En 20 minutos
Entrevista José Antonio y Erik Martínez: "La democracia tiene que protegerse de los antidemócratas porque la pueden destruir desde dentro"
ALEJANDRO TOBALINA
El periodista y fundador de 20minutos publica junto a su hijo, director y guionista, 'Franco para jóvenes'.
"La transición nos hizo demócratas a todos: a los franquistas y a los antifranquistas", dicen al cumplirse 49 años de la muerte de Franco.
Los hijos quedan unidos para siempre a los padres por una ley natural inexorable, pero son las experiencias las que ayudan a reforzar los vínculos paternofiliales, y nunca es tarde para hacerlo.
A José Antonio Martínez Soler (Almería, 1947), mítico periodista español y fundador de 20minutos, El Sol, La Gaceta, Doblón o Buenos Días (TVE), le ha ayudado a "conocer mejor" a su hijo, Erik Martínez Westley (Madrid, 1978), un proyecto que "los abuelos deberían legar a los nietos": la escritura, a cuatro manos, de Franco para jóvenes, un libro que huye de las trincheras y ayuda a "saber de dónde venimos para poder tomar decisiones que nos lleven hacia un futuro mejor".
Pero, sobre todo, un libro escrito para condenar sin ambigüedades el papel de un dictador feroz y "liberar" a muchos de cualesquiera de las ataduras ideológicas que aún hoy puedan tener: "Porque tus abuelos hayan luchado en tal sitio o porque tu familia se beneficiase del régimen no debes verte obligado a defender ciertas cosas ni a sentirte avergonzado", cuenta Erik, quien con su experiencia como director y guionista (ha trabajado durante 15 años en Hollywood y dirigido documentales como ¿Preparados para el tsunami?) ha sido el encargado de poner orden en la obra.
"Franco para jóvenes", en Ateneo de Madrid, (entrada libre) jueves 12-Dic. a las 19.30h.
A raíz de los 49 años que este miércoles se cumplen de la muerte de Francisco Franco, padre e hijo, dos generaciones, conversan con 20minutos. Se interrumpen y difieren. "Durante la escritura nos hemos peleado mucho", dicen entre risas. Quién sabe si para que tras la lectura de la obra dejen de pelearse tantos.
¿Qué se le dice a esa gente, especialmente mayor, que todavía hoy afirma que no vivió tan mal durante la dictadura?
José Antonio Martínez Soler (J. A. M. S.): Tras la guerra vienen dos décadas que son terribles. Son los años del hambre. Mis padres decían que fueron peores que la guerra: mortalidad infantil, represión, exterminio, depuración de maestros, homosexuales… Dos décadas que nadie honesto puede defender. Franco era muy astuto y tuvo una suerte enorme a mi juicio: estalló la guerra de Corea en los años 50, cuando España estaba sumida en la miseria, aislada… EEUU vio que España era un punto estratégico para la guerra fría. Entonces, apoya a Franco para que entre en la ONU, instala las bases militares… Yo creo que eso salvó a Franco. Con la liberalización del sistema, España empieza a ir bien a pesar de Franco. Y los que recuerdan que con Franco se vivía muy bien tienen razón. No mejor que ahora, eh, pero se vivía bien, ¿por qué? Porque veníamos de dos décadas de hambre y comienza a aplicarse el plan de estabilización, a abrirse la fronteras... y España crece una barbaridad.
¿Cómo puede hoy un joven de 20 años ensalzar la dictadura franquista? ¿Qué creen que van buscando realmente los jóvenes que lo hacen?
Erik Martínez (E. M.): Como individuos nos corresponde buscar los hechos y ser verídicos con ellos, y estos jóvenes han escuchado una versión blanqueada y glorificada del pasado.
J. A. M. S.: Yo no puedo comprender, por ejemplo, a las jóvenes que van por ahí celebrando el franquismo, ¿acaso saben lo que significaba para una mujer vivir con Franco en el poder? No podían viajar sin permiso del marido, no podían abrir una cuenta corriente, no podían tener un negocio, no podían hacer nada. Eran esclavas del hombre. A poco que investigas te das cuenta de cómo gran parte de la sociedad estaba severamente castigada. Entonces, no sé qué pueden llegar a ver esos jóvenes, no sé cómo pueden glorificar una cosa tan horrorosa, un crimen, un genocidio.
