Una ola de falsa laissez faire está invadiendo las principales redes sociales de forma global. Este supuesto liberalismo esconde un control férreo de los que tienen el poder de decidir qué se viraliza, qué ves, cuándo lo ves y, algo muy importante, qué no ves.
Los magnates de las redes sociales han visto en la ola de la internacional ultra una oportunidad para quitarse cualquier pudor a la hora de desregularizarlas. El claro ejemplo lo tenemos en EEUU, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca de la mano de destacados magnates y miembros de la tecnocasta, como lo ha definido el presidente Sánchez: Elon Musk (X), Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Tim Cook (Apple), Shou Zi Chew (TikTok) o Sundar Pichai (Google), ente otros muchos, asistieron en primera fila a su toma de posesión.
El nuevo poder ejercido por esta tecnocasta intenta disolver todo elemento fáctico y objetivo para imponer en las redes sus relatos y poner en entredicho toda intervención y regulación por parte de los Estados para seguir enriqueciéndose. Por ello, es imprescindible hacer un esfuerzo colectivo en materia de alfabetización mediática.
En España, el 98% de los menores de 16 años usa internet. En muchas ocasiones, a esa edad es la fuente principal de información diaria que reciben. Para poder asegurar su propio derecho a la libertad de expresión, tal como señala la convención de Naciones Unidas sobre los derechos de la infancia, las niñas y los niños deben recibir por parte de los Estados una seguridad en el acceso a la información de calidad para su propio bienestar y poder llevar a cabo libremente su derecho a la libertad de expresión.
La UE, en su informe sobre la desinformación de 2018, hablaba de la necesidad de que las escuelas eduquen en "medios y comprensión de la información". Estamos hablando de generar un derecho a la información veraz y de calidad para que el presente y el futuro de nuestros Estados dependa de la voluntad propia de sus ciudadanos y ciudadanas y no de la reproducción de pensamientos de la tecnocasta, que poco interés tiene en mantener los sistemas democráticos.