Las apelaciones de la Fiscalía, la futbolista Jennifer Hermoso y el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol Luis Rubiales abrieron ayer un nuevo capítulo del caso rubiales. Como era de esperar, los tres textos presentaron demandas contrapuestas entre sí, aunque las tres apuntaron claramente en contra de José Manuel Fernández-Prieto, el polémico magistrado encargado del caso.
El ataque de la Fiscalía
Sin duda, el ataque más directo al juez encargado del caso fue el proferido por el Ministerio Fiscal, en cuyo documento de apelación solicita que se declare la nulidad del juicio tanto para Rubiales como para los otros tres acusados y que se repita de nuevo, de tal manera que se admita una prueba que le fue "indebidamente denegada", así como realizar las preguntas que le fueron "indebidamente inadmitidas" de forma "reiterada" por el juez central de lo Penal de la Audiencia Nacional José Manuel Fernández-Prieto.
Más explícitamente, el recurso aseguró textualmente que "el magistrado no garantizó que el juicio se desarrollara en las mejores condiciones comunicativas" y que "se utilizó de forma reiterada un tono irrespetuoso con las acusaciones y en concreto con la Fiscal ahora recurrente, haciendo imposible el desarrollo de su función como acusación pública (...) y mostrando como ya hemos mencionado una actitud predeterminada en cuanto a la virtualidad de las pruebas propuestas y por él mismo admitidas".
De esta forma, la fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez Gil, pidió que se celebre este nuevo juicio con "un magistrado no viciado, cuanto menos, de apariencia de parcialidad".
Las polémicas intervenciones del magistrado
Estas palabras de la Fiscalía apuntan directamente a las polémicas intervenciones del magistrado, viral durante varias sesiones de un proceso judicial en el que su manera de proceder llamó la atención de muchos.
Por un lado, fue llamativa la manera de formular varias de las preguntas a los testigos. Ejemplo claro de ello fue la realizada en caliente en la declaración de Montse Tomé, algo molesto con una de las preguntas de la abogada de la AFE a la seleccionadora: "¿Le pegamos para que diga lo que usted quiere?", le espetó a la abogada de la AFE el juez al considerar que dicha pregunta parecía que se estaba enjuiciando a la entrenadora.
Por el otro, destacó la prepotencia a la hora de dirigirse al seleccionador masculino Luis de la Fuente, citado como testigo: "El juicio lo dirijo yo, no usted". O, también, su enganchón con el exdirector de comunicación de la RFEF: "Mi paciencia está llegando a un límite. Basta ya de estas contestaciones, ¿eh? Quiero saber las cosas con claridad, no con chulería", le espetó en la sala.
Las apelaciones de Rubiales y Jenni le señalan
En el caso del escrito de la futbolista, su abogado cuestiona la decisión del juez de absolver a los procesados de coacciones por considerar que los hechos probados no recogen ningún acto de violencia o intimidación sobre la jugadora, haciendo, a su juicio, una interpretación "errónea" sobre la intimidación.
Además, condena el ejercicio del juez respecto a su decisión sobre el momento del beso, al llamar la atención sobre el bloqueo de la cabeza que ejerció Rubiales en el momento del beso, en su opinión "fuerza necesaria" para inmovilizarla y evitar cualquier reacción de la jugadora, "circunstancia que ha sido irracionalmente omitida" por el juez al calificar los hechos como un delito de menor intensidad.
Al otro lado del caso, Olga Tubau, jueza de Rubiales, señala un "claro error" en la valoración de la prueba del juez, de quien cuestiona que haya dado "plena credibilidad" a la víctima.
De hecho subraya en este punto la "inconsistencia" de la declaración de la jugadora y, una vez más, insiste en que el beso fue consentido, además de cuestionar de nuevo el comportamiento y las manifestaciones posteriores de Jenni Hermoso, de las que interpreta que son "absolutamente incompatibles" con ese delito.
Ahora, con el juez encargado en el punto de mira, la justicia decidirá si los recursos son aceptados a trámite o no, un tiempo de incertidumbre y espera de un caso que ha vuelto a abrir un nuevo episodio que puede no ser el último.