E. M.: Por ejemplo, a los de nuestra generación, por miopías del momento, no nos enseñaron nada del franquismo ni del comunismo, nada. Fue de adulto cuando, de repente, empecé a descubrir las matanzas... Las matanzas de Stalin y Pol Pot, la Revolución Cultural de Mao. Lo mismo me ocurrió con el franquismo.
J. A. M. S.: Cuando vives sin libertad es terrible. Los más jóvenes habéis nacido en ella y la libertad solo la valoras como el oxígeno, cuando te falta. Hoy se piensa que viene de serie y es gratis. No, no, no es gratis, o la defiendes en cada milímetro o la pierdes. Ahora estamos en un momento de desinformación, de nacionalpopulismo, de desprestigio de las democracias y de crecimiento de los totalitarismo. Desde Trump, Putin, Orbán, Meloni, Vox… Me preocupa un poco ese desconocimiento de la juventud sobre lo que es la libertad de verdad.
Preocupa ese desconocimiento de la juventud sobre lo que es la libertad de verdad
A raíz de esto último, ¿piensan que tienden a la banalización quienes comparan la efervescencia reaccionaria actual con la registrada en los años 20 y 30 del siglo pasado?
J. A. M. S.: Sí. No es lo mismo, yo creo que no es lo mismo. No podemos comparar el periodo actual con el de entreguerras.
E. M.: Pero hay rimas. Si no son rimas consonantes, son asonantes.
J. A. M. S.: (Ríe) Eso lo hemos discutido mucho. Yo soy optimista.
E. M.: No, yo también, pero hay una ola de proteccionismo, ahí está Trump con los mandatos del hombre fuerte… Hacemos la metáfora en el libro: esta es la casa de todos. Conviene saber que si hay un avispero en una esquina o una gotera es mejor atenderlos que ignorarlos. España ya ha pasado por ciertas inclinaciones nacionalistas anteriormente y viene bien reconocerlas. Hay que saber un poco de dónde venimos y saber que esta literatura fascista se encuentra en Europa y se encuentra en España. Hay que estar siempre atentos.
¿Puede un país avanzar con sus muertos perdidos en cunetas?
J. A. M. S.: No, creo que esa herida hay que cerrarla. La derecha española se ha resistido siempre a hacerlo. España es uno de los países que más muertos tiene en las cunetas. Yo creo que es muy importante que el PP asuma la Ley de Memoria Democrática como propia, porque está aprobada por el Congreso, por todos los españoles, y eso sería un paso importante para llegar a ese pacto de Estado entre PP y PSOE del que tanto se habla. Cerrar las heridas del franquismo ayudaría a que España pudiera tener ese gran Gobierno de coalición a la alemana.
El Congreso, con el apoyo del PP, aprobó en verano la proposición de ley para ilegalizar la Fundación Francisco Franco. En este punto se plantea una doble vertiente: la moral, porque el recuerdo y homenaje a un dictador es moralmente reprobable; pero también la legal, porque, ¿hasta qué punto una democracia puede permitirse ilegalizaciones políticas?
J. A. M. S.: Creo que en este caso sí es acertado. En Alemania, por ejemplo, hablar bien de Hitler es un delito. En España empieza ahora a estar, de alguna forma, no perseguido pero sí mal visto. Creo que la Fundación Francisco Franco está limpiando la imagen de un genocida, y eso deberá ser delito algún día. La democracia tiene que protegerse y esta fundación jamás debería haber constituido tras la Transición. Es más, pienso que el propio espíritu de la Constitución es contrario al ensalzamiento de un genocida. La democracia tiene que protegerse de los muy antidemócratas porque la pueden socavar desde dentro y destruirla.
La democracia tiene que protegerse de los muy antidemócratas porque la pueden socavar desde dentro y destruirla
La amnistía de 1977 resultó esencial para que España pudiese mirar hacia adelante. Con el tiempo, ¿ha acabado volviéndose perniciosa? ¿Ha provocado que queden aún muchas heridas abiertas?
