Michael, hermano de uno de los rehenes de Hamás: "Cuando mi sobrino ve a una mujer con el pelo largo pregunta si es su madre"

Sábado, 7 de octubre de 2023, 06.20 horas. Or Levy y su mujer, Einav, llegan al Nova Festival, que ese año se celebra en el kibutz de Reim. Acaban de dejar a su hijo de dos años, Almog, con sus abuelos paternos con esa sana ansia que todos los padres jóvenes y primerizos experimentan cuando surge la oportunidad de sacar tiempo para ellos solos.

Nueve minutos después, como base de la canción que suena, emerge un runruneo confuso que va poco a poco tornándose en palabras claras y gritos ahogados. Se activan las sirenas. Or y Einav miran al cielo. Decenas de misiles procedentes de Gaza, a unos cinco kilómetros del lugar, lo atraviesan como un disciplinado escuadrón. Los suceden una fila de parapentes que nada tienen que ver con una actividad recreativa. Hamás ha atacado Israel, sus terroristas están ingresando en el país. Acabarán asesinando a 1.200 ciudadanos.

- ¿Qué hicieron entonces Or y Einav?

- Corrieron y corrieron hasta llegar a un búnker. Or llamó a nuestra madre aterrorizado: "No puedes imaginarte lo que está ocurriendo aquí", le dijo. Minutos después, un grupo de terroristas llegó y empezó a lanzar granadas y a acribillar el búnker a balazos. Incluso lanzaron un RPG contra él. Einav murió, mi hermano fue secuestrado junto a otras tres personas. No lo supimos hasta ocho días después. Hay un vídeo del momento.

Al otro lado del teléfono de la voz de Michael Levy se desprende un evidente agotamiento. Es el agotamiento de quien ha aparcado su vida durante un año y medio para limitarla a un único propósito: luchar por la liberación de su hermano y, con ello, por la de los 94 israelíes que Hamás mantiene cautivos. Michael se ha mostrado públicamente en los platós de televisión de medio mundo, ha impulsado y participado en actos en pos de que la memoria de los rehenes no se evaporase e incluso ha intervenido en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Más de 470 días después, Or por fin figura en una lista de rehenes que Hamás entregará a Israel como parte del acuerdo del alto el fuego que entró en vigor este domingo. El final para su familia está cerca, pero mantiene la cautela. "Tratamos de aguantar de alguna manera, intentamos mantener el optimismo", cuenta a 20minutos.

La vuelta a casa de Or Levy es, sobre el papel, segura, pero para su familia, una incógnita. Basta una pequeña desavenencia, la simple sospecha de que una de las partes no esté cumpliendo con el acuerdo, la actuación individualista de díscolos, para que ese papel se queme y quede convertido en cenizas. Con la tregua no disminuye la tensión.

Lo hemos visto: durante la madrugada de este lunes un grupo de colonos hebreos desató una ola de violencia para evitar la liberación de 90 presos palestinos en Cisjordania; horas después moría un soldado israelí por la explosión de una bomba en el enclave; y por la tarde varios francotiradores israelíes mataban a dos gazatíes, entre ellos un niño, en la ciudad de Rafah. También en Cisjordania, este martes el Ejército israelí ha iniciado una incursión y ha matado a seis palestinos.

A pesar de que solo afecta a Gaza, el alto el fuego amenaza con ser frágil, y a esto hay que sumar que, si para la familia de Or su simple vuelta a casa es ya una incógnita, más lo es el estado en el que podría hacerlo.

- ¿Tenéis la garantía de que sigue vivo?

- No, ninguna. Pero creemos que lo está. Sí, lo está...

El joven de 34 años forma parte de la liberación de rehenes enmarcada en la primera fase del acuerdo del alto el fuego, que se extenderá a lo largo de seis semanas. "Suponemos que será liberado en torno a la quinta o sexta, pero no contamos con confirmación alguna", dice Michael. La terrible guerra que en Gaza se ha cobrado la vida de más 47.000 palestinos (la inmensa mayoría mujeres y niños inocentes), el recelo con el que se miran unos y otros, la incertidumbre perenne, provoca que Michael no pueda hacer otra cosa que eso: suponer.

"No hemos hecho lo suficiente"

El trabajo de Michael durante estos más de 470 días ha sido incansable y, aun así, la culpa le asalta. Podría haber hecho más, podría haberlo hecho antes.

"Este trato debería haber llegado hace mucho tiempo y los rehenes ya deberían estar en casa. No hemos hecho lo suficiente. Me refiero a mí mismo, me refiero a los medios de comunicación, me refiero al Gobierno israelí, a la comunidad internacional... La comunidad internacional debería haber presionado más a los países que realmente están financiando a Hamás, como Qatar, como Irán, como Turquía. El paso del tiempo se ha cobrado la vida de rehenes que hoy podrían estar vivos", afirma apesadumbrado.

El tiempo, su inexorable discurrir, ha sido el martirio de las familias, que hace un año y medio eran cientos y hoy son una. De "esta horrible pesadilla" ha surgido un necesario sentimiento de unidad, pequeñas esperanzas que, juntas, conforman la más grande de todas. Michael quiere de vuelta a su hermano Or, pero también a Gali, a Ziv, a Uriel o a Karina. Y Michael celebrará la liberación de Or de la misma manera que celebró la de Emily, Romi y Doron, las tres primeras rehenes que Hamás ha soltado en esta primera fase del alto el fuego.

"Hemos pasado tantas horas y días juntos que se han convertido en mi familia. Son los únicos que pueden entender por lo que estoy pasando y me siento como si conociera a todos los rehenes, aunque nunca los haya conocido", expresa Michael a este periódico.

"Quiero que mis tres hijas puedan vivir en paz"

La paz. La paz en Oriente Medio. Esa paz inconsistente, vaporosa, que durante pequeños periodos asoma, tímida, la cabeza. La ONU insiste en la solución de los dos Estados, el israelí y el palestino, para que se ponga fin al conflicto en la zona.

A pesar de su compromiso inicial, desde los Acuerdos de Oslo en 1993 Israel no ha hecho nada por dotar de la autonomía prometida a Palestina; y la Autoridad Nacional Palestina ha visto cómo Hamás, una organización terrorista que no conoce más dialéctica que la de las pistolas, ha capitalizado la representación del pueblo tras el que se esconde.

"Igual soy demasiado optimista, pero espero que haya alguna manera de encontrar la forma de vivir en paz. Si la comunidad internacional realmente ayudara a eliminar a Hamás... Yo no odio a los palestinos, odio a Hamás, odio a la gente que quiere matarme a mí y a mi familia. Quiero creer que mis tres hijas puedan vivir en paz algún día", dice Michael entre suspiros.

Un niño de tres años que pregunta

- ¿Qué os dice tu sobrino? ¿Crees que es consciente de lo que está ocurriendo?

- Mi sobrino pregunta. Pregunta si su padre va a volver, pregunta por qué su madre no lo va a hacer. Ha cumplido tres años y no está con ellos. Cuando sale del colegio y, a lo lejos, ve a una mujer con el pelo largo, pregunta si esa es su madre. Los echa de menos. Está triste, muy triste.

Aquí reside la inutilidad de las guerras, su enorme absurdo: en un niño de tres años que está triste y pregunta, en los adultos que no saben las respuestas y que imploran que, cuando las encuentren, no sean dolorosas.

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