La única DANA de la que me gustaría hablar aquí es Dana Paola, la artista, pero... estoy agotado, triste y me siento impotente. Hablo desde mi privilegio como persona que no ha sufrido los estragos del temporal y que tiene a todos sus amigos de la zona embarrados, pero bien. La catástrofe no solo nos ha dejado muertos, destrucción y políticos incompetentes, también una profunda huella emocional en toda la nación. No dejo de pensar en los más pequeños.
Como autor de literatura infantil y presentador de La casa de los retos, me siento muy conectado con este público que tanto me da y con quienes me siento en deuda. De un día para otro, esos niños han visto sus casas, colegios y parques arrasados; sus familias destrozadas y sus sueños rotos y llevados por la corriente. ¿Qué podemos hacer? No lo sé, pero no me puedo quedar de brazos cruzados. Insisto, hablo desde el privilegio pero estoy triste y frustrado. Quiero ayudar. Queremos ayudar y hacer algo que pueda aliviar la situación de aquellos que, por su edad, aún no entienden por qué han perdido todo.
Se necesitan donaciones y brazos para sacar el lodo, pero también abrazos que restauren la estabilidad emocional de cientos de niños que tendrán miedo de la próxima lluvia. Pienso en los padres, en los profesores… en su difícil tarea para devolverles la calma para que vuelvan a sentirse seguros en un entorno que nada tiene ya que ver con el que reconocían como suyo.
Necesitan apoyo psicológico, espacios seguros para expresarse y recuperar la esperanza, además de la normalidad. No podemos cambiar su situación, pero sí aportarles consuelo. Aunque lejos del desastre, esto nos ha arrasado a todos y estamos demostrando estar concienciados. ¿Qué podemos hacer como sociedad por los niños? ¿Qué puedo hacer yo? Aquí estoy. Aquí me tenéis. Os abrazo, os pienso, os rezo y prometo ayudaros. No estáis solos.