E. A.: Yo no he vivido la violencia de la dictadura como mi padre. Entonces, solo puedo hablar del tema de la amnistía en el sentido de que la historia de mi familia es una historia violenta [a su padre, José Antonio, lo secuestró y torturó en 1976 un comando franquista de la Guardia Civil]. Hay un punto de injusticia en que los criminales que agredieron a mi padre no tuvieran que rendir cuentas, y están identificados, sabemos quiénes son. Mérito y valor son dos palabras distintas. Tienen mucho mérito los franquistas que cedieron a favor de la democracia y tienen mucho valor las víctimas que aceptaron que los criminales que les habían agredido salieron impunes. ¿Es justo? No, no es justo: nadie tuvo que pedir perdón ni devolver cosas robadas ni pagar por sus crímenes.
J. A. M. S.: Creo que la amnistía fue un bálsamo. A mí me vino muy bien, ¿eh? Yo tenía 30 pleitos por mi trabajo como periodista y por persecuciones políticas. Eso no quita que fuera un precio que tuvimos que pagar los demócratas. Los jóvenes piensan que fue demasiado alto. Pablo Iglesias, por ejemplo, habla de la ruptura del régimen del 78. ¿Pero qué sabe Pablo Iglesias del miedo que teníamos en el cuerpo? La transición, el miedo, nos hizo demócratas a todos: a los franquistas y a los antifranquistas.
La transición nos hizo demócratas a todos: a los franquistas y a los antifranquistas
¿Existe una intención política por que la muerte de una generación sepulte las reivindicaciones de miles de familias que denuncian la represión?
J. A. M. S.: Yo no creo que eso se haga a conciencia. Pienso que el miedo persiste. El miedo se queda grabado y es paralizante. Lo que sí creo de verdad es que cada día que pasa Franco tiene menos culpa de lo que nos pasa hoy. Somos nosotros los responsables de lo que nos pasa. Hoy día ya no te tienes que avergonzar porque tu padre haya sido de la CNT, del Partido Comunista o de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Ha pasado mucho tiempo. Y creo que este es un país maduro. Yo soy muy optimista con España. Tenemos todos la capacidad de cerrar las heridas del franquismo y enseñar sin miedo a los jóvenes quién fue Franco, qué hizo y por qué lo hizo. Y bueno: entender también que la mitad del país le quería y la otra mitad le odiaba, pero todos le temían.
Entrevista en Infolibre
"Es triste ver a chicas y chicos cantando el 'Cara al sol'", un libro explica a los jóvenes quién era Franco
• "Era un tipo frío, sin empatía, un poco psicópata", destaca José A. Martínez Soler, autor junto a su hijo de 'Franco para jóvenes' (Editorial Catarata)
• Erik Martínez Wesley, hijo del periodista: "Estamos todos mucho más cerca de gente represaliada de la dictadura de lo que creemos"
David Gallardo
6 de noviembre de 2024 20:54h Actualizado el 07/11/2024 12:16h
@davidgallardo78
Unos le querían, otros le odiaban, pero todos le temían. No es de extrañar después de cuatro largas décadas de férrea dictadura, aunque incluso el miedo con el tiempo se desdibuja. No se olvida, pero se difumina. Sin embargo, tal fue el imperio de terror impuesto por el 'caudillo de España por la gracia de dios' que todavía a día de hoy sigue provocando cierto pavor. Los más ancianos todavía le mencionan en voz baja, si acaso se atreven a mentarlo sin bajar las persianas. Al mismo tiempo, la ignorancia activa de los más jóvenes, para los que el mundo en blanco y negro nunca existió, les lleva a reivindicar en las calles su siniestra figura con una desvergüenza que abruma.
"Ver a chicas y chicos cantando el Cara al sol me produce mucha tristeza. Es triste, y es por desconocimiento. Esas chicas no saben que durante la dictadura no podían viajar sin permiso del marido, ni tener cuenta corriente en el banco, que eran un cero a la izquierda y no podían hacer nada sin permiso del padre o el marido. Si supieran todo eso, esas niñas no estarían cantando esa canción", apunta a infoLibre el periodista José A. Martínez Soler (Almería, 1947), autor ahora junto a su hijo Erik Martínez Westley (Madrid, 1978) de Franco para jóvenes (Editorial Catarata, 2024), un libro con vocación de objetividad didáctica para retratar en este caso negro blanco al tirano para que los más jóvenes puedan verle al menos en technicolor.
