Pegarse un tiro en el pie

Uno de los mejores exponentes de la internacionalización creciente de nuestro país es su universidad. Según el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el incremento de los alumnos internacionales crece a una media del 10%, y desde el curso 2015-2016 han subido un 70%. Dejando de lado las movilidades Erasmus, cada vez hay más interés por cursar toda la carrera universitaria en España y han aumentado los estudiantes procedentes de Latinoamérica, Asia, Norte de África y de EEUU.

A pesar de ello, todavía estamos a la cola en la OCDE junto a Italia y Grecia. Solo un 4% de nuestros estudiantes de grado son foráneos, mientras la media en los países desarrollados es del 10%. Por este motivo, no se comprende qué busca el Gobierno de España y su titular del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, estableciendo una selectividad para los estudiantes no procedentes de la UE y cuyos países no tienen convenios de reciprocidad. El borrador del real decreto, que ha sido noticia estos últimos días, supone un serio retroceso para la internacionalización.

Con esta iniciativa, nuestros líderes en el Gobierno parece que no quieren que España sea país para extranjeros, salvo si vienen a pasar su jubilación o si acuden para asumir los trabajos menos cualificados. No se entienden estas trabas en uno de los países con los índices de natalidad más bajos del mundo y con serios problemas con sus tasas de reposición en algunas profesiones estratégicas.

Esperemos que no sea por esa falsa idea de que estos alumnos extranjeros quitan plazas a los alumnos españoles. Si alguien en el Gobierno piensa de esta manera, igual debería reflexionar... porque este discurso es propio de la ultraderecha. Creo, más bien, que lo que buscan es frenar las iniciativas de las universidades privadas o de iniciativa social, sin darse cuenta de que van a perjudicar seriamente la competitividad de nuestro sistema público universitario

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