El interés por hacer turismo no entiende de edades. El 77% de los mayores de 55 años tienen planeado viajar por ocio en 2025, según el V Barómetro del Consumidor Sénior publicado recientemente por el Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre. Este perfil de viajeros está cada vez más presente en una población envejecida como la española y supone una oportunidad para el sector turístico para desestacionalizar la actividad y repartirla a lo largo del año, al contar con más tiempo disponible y una mayor capacidad de gasto.
El peso de los viajeros de edades avanzadas ha crecido progresivamente en los últimos años, desde representar menos del 30% de los turistas nacionales en 2019 a superar el 32% en 2023. Es decir, casi un tercio del total superan ya los 55 años. En concreto, a la espera de conocer los datos de 2024, el año pasado el 16,7% de los viajeros residentes tenían entre 55 y 64 años y el 15,7% superaban los 65 años, según el INE. Esto se traduce en que dos de cada tres residentes en España de entre 55 y 64 años y uno de cada dos mayores de 65 viajaron dentro o fuera del país.
"Los destinos apuestan por captar este tipo de turista porque se concentran dos factores: tienen tiempo y dinero", explica Rosa Rodríguez, directora del Instituto Universitario de Turismo de la Universitat Jaume I, que recuerda que la pensión media de jubilación ronda actualmente los 1.500 euros mensuales. Y es que, aunque se habla de turista sénior a partir de 55 años, el peso de jubilados con edades más avanzadas es notable. "Al no tener una vinculación laboral pueden viajar en cualquier momento del año y esto es clave para desestacionalizar la demanda, tanto ellos como los destinos intentan aprovecharlo", coincide Diego Santos, profesor de EAE Business School y experto en turismo, que añade que, en el caso de haber tenido hijos, el poder adquisitivo suele recuperarse en esta etapa, cuando los vástagos ya son independientes económicamente.
Además, se trata de un grupo cada vez más numeroso. Según datos del INE, la población mayor de 55 años ha crecido un 7% en los últimos cinco años hasta sumar en total más de 16,3 millones de personas. "Es el grupo de edad que más está creciendo. Son un público prioritario para el turismo, un motor de desarrollo", opina Iñaki Ortega, experto en economía sénior y directivo de LLYC. "La esperanza de vida ha subido bastante y muchas de las personas que llegan a estas etapas están en buena condición física. Coincide además con que la generación del 'baby boom' se está empezando a jubilar, de ahí que el crecimiento del turista sénior sea clave, siempre que la salud acompañe", añade Santos.
Este público es especialmente atractivo para algunos sectores por sus preferencias. Por ejemplo, en líneas generales, tienden a alojarse más en hoteles. Según el barómetro de la Fundación Mapfre, el 68% de los viajeros de más de 55 años opta por esta fórmula, seguida por el hospedaje en viviendas propias o de familiares o amigos (31%). "Es un público muy fiel a los hoteles", destaca Ortega. Además, también es generalizada la preferencia por hacer turismo dentro del país. Entre quienes planean viajar en 2025, el 68% lo hará sin cruzar las fronteras. Aun así, un 32% se desplazará al extranjero. De hecho, según las previsiones de ObservaTUR para este invierno, el turismo sénior es uno de los segmentos para los que se espera un mejor comportamiento, con "una demanda en aumento" y una oferta "claramente al alza".
Más allá de los viajes del Imserso
Los turistas sénior no solo son cada vez más, sino también más activos. "No se les puede considerar personas retiradas que solo quieren tranquilidad y descanso. Hay que superar el estereotipo de pensar en los mayores como débiles. Están viviendo una segunda juventud", señala el directivo de LLYC y consejero asesor del Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre. Los datos del Barómetro del Consumidor Sénior apuntan a que la disposición para hacer turismo se mantiene muy elevada en edades avanzadas, especialmente hasta los 69 años. En esa franja, más de un 80% de los encuestados tiene viajes planeados para el próximo año y a partir de los 70, un 69%.
"El perfil del turista sénior ha cambiado mucho. No es la persona aquella jubilada a la que se le ofrecía un programa para que pudiera salir de su pueblo, algo que no había hecho durante la etapa en la que trabajaba, sino que ahora, por ejemplo, muchos de quienes están llegando a la edad de jubilación cuentan con formación", expone la Instituto Universitario de Turismo de la Universitat Jaume I. "Es un turista que ya ha viajado, es algo que le gusta y quiere seguir haciéndolo", añade.
Este cambio de perfil obliga a repensar el modelo que tradicionalmente se ha utilizado para potenciar el turismo entre los mayores -y con ello favorecer el mantenimiento de la actividad turística más allá de la temporada alta- con programas públicos de viajes subvencionados. Los más famosos son los del Imserso, pero también las comunidades autónomas y las diputaciones provinciales han puesto en marcha numerosas iniciativas en esa misma línea. Entre las más recientes destaca el Bono Viaja +65 de la Generalitat Valenciana, un programa piloto lanzado este año que cubre el 40% de la reserva y da más flexibilidad al beneficiario a la hora de elegir la duración, el lugar o las actividades en destino.
"Las personas que se incorporan a la generación sénior ya no tienen esos miedos o esas reticencias que antes justificaban unos viajes muy organizados, con un acompañamiento importante llevándolos a un destino y a lo mejor no salir de allí. Esto ha cambiado", valora Rodríguez. "Eso que antes se asociaba a un autobús lleno de séniors que viajaban todos juntos en grupo, ahora ya ha cambiado mucho", coincide Santos, que invita incluso a reflexionar sobre si, a la luz de estos cambios sociales, siguen siendo necesarios este tipo de programas públicos de turismo social. "Hoy una persona de 60 años es como una de 40 hace treinta. Hay que actualizar toda la oferta turística y tiene que haber estrategias específicas para este público", añade Ortega.