"Cada vez que pasaba por la calle Marqués de Urquijo esquina con Ferraz, veía ahí hace meses niñas y niños jóvenes con banderas de la Falange, con banderas de Franco con la gallina, cruces gamadas...", continúa Martínez Soler, que empezó a sentir entonces la necesidad de hacer algo para hablarles directamente a ellos. "Estaban reivindicando a Franco. ¿Pero saben estos jóvenes quién era Franco? No tienen ni idea. ¿Pero qué está pasando?", plantea, para luego añadir: "El crecimiento de la extrema derecha y el populismo me animó a trabajar en este libro, hecho junto a mi hijo a cuatro manos. Él nació en libertad, y yo quería transmitir que la libertad vale muchísimo pero no la valoras hasta que realmente te falta. Es como el oxígeno, cuando te falta te ahogas. Cuando te falta la libertad es cuando la valoras y espero que a mis hijos no les falte nunca".
Franco ganó la Guerra Civil con la ayuda de Hitler y Mussolini y los efectos del franquismo todavía perduran medio siglo después de su último estertor de muerte. La historia de las guerras y las dictaduras la escriben los vencedores, pero que hayan ganado no significa que tuvieran razón o que los hechos sean buenos o inalterables. La historia cambia a medida que descubrimos más datos. A Martínez Soler, periodista de larguísima trayectoria –director de los telediarios de TVE, redactor jefe de 'El País' y 'Cambio16', así como corresponsal en Estados Unidos de RTVE y del Grupo Prisa o fundador de los diarios '20minutos', 'El Sol' y 'La Gaceta de los Negocios'– le secuestró y torturó un comando de la Guardia Civil franquista en 1976, tres meses después de la muerte del dictador, por un artículo que escribió. Casi no vive para contarlo, aunque a otros les pasaron cosas todavía peores.
En estas cinco décadas desde la muerte del dictador, España ha vivido una transición a la democracia. Cuesta imaginar que nuestros padres, abuelos y bisabuelos, no hace tanto, se estuvieran matando entre ellos. Ahora que aumenta el populismo y la desinformación, con el auge de la extrema derecha en toda Europa, incluida España, es bueno conocer nuestra historia reciente, saber de dónde venimos y poder tomar decisiones que nos lleven hacia un futuro mejor. Las nuevas generaciones heredan esta democracia de apenas medio siglo de vida todavía. "Y deben saber la verdad, porque la verdad nos hará libres", apostilla el periodista, cuyo padre fue teniente en la milicia republicana: "Me crie en una familia muerta de miedo porque había perdido la guerra, por lo que cuando era niño no se hablaba de estos temas, no querían que supiéramos nada por si lo contábamos en algún sitio. Ahora ha pasado el tiempo y nadie tiene la culpa de lo que hiciera su abuelo o su bisabuelo, a cada uno le tocó en un sitio en la guerra, pero sí hay unos agresores y unos agredidos".
Nunca tuvo legitimidad democrática y siempre tuvo miedo de que le fueran a quitar del poder, por eso salía y hablaba poco, además de ser un hombre muy acomplejado
José A. Martínez Soler
Y prosigue: "Me preocupa que cincuenta años después de la muerte de Franco hay todavía miedo a saber qué pasó. Después de medio siglo todavía hay quien tiene vergüenza de hablar del pasado o reconocer que sus abuelos eran franquistas. Ellos no tienen la culpa de lo que hicieran sus abuelos y creo que ya es hora de hacer las paces con la memoria histórica al cabo de medio siglo de la muerte del tirano. Pero para eso, para hacer las paces, no podemos pasar página sin saber lo que pasó. Es que incluso poca gente sabe que Franco fue un general que se rebeló contra la República legítima, que no aceptó el resultado de las urnas de febrero de 1936, donde ganó la izquierda y perdió la derecha. ¿Por qué duró tanto Franco y no pudimos quitarle si era tan malo? Por miedo, porque la gente estaba muy asustada, era la paz de los cementerios. Este hombre murió en la cama protegido por esa inversión en terror. Nunca tuvo legitimidad democrática y siempre tuvo miedo de que le fueran a quitar del poder, por eso salía y hablaba poco, además de ser un hombre muy acomplejado".
