Todos los profesionales que trabajamos en productos que mejoran la salud buscamos siempre lo que se llama “la bala de plata”. Una molécula eficaz, segura y que vaya directa a donde tiene que hacer efecto. Es como la búsqueda de la Piedra Filosofal. A lo largo de los últimos cien años ha habido unas cuantas balas de plata: los corticoides, la penicilina, el paracetamol o el omeprazol son algunos ejemplos. Afortunadamente, en el terreno de la piel contamos con algunas de ellas, como la vitamina A.
Por desgracia, los humanos somos incapaces de fabricar esta vitamina, como ocurre con la vitamina C. Sin embargo, su presencia en nuestro cuerpo es fundamental para que todo funcione bien. De ahí el nombre de Vitaminas: aminas vitales. Porque sin ellas nos morimos.
Dónde encontramos vitamina A
La Vitamina A está muy mal distribuida en la naturaleza. Su fuente principal es el aceite de hígado de bacalao, un líquido bastante poco apetitoso. En segundo lugar están las zanahorias, en las que se encuentra en forma de provitamina; y ya a mucha distancia el tomate. Por lo demás, está en muy pequeñas cantidades en otras frutas y verduras.
Esta maravillosa substancia es sumamente importante para tres sistemas (piel, ojos y garganta), que son los principales beneficiados con su consumo y también los principales perjudicados en caso de déficit. Pero es tal vez la piel donde su acción se hace mas evidente .
El retinol es por supuesto una substancia natural y bastante inofensiva, aunque tiene algunos pequeños inconvenientes que hay que saber manejar y hay que saber formularla porque puede ser bastante inestable, estropeándose con facilidad.
Son básicamente tres sus grandes efectos:
- El primero es que acelera la velocidad de renovación de la piel. Con los años, la radiación ultravioleta, y los estados de debilidad o de mala alimentación, la piel comienza a enlentecerse, cada vez va más despacio. Hay un mayor numero de células seniles y menos células jóvenes y potentes, el retinol cambia esta tendencia al acelerar el ritmo de nacimiento de nuevas células. Metemos marcha a nuestra piel. El único problema es que las concentraciones que damos a la piel de esta substancia tienen que ser graduales. Para que las células se acostumbren , en caso contrario se puede producir una leve descamación, e incluso una irritación.
- Un segundo efecto beneficioso de la vitamina A es que es angiogénica; es decir, que ayuda a mejorar la circulación y a que se generen nuevas arteriolas. Con los años la piel va perdiendo capacidad de riego y se vuelve pálida y fría. Menos riego, supone también menos capacidad de oxigenación, de recibir nutrientes y por tanto de funcionar bien. Cuando aplicamos retinol se generan nuevas y pequeñas arteriolas, que revierten la situación de envejecimiento. Notaremos la piel más tersa, más sonrosada y más saludable.
- Finalmente el tercero, aunque no menos importante de los efectos es la creación de nuevas vigas de colágeno y elastina. La Vitamina A, estimula a unas células llamadas Fibroblastos, que son las encargadas de fabricar las estructuras elásticas de la piel, a que fabriquen mas. Esto nos hace recuperar tersura, mejorar la elasticidad y las arrugas y por supuesto detener en gran medida el envejecimiento.
Es mejor utilizar el retinol, en las horas nocturnas, porque en pieles sensibles puede producir fotosensibilidad. Y también es importante utilizar concentraciones crecientes, para que la epidermis no se sobreacelere.
El uso de retinol en nuestra rutina de belleza nos aportara salud y luminosidad y contribuirá a frenar en gran medida el envejecimiento.
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