de seguir mitigando el cambio climático, es decir, en reducir emisiones de gases de efecto invernadero para mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC con respecto a 1990.