Si alguna vez bajan de los cielos bandejas de langostinos cual OVNIs dispuestos a conquistar la tierra y el líder de los crustáceos se llama Rufino, podremos decir que Leticia Sabater ya lo predijo.
Y es que su último y tradicional villancico navideño tiene como protagonista a un langostino que pide con fervor que le chupen la cabeza. ¿Y qué es poesía se pregunta el lector?
Poesía son versos como "que me mola la pachanga / no me mola la fritanga / me mola la mandanga / por eso enseño mi tanga". Y es que la cantante y presentadora tira de los dobles sentidos que tanto le gustan para lograr un villancico que lo mismo podrían cantar en los Cantajuegos que un canal de vídeos para adultos.
El ritmo elegido para esta ocasión es una cumbia, algo que la cantante refuerza con una suerte de acento caribeño indeterminado que le acompaña en toda la canción, que, según dice la propia Leticia, "no te dejará indiferente".
Sabater vuelve a hacer gala de su maestría en el uso del croma (pantalla verde que permite poner diferentes fondos a una imagen) y del surrealismo, pues a las bandejas de langostinos voladoras se unen todo tipo de escenarios y supuestos, llevando al lector a viajar desde las calles de Nueva York, al reparto de regalos de un amigo invisible en medio de las montañas o a encantadores pueblos invernales en medio de la noche.
El villancico termina con Leticia Sabater agarrando un carro de supermercado lleno de piñas invertidas y lanzando un mensaje de solidaridad, amor y buenas nuevas para la Navidad: "Si no follo yo, aquí no folla nadie".