El momento político que vive el Gobierno de coalición se complica por momentos. Al frente judicial que encara la parte socialista por el caso Koldo, que afecta a su exministro José Luis Ábalos, se añade un tsunami en Sumar por las acusaciones por violencia machista que se ciernen contra su ya ex portavoz Íñigo Errejón. Todo ello, en un momento crucial en las negociaciones para sacar adelante Presupuestos Generales del Estado (PGE), después de que Junts haya dejado atrás su proceso interno, lo que dificultaba las conversaciones con el PSOE. Es por ello que el Gobierno intenta centrarse en la gestión y alejarse de las polémicas, aunque dejando claro que tienen "plena confianza" en su socio de coalición, Sumar. Pero la duda sigue siendo la misma: si esta debilidad en la coalición afectará a la negociación de las cuentas públicas.
Este fin de semana uno de los socios imprescindibles del Gobierno en esta legislatura, Junts, ha celebrado su congreso, en el que Carles Puigdemont ha revalidado su liderazgo, ha apartado a Laura Borràs, al tiempo que ha ascendido a Míriam Nogueras, pieza principal en las negociaciones con el PSOE en el Congreso de los Diputados. Moncloa esperaba estos movimientos para abordar sin "condicionamientos" las negociaciones para la senda de déficit y los Presupuestos. Fuentes del Ejecutivo sostienen que, con el congreso ya superado todo podría cambiar "a mejor", sobre todo "públicamente". Y es que en los últimos meses Junts ha abogado por una estrategia de pulsos y desplantes a los socialistas, lo que dejó la legislatura tambaleándose en varias ocasiones.
En el caso de que se cumplan las premisas socialistas y entren en una nueva fase en las negociaciones con los socios, lo primero que tiene que abordar el Gobierno es la votación de la senda de déficit, que Junts ya dinamitó en dos ocasiones. La primera con su voto en contra y la segunda con la amenaza de volver a hacerlo, lo que hizo que Moncloa diese marcha atrás al intento. Sin embargo, desde el Ejecutivo no quieren hacer gestos muy exagerados con los posconvergentes, porque necesitan tanto sus votos como los del resto de socios. Aquí entra ERC, que también tiene que celebrar su congreso y, en su caso, sí que existen disputas de liderazgo. "Están duros y reñidos", reflexionan desde Moncloa. Por ello y pese al que el cónclave de Junts ya es pasado, siguen sin marcar fechas e intentando no ser parte de la disputa entre los partidos catalanes.
El caos en los partidos de la coalición no ayuda a afrontar la tarea negociadora. La semana ha dejado una abrumadora cantidad de noticias judiciales, todas malas para el Gobierno. Por un lado, la estrategia de Moncloa para combatir la investigación judicial a la esposa del presidente ha quedado del todo desmontada: El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha dictaminado que el juez que investiga a Begoña Gómez, Juan Carlos Peinado, no ha prevaricado ni incurrido en revelación de secretos. Y en cuanto al caso Koldo, el juez de la Audiencia Nacional que lo investiga ha pedido al Tribunal Supremo que asuma esta tarea, dado el "papel principal" de José Luis Ábalos en la trama.
¿Qué conclusiones se pueden extraer de ambos hechos? Se puede considerar, ya sin ambages, que el caso Koldo sube un escalafón, y está a un solo paso de convertirse en el 'caso Ábalos', con el consecuente cerco al Gobierno de Sánchez que esto implica. También se puede dar por fallida la estrategia de Moncloa para ganar el relato sobre Begoña Gómez. Si el presidente y los ministros daban por sentado que Juan Carlos Peinado es un "prevaricador" y que sus pesquisas esconden motivos políticos, ahora deberán probar que la Audiencia Provincial y el TSJ de Madrid colaboran con él, pues ambos han respaldado la investigación del juez instructor.
Pedro Sánchez llegó a La Moncloa gracias a una moción de censura en la que precisamente José Luis Ábalos fue el hombre designado para atacar la corrupción del Gobierno de Mariano Rajoy. Ahora que el exministro y ex secretario de organización del PSOE está al borde de ser imputado por los "indicios fundados y serios" de su participación en la trama Koldo, la pulcritud del Ejecutivo de Sánchez queda cuestionada y el presidente pierde una de sus banderas esenciales.
A todo ello se añade un nuevo torbellino político que desgasta al partido minoritario de la coalición, Sumar y, por ende, afecta a la estabilidad del Gobierno. Tras las acusaciones por violencia machista contra Errejón y la posterior denuncia ante la Policía, el espacio afronta un golpe que todo apunta que terminará en catarsis. Al respecto, el presidente del Gobierno ya marcó su posición respecto al partido de Yolanda Díaz. "Toda mi confianza para la vicepresidenta, Yolanda Díaz, y a Sumar, una organización que ha hecho y está haciendo mucho por el progreso de las mujeres", remarcó Sánchez, respaldando al partido de Díaz y asegurando la alianza entre ambos.
Pero, más allá de las declaraciones públicas de condena a lo sucedido y de apoyo a las víctimas, Moncloa quiere alejarse lo máximo posible de esta polémica. Fuentes gubernamentales insisten en que "esto no va de partidos, sino de víctimas", al tiempo que descartan que pueda afectar a sus negociaciones para los Presupuestos. "No tiene nada que ver una cosa con la otra", recalcan. Pero lo cierto es que, en los últimos días, un partido más entró en la dinámica de apretar las tuercas al Gobierno. Podemos ya lanzó sus exigencias para apoyar la senda de déficit y las cuentas públicas -bajar un 40% los alquileres y romper relaciones comerciales con Israel-, ambas rechazadas rápidamente por Moncloa.
Ahora el panorama podría cambiar, ya que Podemos, que está a la ofensiva con los de Yolanda Díaz, podría aumentar la presión ante la debilidad de su partido rival y del PSOE, lo que complicaría esta esperada nueva fase por la que pasa la negociación de las cuentas públicas.