Pío XII, el papa nazi que bendijo a Hitler y Mussolini, es una estación de Metro, una avenida y un barrio de Madrid
Erik Martínez Westley
Al no haber vivido la dictadura, Martínez Westley se reconoce "más moderado" que su padre, por lo que de su propia unión emerge esa deseada objetividad, que no es en absoluto equidistancia. "Nuestro pasado más inmediato es lo que más influencia nuestro futuro más cercano. Conviene saber de donde venimos, sobre todo para saber adónde vamos", señala, al tiempo que cuenta a infoLibre que a medida que fueron profundizando en su investigación y documentación para este libro se dieron cuenta de que "hay muchas cosas del franquismo que perduran hoy en día". "Si estudias Historia del Arte te das cuenta de los detalles en los cuadros. Si sabes un poco la Historia reciente, te darás cuenta de los privilegios y las actitudes del franquismo que permanecen en España hoy en día", destaca, poniendo un ejemplo en absoluto baladí: "Ahí tenemos el caso de Pío XII, un papa defenestrado, vergonzoso, que ni el Vaticano quiere reconocer, pero en Madrid tiene una estación de Metro. El papa nazi que bendijo a Hitler y Mussolini es una avenida y un barrio de Madrid".
"Hay muchos que tratan de lavar la cara de Franco y eso no puede ser. Tenemos que poner pie en pared, no pueden lavar la cara de un tirano", tercia su padre, quien pretende también con este título "desmentir los bulos y las leyendas falsas", como la de que "Franco era bueno". "No, hombre, eso de la paz de Franco", puntualiza, recordando que "los más masacrados por la dictadura fueron las mujeres, los maestros y los homosexuales", y por eso hoy día "los fascistas y los franquistas ven la evolución que hay en libertades y se quedan perplejos, porque no aman la libertad". "También hay que desmentir que Franco creara la clase media, porque no es así. Él se negaba a acabar con la autarquía y a reconocer el mercado libre y abrir fronteras, pero no tuvo más remedio porque no había divisas ni para gasolina", apostilla.
Nunca fue demócrata, siempre creyó que el ejército debía tener el poder
José A. Martínez Soler
Además, advierte Martínez Soler, Franco "nunca fue demócrata, siempre creyó que el ejército debía tener el poder", por lo que, desde que perdió las elecciones la derecha en la República, él "se puso en marcha para la conspiración". "Después, en la Guerra Civil es verdad que los dos bandos hicieron barbaridades. Los milicianos republicanos mataron a 6.000 curas y monjas y 50.000 ciudadanos de derechas, pero en el otro bando los franquistas mataron a 150.000 que no pensaban como ellos e iban fusilando a los disidentes. En la zona nacional no había guerra, había exterminio. Esto es muy grave y por eso era tan importante que se aprobara la Ley de Memoria Histórica, porque es un tema pendiente, ya que no podemos pasar página sin saber lo que pasó", defiende, para luego compartir una triste anécdota que refleja perfectamente lo malvado del personaje: "Una historia que cuenta en sus memorias su primo hermano, el general Francisco Franco Salgado Araújo, es que mandó fusilar a un legionario delante de todos sus compañeros porque protestó por el plato de comida del rancho. Franco era un tipo frío, sin empatía, yo creo que un poco psicópata por lo que he leído, que ha sido mucho".
Tercia Martínez Westley para hablar de Rescate, un libro de David Malouf, que cuenta la historia de Aquiles y el rey de Troya, Priamo. El primero mata al hijo del segundo, y éste le pide su cadáver para poder enterrarlo. "Esto hace ya 2.800 años, porque se entiende como una compasión mínima", recalca, relacionándolo con la Ley de Memoria, la exhumación de las fosas y la reparación de las víctimas del franquismo. "Hasta en Ucrania y en Rusia, y en Israel y Palestina, se entregan los muertos para que puedan enterrarlos. Pedimos un poco de compasión y, por lo menos, la no obstrucción. Por lo menos que no nos pongan palos en las ruedas, que dejen que la gente pueda enterrar a sus muertos y cerrar esas heridas. ¿Qué culpa tienen los familiares de nada?", plantea, aprovechando para mencionar otro asunto bien importante: "Nos ha costado encontrar información de los 30.000 bebés robados de mujeres pobres o familias rojas, algo que perduró hasta 1989 o 1992, según se cree".
