Retirarse a tiempo

Ayer, a las nueve de la mañana, según rezaban los carteles, estaba anunciada la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Era el reencuentro después de una larga ausencia, de recorrer el mundo del uno al otro confín, la India a un lado, al otro, Bakú y allá, a su frente, Brasil. En el orden del día figuraba que su exposición obedecía al propósito de dar cuenta de los daños causados por la DANA que ha asolado Valencia y ha causado daños de consideración en otras comunidades autónomas colindantes y también de las medidas adoptadas para ayudar a su reconstrucción.

Aclaremos que, si las fiestas se reconocen por sus vísperas, los plenos del Congreso se reconocen por la afluencia multiplicada de coches oficiales, de conductores, de escoltas, de ministros -tan caros de ver en el banco azul-, de ujieres, de asesores, de jefes de Gabinetes, de periodistas gráficos, de alcachofa, de grabadora y de bolígrafo en ristre. Al sonar la melodía que indica la inminente apertura de la sesión, los periodistas toman posiciones a uno y otro lado del pasillo por donde han de acceder al salón de plenos los primeros espadas. Llegan del patio de cuadrillas, es decir, del área reservada al Gobierno. Lo hacen por orden inverso al de su poder y jerarquía con Pedro Sánchez, arrimado a la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, en último lugar. Los intentos de arrancar alguna palabra a los ministros y ministras resultan inútiles.

Muchos proclaman con la boca pequeña en sus intervenciones que en vez de culpables van a buscar soluciones. La proclamación dura apenas unos segundos y todos vuelven a las hostilidades habituales. Pero lo que cambia el color de la sesión es el anuncio del secretario general del PSOE de Madrid, Juan Lobato, de no continuar en el puesto para el que fue elegido por la militancia en unas primarias. Alega haber padecido linchamiento y sostiene que no todo vale y que la esencia de la política es el diálogo y el debate, el servicio público, la honestidad y el interés general. Recordemos con Clausewitz que la retirada es la operación más difícil en la guerra. También lo es en política y en el amor. Sobre los héroes de la retirada escribió el gran Hans Magnus Enzensberger un texto memorable explicando cuán difícil es retirarse sin deshonrar los compromisos adquiridos con quienes han sido hasta ese momento colaboradores leales.

Sabemos que una retirada a tiempo es una victoria, que una victoria solo puede ser alcanzada si está bien definida y que cegarse y proseguir la explotación del éxito más allá del punto culminante de la victoria es la garantía segura de que derive en desastre. A punto de cerrar esta crónica llega la noticia de que la magistrada Beatriz Biedma ha citado a declarar como imputado al músico David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno el próximo 9 de enero, así como solicitar al BBVA que verifique si el susodicho imputado tiene 1,4 millones de euros en su cuenta corriente. Ese mismo día también ha convocado al socialista Miguel Ángel Gallardo, presidente de la diputación de Badajoz, y a un conjunto de altos cargos del PSOE que participaron en la contratación del hermano de Sánchez. Veremos de aquí al Congreso del PSOE.

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