Una de las claves de las elecciones elecciones presidenciales en Estados Unidos de este 5 de noviembre está en su complejo sistema electoral. Complejo y particular: los comicios los puede ganar un candidato aunque no tenga más votos que su rival; más votos en el conjunto del país.
La base del sistema es aquello de que the winner-takes-all. Un solo voto en un estado concreto puede terminar decidiendo la presidencia. Porque por un voto de diferencia se ganan TODOS los delegados de ese estado.
Un candidato puede obtener la mayoría de votos en todo EE UU, pero si pierde en cantidad de votos del Colegio Electoral, no conseguirá imponerse en el resultado final. Bien lo sabe Donald Trump. El republicano alcanzó la presidencia en 2016 pese a obtener menos votos que Hillary Clinton en el conjunto del país.
¿Es poco democrático el Colegio Electoral?
Ya lo había dicho la demócrata en 2000, cuando el increíble recuento de votos de Florida: "Creo de verdad que en la democracia debemos respetar la voluntad del pueblo y para mí eso significa que es tiempo de deshacernos del Colegio Electoral y optar por una elección popular para escoger a nuestro presidente". Y el propio Trump dijo en 2012 que lo del Colegio Electoral era "un desastre para la democracia". Pero las reglas de juego ni se cambiaron entonces ni tampoco ahora.
Así, en las elecciones de 2016, Clinton obtuvo 65.853.514 votos (48,17%) por los 62.984.829 votos (46,15%) de Trump. Pero la esposa de Bill Clinton no llegó al despacho oval. El republicano ganó porque reunió 304 votos electorales frente a los 227 de ella.
Mientras Clinton consiguió 2,8 millones votos más, pero sólo triunfó en 20 estados y en Washington DC, Trump ganó en 30 estados. De ese modo, el republicano sumó 304 votos del Colegio Electoral: 34 más de los 270 requeridos para hacerse con la presidencia.
Las razones de la victoria de Trump
¿Cómo ganó Trump? ¿Dónde cimentó su victoria en 2016? ¿Qué estados que le dieron el triunfo? ¿Volverá a ocurrir? A esta última pregunta no podemos contestar, pero sí a las otras. Son datos que proyectan mucha luz sobre el actual escenario.
El candidato del Partido Republicano logró ganar en cinco estados que en 2012 se habían decantado por Obama: Iowa, Wisconsin, Ohio, Pensilvania y Florida. Trump ganó en todos los estados clave, menos en Nevada. "Aseguró que cambiaría el aspecto del mapa electoral del país, al poner en la columna republicana a los estados demócratas enclavados en un Medio Oeste de decadencia industrial, con su retórica anticomercio. Lo logró", escribió entonces Stephen Collinson en su análisis postelectoral para CNN.
"Dijo que humillaría al sector más talentoso del Partido Republicano en una generación. Lo logró. Afirmó que podría enseñarles a los republicanos a derrotar a su némesis (los Clinton). Lo logró", aseguraba el analista.
La clave estuvo en los cuatro estados de los grandes lagos: Michigan, Pensilvania, Wisconsin y Ohio, una parte de EE UU muy golpeada por la desindustrialización derivada de la deslocalización. Estos cuatro estados sumaban 64 votos electorales y Trump logró que pasaran de votar demócrata a votar republicano. La diferencias fueron mínimas (entre tres décimas y 1,1 puntos), salvo en Ohio (el magnate ganó por más de 8 puntos).
En 2024, siete estados serán los determinantes: de nuevo Wisconsin, Pensilvania y Nevada, pero también Georgia, Arizona, Michigan y Carolina del Norte. En 2020, Joe Biden se impuso en seis de estos siete estados por una muy estrecha diferencia.
Voto blanco y masculino
En 2016, fue el voto blanco y masculino el que le dio la victoria a Trump. Le votaron mayoritariamente los hombres. Del voto masculino, el 53% fue para Trump y el 41% para Clinton. Es más, en las zonas rurales logró un 72% frente a un 24% de ella. Fue en esa América profunda donde el republicano obtuvo sus mayores márgenes entre los hombres blancos.
El voto de la mujer sí lo ganó la ex secretaria de Estado. La mayoría de las mujeres se decantaron por ella. La demócrata recibió el 54% del voto femenino, mientras que el 42% fue para el republicano. Pero, en realidad, Clinton consiguió un porcentaje de votos de mujeres menor que Barack Obama en 2012 (el expresidente logró el 55%).
La candidata demócrata arrasó entre los votantes negros. Un 88% de los votantes afroamericanos respaldó a Clinton, frente a un 8% que votó por Trump. Pero de nuevo Hillary hizo peor resultado que Barack, que cuatro años antes había recibido el 93% del voto negro. Del voto blanco, ella sólo recibió el 37% (cuando Obama tuvo un 39%).
Tres mensajes y tres factores
Bajo los números, las razones. Los analistas ha tenido años para desmenuzar el por qué de la victoria de Trump en 2016. Podría decirse que le funcionaron tres mensajes:
- El rechazo al sistema y a la clase política tradicional (la experiencia de Clinton, que era su gran activo, se convirtió en su debilidad)
- El discurso del miedo y el eco de los medios de comunicación
- El discurso antiinmigración
A eso se sumaron otros tres factores:
- La impopularidad de Hillary Clinton
- El desencanto con la situación económica
- El voto oculto
Los votantes de Trump se sintieron dejados de lado y excluidos por inmigrantes, políticos y minorías"
"Los votantes de Trump se sintieron dejados de lado y excluidos por inmigrantes, políticos y minorías (gays, afroamericanos, entre otros), que son los grandes actores de esta nueva sociedad diversa. Por eso vino el miedo. El miedo que han perdido esa sociedad homogénea de la que eran los dueños, líderes, prósperos, relevantes y mayoritarios", escribía Roberto Izurieta en CNN, unos días después de la victoria de Trump.
Votantes que se sienten excluidos
En 2016, la clase media se había empobrecido y los republicanos (con sus medios) consiguieron hacer verosímil la idea de que la culpa era de las políticas de los demócratas. Y así, el discurso antiinmigración de Trump caló hondo en ese segmento de blancos pauperizados, en particular en las áreas rurales de los estados indecisos, como Florida, Carolina del Norte, Wisconsin, Ohio y Pensilvania.
Además, dice Izurieta, el republicano se enfrentó a los magnates del mercado financiero y a los arrogantes, "todos aquellos que esos votantes sienten que los miran con condescendencia, y los han excluido". Porque, escribió el analista, "irónicamente, si bien Trump es un hombre muy rico (así parece), no es parte del mundo económico que ellos resienten. Por el contrario, lo han marginado a pesar de ser blanco y rico porque no tiene la clase y la sofisticación que demanda pertenecer a ese grupo de poder (sobre todo en la ciudad de Nueva York)".