La tensión entre Rusia y la OTAN está alcanzando un grado más que preocupante. Se habla ya de guerra nuclear y, de hecho, en Finlandia, Suecia y Noruega las autoridades ya están repartiendo "manuales en caso de guerra" entre los ciudadanos.
Con la invasión rusa de Ucrania como telón de fondo, los episodios se suceden. Después de que tropas de Corea del Norte se sumaran al Ejército ruso, Estados Unidos autorizó a Volodímir Zelenski a usar misiles de largo alcance made in USA para atacar territorio ruso.
En respuesta, Vladimir Putin ha aprobado la nueva doctrina que permite respuestas con armamento nuclear ante ataques convencionales que amenacen la soberanía de Rusia y Bielorrusia. Y este jueves, Moscú ha lanzado un misil balístico intercontinental contra Ucrania.
Todo ocurre cuando en EEUU un presidente, Joe Biden, acaba su mandato y otro, Donald Trump, a punto está de iniciarlo (será en enero). Cinco días después de ganar las presidenciales, el republicano habló por teléfono con el presidente ruso, al que aconsejó no intensificar la guerra de Ucrania, al menos según lo que contó el diario The Washington Post. Al día siguiente, el Kremlin negó que los dos mandatarios hubiesen hablado.
Fuera o no verdad, lo cierto es que las comunicaciones entre el despacho oval de la Casa Blanca y el Kremlin existen y seguramente tengan lugar más veces de lo que sabemos. De hecho, el famoso teléfono rojo, que tantas veces ha aparecido mencionado en las películas de Hollywood, sigue existiendo... aunque ya no sea exactamente un teléfono (en realidad nunca lo fue).
Desde la Crisis de los misiles de Cuba
Esa vía de comunicación inmediata nació a raíz de la Crisis de los misiles. La presencia de misiles rusos en Cuba a punto estuvo de causar el estallido de una nueva guerra mundial entre EEUU y la Unión Soviética, que hubiera sido nuclear y por ello posiblemente la última.
Aquella crisis la solventaron (por los pelos) John Fitzgerald Kennedy y Nikita Jrushchov. La URSS retiró los proyectiles nucleares instalados en Cuba. EEUU se comprometió a no declarar la guerra a Cuba y retiró los misiles nucleares que tenía en Italia y Turquía. Finalmente, se creó una línea de comunicación directa entre la URSS y los EEUU a través del teléfono rojo.
En realidad no se llamaba así. La primera versión era una línea de teletipo y no era roja. Pero el periodismo hizo de las suyas y los titulares comenzaron a llamarlo teléfono rojo, no para asociarlo al comunismo sino para indicar el carácter de urgencia.
Nunca verbalmente, para evitar malentendidos
¿Por qué no un teléfono? Por razones técnicas y políticas. Como cuenta David Kahn en su libro The Codebreakers, se consideró que la diplomacia telefónica era para aliados, no para adversarios y que el télex evitaba malentendidos e improvisaciones.
Así fue que se tendió una línea dúplex de comunicación por cable que realizaba la ruta Washington – Londres – Copenhague – Estocolmo – Helsinki – Moscú. Estaba secundada por un enlace de radio Washington – Tánger – Moscú. Las comunicaciones se enviaban cifradas. La línea entró en funcionamiento el 30 de agosto de 1963, diez meses después de la crisis de Cuba.
Durante la Guerra Fría, el teléfono rojo sirvió en muchos conflictos, desde la Guerra Vietnam a la de los Seis Días, pasando por el conflicto armado entre India y Pakistán, la Guerra del Yom Kipur, la invasión turca de Chipre o la de Afganistán por parte de la URSS. Pero también se usó en el asesinato del presidente Kennedy o durante la misión del Apolo 8.
Incluso cuando el régimen soviético ya había caído, la línea de comunicación entre Washington y Moscú siguió viva. Funcionó, por ejemplo, durante la Guerra del Golfo, en 1991, o en los atentados del 11-S, en 2001.
Satélite, fax, correo electrónico...
El enlace directo entre los mandatarios de ambas naciones se ha ido actualizando y ahora funciona con tecnología punta. Con el paso de los años, los sistemas se actualizaron con satélites, faxes, ordenadores, correo electrónico... El objetivo era intercambiar información rápidamente, pero nunca verbalmente, para evitar malentendidos.
A día de hoy, operadores en EEUU y Rusia prueban el sistema cada hora
El final de la Guerra Fría disminuyó la urgencia de contar con un enlace directo, pero la necesidad no desapareció. Del lado norteamericano, el sistema ha seguido recibiendo actualizaciones durante las últimas presidencias, las de Obama, Trump y Biden.
A día de hoy, operadores de ambos bandos prueban el sistema de comunicaciones cada hora, informa NBC News. En 2013, la administración Obama añadió un canal destinado a enviar mensajes de correo electrónico y archivos adjuntos sobre incidentes cibernéticos. El presidente nunca lo utilizó, hasta días antes de las elecciones de 2016.
Biden y Putin han hablado
La línea "directa" sigue existiendo, pero es difícil saber si se ha utilizado o no. "No lo sabemos. Naturalmente, esta forma de comunicación no se divulga", le ha explicado a DW el historiador Bernd Greiner, que fue hasta 2018 director del Centro de Estudios sobre la Guerra Fría de Berlín.
Según Greiner, se sabe que Biden ha hablado por teléfono con Putin en algunas ocasiones. Pero duda de que cualquier línea directa pueda ayudar en la actual guerra en Ucrania. "El problema es que la comunicación establecida, entre las fuerzas armadas en particular, pero también entre los diplomáticos, prácticamente se ha roto", asegura.
En opinión del historiador, "esto es lo que diferencia la situación que estamos viviendo hoy, con el telón de fondo de la guerra en Ucrania, de la situación incluso en el punto álgido de la Guerra Fría", cuando las potencias gobernantes en Washington y Moscú decidieron crear la línea directa.
El Pentágono tiene su propio "teléfono"
En 2022, EEUU estableció una línea directa de comunicación con el Ministerio de Defensa de Rusia. El Pentágono explicó entonces que el objetivo era evitar encontronazos no deseados entre las fuerzas rusas y los soldados estadounidenses desplegados en países aliados en el este de Europa.
La conexión se estableció "con el propósito de evitar errores de cálculo, incidentes militares y una escalada" de la tensión entre las dos potencias. Fue el 1 de marzo de 2022, apenas una semana después de que Putin diera la orden de iniciar la invasión de Ucrania.