El miedo nos hizo demócratas a todos
José A. Martínez Soler
Martínez Soler opina, por su parte, que a la derecha les asusta la palabra 'memoria' porque "también tienen miedo ellos, se sienten culpables, y los que se dicen herederos de la dictadura no quieren que se destape esa dictadura". "No quieren que se conozca la verdad y por eso tienen entre miedo y vergüenza", asegura, remarcando en este punto que la supuestamente modélica transición democrática fue posible por un equilibro de temores: "Los franquistas no sabían la fuerza que teníamos los demócratas, y los demócratas no sabíamos la fuerza que tenían los franquistas cuando se murió el tirano. Llegamos a acuerdos entre las dos partes por miedo. Los franquistas por miedo a la revancha de los vencidos, y los vencidos a que los franquistas pusieran otro dictador militar como Iniesta. El miedo nos hizo demócratas a todos".
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Eso sí, transcurrido el tiempo, como decíamos, el miedo no se olvida pero se difumina. Lo tiene claro Martínez Soler, quien recuerda que con la andadura hacia la ansiada democracia "los más franquistas se fueron a la caverna y no molestaron hasta recientemente, quizás unos veinte años". Y sitúa en el calendario una fecha muy concreta como punto de inflexión a partir del cual empezó cierto resurgimiento, que fue creciendo y creciendo poco a poco, al principio fuera de los radares: "Hasta el 11-M no había visto yo un florecimiento de la extrema derecha tan grande. Desde el 11-M se ha exacerbado la violencia verbal, y me parece que la era de la vileza empezó cuando Aznar no reconoció la victoria legítima de Zapatero. Al mismo tiempo, ellos no quieren que se hable de la dictadura. Incluso el líder de Vox dijo que el de Sánchez es el peor gobierno de los últimos ochenta años. Un gobierno democrático peor que todos los de Franco... dice eso porque quieren dictadura y por esos sus chicos llevan la bandera con la gallina. Y ahí está el peligro de que no se conozca la historia, porque la ignorancia activa es terrible".
Por todo ello, recalca Martínez Soler que "ya no vale" lo que se escribió de Franco cuando él estaba vivo, que era "todos haciéndole la pelota". Transcurrido el tiempo, después de tantos lustros de investigaciones, "ya se sabe bastante" de cómo era en realidad el franquismo y todas las atrocidades que cometió están documentadas. Sin embargo, considera "muy grave" que en los colegios aún a día de hoy se hable muy poco del dictador: "Quien no conoce lo peor de su historia corre el riesgo de repetirlo, y en los colegios dan mucha Edad Media o los Reyes Católicos, pero no se llega a Franco en los libros, cuando sin embargo la huella de Franco está más viva que la de la Edad Media o la prehistoria. La huella de Franco sigue vigente, la gente está todavía asustada porque invirtió mucho en terror, estamos marcados, pero no se estudia y no se habla. De aquellos barros tenemos estos lodos de la extrema derecha y estos riesgos de violencia, incluso del ambiente que hay en el Congreso entre el gobierno y la oposición. Desde entonces se ha roto la alternancia legítima en el poder de que la oposición reconoce al vencedor".
Venimos de una historia muy violenta y viene bien atenderlo, no mirar hacia otro lado
Erik Martínez Westley
"Si preguntas un poco, estamos todos mucho más cerca de gente represaliada de la dictadura de lo que creemos", termina Martínez Westley, admitiendo que "cuesta imaginar que nuestros abuelos se estaban matando". "No son ni mejores ni peores, simplemente les tocó, pero no por eso tienen que defender ahora cosas como la corrupción del franquismo. Es importante poder identificar estas cosas, esta es la casa en la que vivimos todos e ignorar las goteras o las grietas no solucionan nada", argumenta, antes de rematar: "España y Europa en general tiene una tendencia a mucha literatura fascista, ya hemos pasado por estas aguas. Viene bien saber de dónde venimos y estar atentos. Venimos de una historia muy violenta y viene bien atenderlo, no mirar hacia otro lado".
En La Ventana de Cadena SER con Carlos Francino y ¡Caramba! el grfan Isaías.
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Entrevista en eldiario.es con Marta Borrás.
