La caótica sesión de este lunes por la noche y madrugada del martes, durante la comisión de Hacienda en el Congreso, ha arrojado un resultado mucho más descafeinado de las aspiraciones que tenía en un principio el Ejecutivo. Para empezar, se ha aprobado el verdadero objeto de este proyecto de ley, que es el nuevo impuesto mínimo global del 15% a las empresas multinacionales, trasposición de una directiva europea.
El impuesto a las energéticas queda derogado tal y como estableció el acuerdo del Gobierno con Junts -a la espera de ese decreto que anunciaron ERC, Bildu y BNG-. También ha quedado bloqueado el impuesto a la banca, siempre y cuando el Pleno del Congreso no lo resucite el jueves.
De igual forma, el Gobierno ha cedido ante el PP y no gravará el diésel y el PSOE ha votado en contra de acabar con la ventaja fiscal de la que disfrutan las llamadas socimis (sociedades cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario), algo que había acordado con Sumar en el marco del Gobierno de coalición. Los socialistas sí han votado a favor de subir al 21% el IVA de los pisos turísticos, pero esta medida no se ha aprobado por la oposición de Junts y PNV. Sí ha salido adelante subir dos puntos el IRPF para las rentas del capital por encima de 300.000 euros.