¿Por qué las mujeres no quieren tener hijos? "No tienen ganas de seguir cumpliendo el rol ni tampoco de maternar con precariedad"

"No es que no me gusten los críos. Los hijos de mis amigas me parecen estupendos y yo soy la típica tía que puede estar jugando con ellos dos horas y soy muy divertida, pero a las dos horas ya he tenido suficiente criatura y no tengo ningún problema en devolverlo a sus padres".

La maternidad no es para Gema, traductora de Barcelona de 43 años.

Tampoco lo es para Irene, escritora de 41 años, que acaba de crear en Madrid una quedada de mujeres sin hijos por decisión propia. "Yo sabía desde muy pequeña que no quería tener hijos, pero pensaba que encontraría a muchas mujeres en la misma situación que yo y no fue así".

La realidad es que cerca de un tercio de las mujeres nacidas en los años setenta en España no han tenido ni van a tener descendencia. Es la generación de españolas con menos hijos de la historia. Una parte de ellas quisiera serlo pero no ha podido, otra ha decidido no serlo porque las medidas de conciliación de la vida laboral y la crianza no les parecen suficientes. Las hay también que siempre que se han preguntado si ese es su deseo, se contestaron que no.

Ariadna Ayala, catedrática de Antropología social en la Universidad Complutense de Madrid, imparte una asignatura sobre la generación 'no-mo', acrónimo de 'no madres' (No Mothers, en inglés). Ella dice que estas mujeres "no tienen ganas de seguir cumpliendo el rol tradicional que se espera de ellas y tampoco tienen ganas de maternar con precariedad".

Los demógrafos cifran en un 10% el total de mujeres que no desean ser madres de forma voluntaria. La catedrática Ayala ha constatado que a "algunas les da vergüenza reconocer públicamente que no quieren ser madres, que esto no entra en sus prioridades". Lo que para ella significa "que sigue siendo un tabú disociar el ser mujer del querer ser madre".

De unos años a esta parte, tras la pandemia, Irene empezó a escribir en su blog cada vez más sobre la no maternidad. Acostumbrada a cuestionarse cada paso de su vida, "como hacemos frecuentemente las mujeres", cuenta que empezó a preguntarse: ¿Es necesario reflexionar la no maternidad? ¿tenemos que explicarnos? ¿hay un mensaje romantizado o terrorífico de la maternidad? ¿Existe el instinto maternal o es un deseo?

En una de las entradas de su blog, ella describe que cuando imaginaba el futuro se veía en pareja, pero nunca se imaginaba llevando un carrito o a él corriendo por el parque para que el niño no se subiera en un tobogán. "No imaginaba una casa con juguetes que habría que recoger en algún momento. (...) Nos imaginaba paseando por Nueva York, la verdad, saliendo del teatro, leyendo juntos, de picnic, yendo juntos a clases de idiomas, comiendo con palillos, llevando lasañas a la casa de unos amigos, aparte de diversos escenarios más subidos de tono. Y hablando. Nos imaginaba hablando de todo aquello que nos importara".

Irene conoció a Gema en Barcelona por su afición al teatro y un día la conversación de la no maternidad les unió. Desde entonces son amigas y comparten la misión de hacerse visibles para intentar eliminar los estigmas sobre la no maternidad y crear referentes de una opción de vida que defienden igual de válida que la de tener descendencia.

Ambas habían identificado previamente, al igual que varios estudios universitarios sobre esta materia, una ristra de estereotipos muy negativos ligada a su decisión. Desde el entorno social y laboral, a las no madres por elección les llega a menudo la recriminación de que su postura es, en la primera juventud, una mera idea o pensamiento temporal, pero una vez consumada la no maternidad, en la perimenopausia, sufren acusaciones de egoísmo, superficialidad o inmadurez. Y en algunos casos se las considera mujeres incompletas.

La catedrática Ayala defiende que el fenómeno 'no-mo', sin embargo, prueba que el deseo de ser madre, lejos de lo que se plantea a nivel social y cultural, no es innato. "Y así lo demuestran estas mujeres, que tienen argumentaciones más que suficientes para vivir vidas plenas lejos de la idea de que es a través de la maternidad que se alcanza la felicidad de las mujeres", ahonda.

Desde Barcelona, Gema dice que ella siempre ha tenido muy claro que no quería tener hijos. No jugaba a 'papás y mamás' con sus muñecas, sino que daba les clases, los cuidaba como canguro y les curaba como un médico. Ya de adulta, reconoce que en varios momentos de su vida se lo planteó en serio: "No en el sentido de voy a hacerlo, voy a ser madre, sino de sentarme y decir: bueno, a ver, céntrate. Piénsatelo bien porque no tener hijos también es una cosa que no tiene marcha atrás".