Un libro para explicar el franquismo a los jóvenes: “Estudian a la perfección la Edad Media pero no saben nada de la dictadura”
El periodista José A. Martínez Soler, que sufrió un secuestro tres meses después de morir el dictador, y su hijo Erik Martínez Westley escriben a cuatro manos 'Franco para jóvenes', con el que buscan contribuir a desmontar mitos y transmitirles “los horrores” que supuso el régimen
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MEMORIA HISTÓRICA
Erik Martínez Westley y su padre, José A. Martínez Soler.
Erik Martínez Westley y su padre, José A. Martínez Soler. Foto cedida
Marta Borraz
2 de noviembre de 2024 22:48 h 18
“¿Quién es Franco?”. Es la primera pregunta que lanza a modo de título del capítulo uno el libro que José A. Martínez Soler y Erik Martínez Westley han escrito para intentar acercar el franquismo a la población más joven, que arrastran las carencias de un sistema educativo que aún otorga un papel residual a los contenidos sobre la dictadura. Con lenguaje asequible y un tono pedagógico, Franco para jóvenes (Catarata) aborda este periodo histórico marcado por la represión con el objetivo de desmontar los mitos todavía arraigados y evitar la banalización de lo que supuso.
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El libro, que llegará a las librerías el próximo 4 de noviembre, sigue con las preguntas: “¿Qué tengo yo que ver con Franco? ¿Para qué remover la historia? ¿Por qué ahora?”, se cuestiona Erik Martínez en la introducción, como queriendo anticiparse a los interrogantes habituales que intentan justificar la creencia más o menos generalizada de que estos temas deben quedar arrinconados. “Se suele argumentar mucho que qué necesidad de hablar de algo que forma parte del pasado, pero ha transcurrido suficiente tiempo, 50 años desde la muerte del dictador, para que podamos mirar los hechos con objetividad”, esgrime Martínez Westley.
Cuatro son las manos que hay detrás de Franco para jóvenes, dos autores que no por casualidad comparten apellido: son padre e hijo. Un padre, José A. Martínez Soler, que es un renombrado periodista en España que ha pasado por varios medios –y fundado algunos, como 20 minutos– y que sufrió los estragos del franquismo en su propia piel. Y un hijo, Erik, director y guionista de documentales, que reconoce que, si no fuera por eso, no sabría casi nada de la dictadura: “Ahora no es igual, pero a la gente de mi generación (1978) no nos enseñaron nada de los horrores del franquismo”.
Erik creció sabiendo que a su padre creció a su vez siendo el hijo de un republicano en un momento en el que ser rojo era ser señalado y relegado al ostracismo social. También que fue detenido varias veces y que con 29 años fue secuestrado y torturado por haber publicado un artículo en el semanario Doblón sobre la purga de moderados que estaba impulsando Ángel Campano, nombrado director general de la Guardia Civil en el último Consejo de Ministros de Franco y de ideología falangista. Lo que buscaban quienes siempre sospechó que eran un comando del ala franquista del cuerpo era que el periodista les revelara sus fuentes, pero Martínez había podido escribir la pieza buceando en el Boletín Oficial del Estado tras una pista anónima.
Franco “pasó hace mucho”, pero no se quedó ahí
La historia, que cuenta en un capítulo del libro que llama Mi secuestro. Pienso que voy a morir, sirve a Erik para cuestionar la idea extendida de que “Franco pasó hace mucho” y no hay nada que decir sobre él hoy. “Mi padre, como tantos otros, está vivo. Su generación sentó las bases sobre las que caminamos nosotros”, expone. El guionista también alude a las “decenas de miles de asesinados” que permanecen en fosas –“¿Qué culpa tienen sus familiares? Permitamos que cierre esta herida”, les dice a los lectores– y a la amnistía de la Transición. “No hubo que pedir perdón, devolver lo robado o responder ante los crímenes. Esto incluye a los torturadores de mi padre”.
Ambos, además, pretenden dar a entender a los jóvenes cómo los efectos del franquismo “todavía perduran”. José A. Martínez Soler no solo se refiere a la falta de condena unánime del franquismo social y políticamente hablando o a la pervivencia de símbolos o actos de exaltación, sino que habla de algo más invisible pero muy latente. “Creo que el miedo subsiste todavía y habita entre nosotros. Vamos con cuidado, los mayores callan, no quieren hablar de ello y el no te signifiques sigue vigente. Cada vez que sale un tema relacionado con la dictadura saltan chispas y tenemos a un partido, Vox, que de alguna manera la reivindica”.
