El ministro Óscar Puente nos está dejando la boca abierta con su manera de utilizar Twitter en los últimos días. Una paradoja de nuestro tiempo, pues lo que nos debería dejar la boca abierta es que nos quedemos con la boca abierta solo porque un político esté comunicando su gestión con información fluida. Y sin necesidad de ponerse en medio de ninguna foto.
Hemos interiorizado como normal que las redes sociales se dediquen a la exageración de la teatralización política, donde los tuits van directos a azuzar al adversario o se repiten eslóganes para venderse constantemente a uno mismo. Incluso, a menudo, los que gobiernan hablan en redes como si estuvieran en la oposición. "Hay que terminar con el problema de la vivienda", reivindican. Nos vamos quedando enquistados en la propaganda que calienta cabezas. De hecho, estamos atrapados en el círculo vicioso del discurso sin tregua que agota, enfrenta y desmoraliza.
El propio Óscar Puente irrumpió en la popularidad tuitera como la voz bruta del PSOE. Contestando a lo gallito y bloqueando al personal sin demasiado pudor. El contraste entre su verborrea de matón de la clase y su comunicación más práctica en estas semanas también ha ayudado a que haya llamado todavía más la atención su actual forma de usar Twitter. Ha convertido la red social en un canal para retransmitir los avances de las operaciones que dependen del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.
Lo hace con textos fáciles de entender y mucho vídeo sencillo de compartir, que enseña a los equipos que trabajan en el terreno. El foco no se centra en el ego del político desde un púlpito o posando en visitas a las obras, como se acostumbra. Esta vez, el protagonismo recae en los profesionales anónimos que solucionan los problemas. Ya sea para arreglar de urgencia las infraestructuras tras la tragedia de la DANA o en otros proyectos, como la rehabilitación y ampliación de la estación de Chamartín. Su Twitter no para de publicar información muy visual y directa. A veces, también contesta a usuarios que proponen ideas. Lo que invita a la gente a sentirse partícipe en un instante en el que hay una parte de la sociedad que percibe que la política no está llegando a tiempo.
Las redes sociales de los políticos deberían ser un punto de encuentro para divulgar la gestión de una manera más proactiva y menos mitinera. Contar lo que se va haciendo con imágenes prácticas. Explicar por qué se hace de tal forma y las dificultades que aparecen en la gestión de los proyectos públicos es la mejor manera de que la sociedad se implique y, además, el mejor escudo contra los bulos que intentan generar desafección social sembrando la duda y la desconfianza en las instituciones que trabajan por nuestro estado de bienestar.
La política es tangiblemente útil para nuestra vida, pero nos hemos quedado embobados en el algoritmo del confrontamiento. Dicen que da más 'likes' señalar a los demás que mostrar proyectos en marcha. Así vamos reduciendo la política en previsibles hinchas, siempre listos para contentar a los votantes fieles e indignar a enemigos íntimos. Mientras olvidamos al resto de la inmensa y mayoritaria población, aquella que conecta con la gestión más empírica. La que aporta argumentos y hace notar los resultados. La que es pedagógica compartiendo los avances, los errores y los progresos.
Óscar Puente lo pone en práctica en estos días. Con un tono que reúne las tres 'c' de la comunicación de tú a tú en redes sociales: cercano, contundente y, a la vez, conciliador. Pero veremos cuánto dura esta actitud en una época en la que los mensajes son tan efímeros y se ha asumido que sin el alboroto de la confrontación no hay éxito político. Véase Trump. Véase Milei. Véase tantos. Aunque el éxito siempre es un fracaso si se construye jaleando la polarización que rompe la confianza social. Algo falla si el triunfo se basa en apretar el botón de block, tan utilizado también por el mismo Puente en su perfil de Twitter que ahora se llama X por capricho de Elon Musk. Ese bloqueo al prójimo que empieza en el arrebato de las redes y luego se contagia en la convivencia de la calle. Ese bloqueo que tambalea la diplomacia que es la médula de la política. La verdadera política.