Gema no sabe si existe o no el instinto maternal. Ella cree que no, pero piensa que es porque no lo tiene "en absoluto". Defiende, sin embargo, que lo que sí que debería de existir para ser madre es el deseo de crianza. "Para querer tener hijos no vale que te gusten los niños, porque en general los niños un rato gustan a todo el mundo, pues son divertidos, son inocentes, son monísimos, huelen bien. Estamos programados biológicamente para que nos gusten los niños. Para mí, tienes que tener un deseo de crianza, es decir de cuidados, de educar, de proteger, de mantener... es un compromiso a larguísimo plazo, para toda la vida".

Cuando junto con su pareja se compró su primer piso, Gema dice que los amigos les hicieron ver que igual el 'loft' elegido no daba para crianzas. "Entonces lo hablamos y en realidad ninguno de los dos tenía ningún interés. Y, más o menos cada dos o tres años, cuando salía el tema, nos volvíamos a mirar y constatábamos que seguíamos igual".

Gema se puso a sí misma el límite de los 35 años para decidir ser o no ser madre. "Dije: si a los 35 años no he tenido hijos, ya no los tendré". A ella le parece "problemático" ser una madre mayor, a pesar de que es totalmente consciente de que la precariedad, la dificultad de acceso a la vivienda y el sistema actual imposibilita a muchas mujeres serlo antes.

Nunca ocurrió, pero dice que si se hubiese quedado embarazada hubiera abortado. "Lo tengo clarísimo, de hecho, una de las cosas que me ha dado mucha tranquilidad en esta vida también ha sido vivir en un país donde la legislación para la interrupción de embarazo existía y era bastante, digamos, justa. Si viviera en un país donde el aborto fuera ilegal probablemente hubiera vivido con mucho más estrés ni vida fértil".

Cumplidos los 35, cuando ya estaba a punto de tomar la decisión definitiva, Gema quiso hablar con su hermana mayor, con la que se lleva 20 años, y preguntarle si alguna vez se había arrepentido de no haber tenido hijos. Es la misma hermana a la Gema agradece "haber roto antes el tabú" , porque considera que eso le quitó presión del entorno familiar.

"Mi hermana me dijo: ¡Qué va! Nunca.". Se lo pregunté por curiosidad, pero cuando me dijo que no pensé ¡qué guay! Porque yo de momento no quiero, pero no sé lo que puede pasar en el futuro". Tiempo después, Gema encontró en su entorno laboral a más mujeres que no habían sido madres y ellas tampoco mostraban arrepentimiento. "Las mujeres sin hijos con las que me he encontrado en la vida nunca me han dicho eso y en cambio sí que me han dicho 'pues mira yo no he tenido hijos y estoy la mar de a gusto, o sea que tú ya verás lo que haces, a lo mejor cambias de idea, pero yo no tengo hijos y estoy super bien'. He oído más veces a mujeres con hijos lamentarse o celebrar que yo no los hubiera tenido".

La catedrática Ayala defiende que "enjuiciar a las mujeres y decirles que se van a arrepentir por no ser madres no deja de ser muy paternalista". La decisión de no tener descendencia es cada vez más habitual entre los jóvenes, pero a quienes se les reprocha más es a ellas. Así lo entiende también Irene, que ha detectado en los últimos tiempos un mensaje de culpabilidad a raíz de las bajas estadísticas de la fecundidad de España.

Irene coincide con su amiga Gema en que las mujeres que no han sido madres muestran menos arrepentimiento que las que sí lo han sido en medio de la actual crisis de vivienda y de precariedad laboral. "Mis amigas con hijos no es que se arrepientan con respecto a los niños, pero todas me dicen: 'Nadie me dijo la verdad. Nadie me dijo todo el sacrificio que implicaba'. A lo mejor un 40% de mis amigas con hijos, y eso me parece muchísimo, me han dicho: ¡Ay!, si lo hubiera sabido no lo hubiera hecho, pero nadie me contó lo que significaba".

Irene creó a primeros de octubre un grupo de mujeres no madres por decisión propia con el objetivo de ir juntas a la presentación de un libro 'Others Like Me' sobre perfiles de mujeres a nivel internacional que decidieron no ser madres. A su juicio en España faltan referentes que den visibilidad al fenómeno "NoMo", y ella misma anda a la búsqueda de cambiarles el nombre, para que dejen de estar definidas por lo que no tienen, por lo que no son. Ni NoMo ni NoMa (no madres).

"Fuera de España la actriz Anna Kendrick ha dicho que la maternidad no es para ella y Taylor Swift que no se lo plantea, pero aquí yo te diría que no las hay y eso tampoco ayuda porque al final te lleva a pensar que la no maternidad es algo muy marciano, algo que no sucede aquí. O sea, una mujer de Oregón puede ser 'no madre' pero una mujer de Ávila que no es madre ¿qué va a ser si no?". El blog de Irene, los grupos de 'No Madres por decisión propia' creados este año en Madrid y Barcelona para fomentar quedadas y conversatorios y la reciente película Mamífera parecen indicar que algo está cambiando.

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