La del secuestro no es la única experiencia personal que se puede leer en Franco para jóvenes, que está plagado de anécdotas particulares de Martínez Soler. Esto es, dice, una concesión que le ha hecho a su hijo, que insistía en el valor de “hablar de vivencias que golpean el corazón y no son teoría sino realidad”, justifica Martínez Westley. Así, el periodista cuenta, por ejemplo, cómo cuando Franco fue a Almería –él tenía nueve años– colocaron vallas provisionales de escayola o yeso para que “no viera la miseria de mi barrio” o cómo, ya en el semanario Cambio 16, estaba sometido a la censura y no podía utilizar la palabra “huelga” en sus noticias en un momento de enorme conflictividad laboral.
Lagunas en las aulas
Los avances de las últimas décadas en las aulas son palpables, pero las lagunas perviven en el sistema educativo, coinciden varios estudios publicados recientemente, que apuntan a una “minimización” de la represión franquista, una “escasa extensión” relativa al tema en los libros de texto o una falta de referencias a dimensiones como los campos de concentración, el papel colaboracionista que desempeñó la Iglesia –Franco fue caudillo de España por la gracia de Dios, recuerdan los Martínez en el libro– o la represión económica. Además, dibuja un segundo franquismo “edulcorado”, casi tolerable, gracias al cual el desarrollo acabó llegando a España.
Esta es precisamente una de las cuestiones que aborda Franco para jóvenes, que busca entre otras cosas “romper con las leyendas falsas y la desinformación” que hay en torno a su figura, explica Martínez Soler. “Hay mucho de que sí, que Franco fue muy malo al principio pero luego trajo a la clase media y en los 60 y 70 mejoró la economía, pero la realidad es que fue a pesar de él. Partíamos de dos décadas de hambre y miseria que hundieron el país pese a que antes de la Guerra Civil estaba entre los más avanzados, pero él nunca quiso cambiar el sistema autárquico que defendía. Sin embargo, se vio obligado porque no había divisas ni para gasolina”, describe el también economista.
A Martínez Soler le preocupan especialmente algunas creencias que escucha, como la que afirma que “con Franco había más orden y paz”. “Esto no es verdad, había la paz de los cementerios, del silencio sepulcral”, ilustra el periodista, que considera peligroso cómo muchos de estos mensajes pueden acabar calando en la juventud si no hay “una vacuna” en las aulas ante la desinformación. “Han estudiado a la perfección la Edad Media pero no saben lo que supuso la dictadura ni lo cruel y tenebrosa que fue. A mí me da mucha lástima ver a jóvenes en Ferraz con el brazo en alto y cantando el cara al sol cuando Franco lo que hizo fue una inversión brutal en terror”.
Si hay algo que caracteriza al libro es la mesura y el intento por transmitir la información “de la forma más objetiva posible”. Eso pasa también por explicar cómo la Guerra Civil “fue horrible en ambos lados”, que hubo ejecuciones por parte tanto de los republicanos –unas 55.000 personas– como de los franquistas –150.000– o admitir que entre los sublevados “seguro que hubo gente honrada que callaba por miedo”, ejemplifica Martínez Soler. Pero tampoco todo eso “es comparable” con la persecución, violencia e intento de exterminio desplegado durante la dictadura en lo que los franquistas llamaron “tiempos de paz”.
“De la misma manera que yo no justifico dictaduras de izquierdas ni los excesos del bando republicano en la guerra civil española, nadie razonable debería sentirse obligado a defender hoy la dictadura de Franco”, afirma Erik Martínez. Para Martínez Soler la clave es también “no ser equidistante” porque “no hay equidistancia posible entre el agresor y el agredido”. Para el periodista, ya jubilado, la lección más importante que la juventud (y no solo) podría entresacar de entre las páginas del libro es una sobre la libertad. Y por eso les dice: “Heredáis esta democracia de medio siglo. Viene bien que sepáis sobre qué cimientos está alzada porque la libertad es como el oxígeno, no sabes lo valiosa que es hasta que te falta”.