No hay grandeza posible en un gobierno autocrático. Cuando se priva a la ciudadanía de derechos tan esenciales como la libertad de expresión, cualquier logro lleva la mácula de haberse forjado mientras era socavada la dignidad humana. España vivió esa circunstancia durante 40 años, cuatro décadas en las que la dictadura franquista presumió de fomentar el desarrollo económico y social del país. En realidad los primeros 20 años de franquismo fueron un tiempo casi perdido, los errores de gestión del Gobierno autárquico resultaron tan graves que en 1959 el régimen hubo de tragarse sus obsesiones ideológicas y abordó una reforma integral de la economía bajo la tutela de los Estados Unidos y el FMI.
Unos años antes, en el 52, el Gobierno había aprobado un ambicioso proyecto que le ofrecería la posibilidad de jactarse de una eficacia ejecutiva de la que hasta entonces no había dado prueba alguna. Ese fue el llamado Plan de Transformación y Colonización que abarcó la construcción de mas de 600 embalses. Su redacción estuvo basada en el Plan Nacional de Obras Públicas que elaboró en 1933 el ingeniero de caminos Manuel Lorenzo para el gobierno de la República y que la convulsa situación política no permitió entonces ejecutar.
En los años 50 España no podía alardear de casi nada pero sí de su ingeniería civil, técnicos tan reputados como Victoriano Muñoz Oms o Eduardo Torroja, mundialmente reconocido, impulsarían los proyectos más transformadores de nuestra historia. La construcción de aquellos pantanos, que obligaría a ejecutar expropiaciones, desplazar poblaciones y anegar pueblos enteros bajo el agua, lograría a cambio multiplicar exponencialmente la producción de energía eléctrica, abastecer nuevos y extensos cultivos de regadío y, sobre todo, regular los cauces de los ríos.
La brutal irrupción de la DANA en el Levante español, con los devastadores efectos a los que acabamos de asistir, ha puesto en valor la desviación del Turia construida tras la riada de 1957 y una presa que soportó hasta límites inconcebibles el feroz empuje de las aguas. El embalse de Forata pasó de acumular apenas cinco hectómetros cúbicos y medio de agua a las siete de la mañana del martes 29 de octubre a contener mas de 30 a las seis de la tarde. En apenas tres horas habían entrado en su cavidad mas de 20.000 millones de litros del líquido elemento superando a las siete su cota de resistencia situada en los 37 hectómetros cúbicos.
Los ingenieros que la gestionan maniobraron con destreza evitando descargas que habrían agravado la situación aguas abajo. No cabe imaginar lo que hubiera supuesto el reventón de esa presa o simplemente el que no existiera. Forata fue diseñada en tiempos de la República por el ingeniero Vicente Botella e inaugurada por el propio Francisco Franco en 1969. La propaganda del régimen difundió la ceremonia en el NODO como si el dictador hubiera proyectado la obra. Nada de eso ha de nublar el mérito de los profesionales que en su día levantaron una presa que 55 años después demuestra su idoneidad y fortaleza técnica en las circunstancias mas extremas.
Hay motivos sobrados para pensar que estos zarpazos de la naturaleza pueden repetirse cada vez con mas frecuencia y contundencia y que los negacionistas del cambio climático terminarán escondidos en sus cavernas. La previsión exige prestar la mayor atención a los expertos que proponen soluciones técnicas capaces de conjurar futuros desastres. España cuenta con ingenieros que vienen demostrando su competencia a nivel internacional realizando obras ciclópeas. Preguntemos y atendamos a los que saben y no a quienes no saben nada.