Síndrome de alienación parental, el término sin base científica que prohibirá el Gobierno y que perpetúa el mito de la "mujer perversa"

Existe una teoría sin fundamento científico que se cuela frecuentemente en las sentencias de custodias de los hijos. Es el síndrome de alienación parental (SAP), algo que quienes lo defienden lo definen como un trastorno infantil fruto de la manipulación de uno de los progenitores para provocar el rechazo del menor hacia el otro padre o madre. El problema, según advierten juristas y pediatras, es que la invocación de esa teoría esconde en la mayoría de casos situaciones de violencia de género y la suelen usar los padres para desacreditar la palabra de las madres en los juzgados. Por ello el Gobierno se ha propuesto impulsar una reforma que lo prohíba de forma explícita por ley.

El nacimiento de este término, de hecho, bebe del avance del reconocimiento de los derechos y las voces de las mujeres. Acuñado a finales de los ochenta por el médico y psiquiatra estadounidense Richard Gardner, el SAP surgió como una herramienta para defender a los acusados de abusos o malos tratos. Lo hizo, además, tras la primera ley de divorcio sin culpa de Estados Unidos, que implicó un cambio social muy importante. "La manera de controlar a las mujeres ya no podía ser por ley ni socialmente, pues entonces se hizo a través de las hijas con iniciativas como el síndrome de alienación parental", cuenta a 20minutos el médico forense y ex delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente.

A día de hoy, no ha habido ninguna prueba empírica que lo avale, y ni siquiera está reconocido como un trastorno en los manuales diagnósticos oficiales, pero sigue empleándose en muchas sentencias, ya sea con ese mismo término o con otros que invocan lo mismo, como las "interferencias familiares". "Ha sido un síndrome mutante desde el principio. Se construye con la necesidad de cuestionar la situación de los niños cuando no quieren ver al padre, con una atribución causal de que ese rechazo se debe a la manipulación de la madre. Ha sufrido muchas modificaciones, al principio se llamaba síndrome de la madre maliciosa, porque siempre lo relacionan con las conductas de la madre", explica Lorente.

La alienación, detalla el médico forense, implica romper el plano emocional con el cognitivo. "Es decir, que tú quieres mucho a tu padre, pero hay una información que te llega de la madre que rompe ese lazo afectivo. Pero eso es un proceso muy difícil de conseguir. Para conseguir una decogningición, es decir, una alienación, se supone que la persona tendría que estar aislada, separada, ya no de su padre, sino de cualquier contacto con lo que son sus relaciones habituales. Tendría que haber un gran nivel de aislamiento para que esos mensajes continuados y amenazantes produjeran ese efecto", añade.

Según cuenta el experto en violencia machista, la polémica radica en que es una teoría simplista que no indaga en las posibles raíces de ese rechazo que manifiestan los hijos. Se reduce todo a una supuesta manipulación de la madre, que le ha hecho una especie de lavado de cerebro al menor para alejarle del padre. "En lugar de analizar a qué se debe ese rechazo, se lo atribuyen directamente a la maldad, a la perversidad de la madre", subraya. Así, lo que se hace es "reactualizar el mito de la mujer perversa bajo una conducta concreta".

Una desacreditación que se une a la de las denuncias falsas en casos de maltrato en la pareja, y que aparece, una vez más, como reacción a los avances legislativos en materia de igualdad. En España, esta teoría empezó a coger fuerza tras la entrada en vigor de la ley de violencia de género en 2004, que reconoció el carácter estructural y cultural de la violencia machista y dificultó, por ende, la justificación de los maltratadores en los juicios. "Yo conozco casos de madres que tienen muchísimas dificultades para conseguir incluso la custodia compartida. Porque con todo este tipo de planteamientos se refuerza la idea de que la madre es mala, la hipervilidad de las mujeres. Además, generas una gran desconfianza y temor en las madres, ante las amenazas de los hombres que les dicen que les van a quitar a sus hijos. Entonces tiene ese doble efecto, de reforzar lo cultural e intimidar a las mujeres", dice Lorente.

El ex delegado del Gobierno cuenta también que en la mayoría de casos en los que se invoca esta teoría, hay detrás una situación de violencia. Recuerda Lorente que en España hay más de 1,3 millón de niños que viven en hogares donde el padre maltrata a la madre, según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, y que en torno a un 80% de las mujeres no denuncia, es decir, que salen de esa violencia por el camino de la separación con el padre. Un litigio al que le seguirá el de la custodia de los hijos, momento en el que se apelará al SAP o a un concepto parecido para, una vez más, desacreditar la palabra de la madre en caso de disputa.

Más formación y coordinación en la justicia

Lo cierto es que la ley de protección a la infancia de 2021 ya establece que no deben usarse teorías sin aval científico en procedimientos judiciales. Pero esa ambigüedad deja márgenes de interpretación que permiten que todavía se sigan invocando síndromes como el SAP. El Ministerio de Juventud e Infancia se ha propuesto corregirlo y pretende prohibirlo explícitamente por ley en la norma. Una reforma que, para Lorente, tendrá más bien un "efecto pedagógico", porque se podrá apelar a la manipulación maternal sin necesidad de invocar el SAP.

Por ello los expertos llevan tiempo reivindicando un cambio de calado en la justicia. El problema, dicen, no está tanto en que se pueda presentar como prueba un supuesto adoctrinamiento por parte de las madres, sino en que los profesionales de la justicia no cuenten con la formación o la información suficiente para detectar que se trata de una mentira. "Hay que trabajar mucho en el ámbito de la jurisdicción de familia, porque se mueve por criterios completamente distintos a lo que es violencia de género", subraya Lorente.

Hasta la Fiscalía se pronunció al respecto en su última memoria, en la que se pedía una mayor coordinación entre las secciones de familia y las de violencia de género para "evitar decisiones contradictorias" y conocer los antecedentes de violencia machista en todos los procedimientos, algo que se complica todavía más en los mutuos acuerdos.

Un rechazo que suele surgir de la violencia

También Irina Núñez de Arenas, psicóloga de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres (CIMTM), ha notado un aumento de casos en consulta en los que se alude al SAP. "Se usa mucho como estrategia para quitarles los niños", cuenta a este periódico. Según detalla, se alega a esa manipulación de la madre para que odie al otro progenitor, cuando en realidad ese desapego emocional surge en la mayoría de ocasiones de presenciar la violencia de género en su propia casa.

"Al final estás agrediendo al vínculo y al apego que tienen con la persona más importante de su vida, que es su madre. Con lo cual es lógico que se desvinculen de la persona que le está haciendo daño", asegura. Núñez de Arenas reivindica la necesidad de que se le dé más peso al papel de los psicólogos y trabajadores sociales en los juzgados, ya que muchas veces se basa el veredicto en un diagnóstico que se les hace a los niños durante apenas dos o tres días, y muchas veces ni siquiera se tiene en cuenta su testimonio bajo esa misma premisa de la manipulación.

"Es de los peores daños que se les puede hacer tanto a los niños como a las madres. Imagínate, después de lo que supone tener que testificar con desconocidos, decir lo que piensas y que te digan que te van a ayudar, pero de repente te dicen que lo que dices es mentira y que te tienes que ir con tu padre", dice la psicóloga. Eso, añade, acaba provocando graves consecuencias en los niños, que "desarrollan trastornos de ansiedad, del sueño, desconfianza hacia los adultos y una bajísima autorregulación emocional porque no entienden cómo les puede estar pasando eso", detalla.

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