Es la sensación generalizada de todos los que participan en las labores de rescate. Impotencia por no poder ayudar a las personas que han quedado incomunicadas en las carreteras, en sus casas o por no poder responder las demandas de información sobre familiares desaparecidos.
Impotencia también de los que trabajan analizando estos fenómenos tan extremos, impredecibles según los expertos; impotencia en los servicios de protección civil por trasladar a los ciudadanos cuanto antes el peligro que se avecinaba.
Sería injusto descargar sobre ellos lo que no es culpa de nadie. Estos desastres naturales ocurren de forma cíclica en el Mediterráneo y también en el suroeste de España. En todo caso, hay que agradecer su esfuerzo para llevar la ayuda a quien la necesita. Creo honestamente que a veces ponemos el acento en lo que sale mal, porque las muertes nos pesan mucho; y no en lo que salió bien, porque no se comunican las vidas salvadas.
En todo caso, hay que sacar lecciones para evitar muertes en el futuro. ¿Qué ocurrió para que los anuncios no fuesen tomados más en serio por la ciudadanía o por qué llegaron los avisos a los móviles cuando quizás era ya tarde? Siento que ha ocurrido de igual manera que con la pandemia. Los expertos avisaron, pero la respuesta llegó tarde. Nadie imaginaba lo que se avecinaba.
También hay que preguntarse qué puede mejorarse para salvar vidas en el futuro. Ante fenómenos como la gota fría, ¿qué pueden hacer los ciudadanos? En algunos países donde los desastres naturales están a la orden del día, las escuelas y las empresas revisan sus protocolos para enfrentarse al peligro. En Indiana (EEUU) fui testigo de la formación que las escuelas impartían y los simulacros que ejecutaban para que los estudiantes supiesen qué hacer en caso de tornado.
La impotencia que estamos sufriendo en las últimas horas tiene una respuesta en la solidaridad con los afectados. Acompañarles en su duelo y ofrecerles todo tipo de ayuda, sea a través de donaciones, créditos blandos o con gestos y oraciones. Esto sí está en nuestra mano.