James Fallon era un psicópata bueno. Reputado neurólogo de la Universidad de California, realizó numerosos estudios sobre el cerebro criminal. Investigador, profesor, asiduo de las TED talks, ayudaba a perfilar delincuentes en series de televisión y se rumorea que asesoraba a la CIA. El hallazgo que lo catapultó a la fama internacional fue, como suele ocurrir, fruto de una casualidad. Podemos descubrir a un psicópata a través de un escáner, y no todos los psicópatas son malos. Una esperanza en términos de reinserción, terapia y prevención delictiva, que podría revolucionar el código penal.
James Fallon era el hombre que buscaba psicópatas y se encontró a sí mismo. Durante uno de sus estudios, se dispuso a buscar patrones en el cerebro de varios asesinos psicópatas condenados. Para ello utilizó un grupo de control y pidió a sus familiares que se sometieran al análisis. Cuando observó los resultados se dio cuenta de dos aspectos clave. El primero confirmaba la teoría de que los psicópatas tienen un cerbero distinto al “nuestro”. El segundo es que él mismo era uno de ellos.
El cerebro del psicópata se puede ver, fotografiar y distinguir
Las técnicas de neuroimagen son capaces de desvelar las variaciones morfológicas del cerebro psicópata. Las más habituales son las tomografías y resonancias magnéticas. Es decir: el cerebro del psicópata se puede ver, fotografiar y distinguir. Ya en los años 90 el psicólogo y criminólogo Adrian Raine había mapeado la cabeza de asesinos conocidos. Fallon descubrió que todos los criminales analizados reflejaban las mismas anomalías, y su propia cabeza presentaba esas idénticas variaciones.
De hecho, Fallon no era especialmente empático. Tenía una conducta algo arriesgada, no era capaz de sentir culpa o arrepentimiento, y podía llegar a ser un tipo muy frio. La distinción entre aquellos asesinos residía en que, en lugar de dedicarse a matar, él había sido capaz de canalizar sus predisposiciones en algo más pacífico, el mundo académico.
Zonas afectadas en el cerebro psicópata
La neurociencia nos indica que el cerebro psicópata es diferente, y podemos verlo a través de un escáner.
La corteza prefrontal es la región fundamental en la toma de decisiones, control de impulsos y regulación conductual. En individuos psicopáticos, se ha observado una notable reducción en su actividad y volumen. Estas variaciones pueden llevar a comportamientos impulsivos, trastornos de personalidad, comportamiento arriesgado, e incluso la incapacidad para aprender de los errores.
La amígdala es una estructura clave para el procesamiento de emociones como el miedo o la capacidad empática. Una menor actividad explicaría la falta de respuesta emocional o la insensibilidad hacia los demás. La ira, el placer, el peligro o la ansiedad pueden quedar distorsionadas.
El cuerpo calloso conecta el hemisferio derecho con el izquierdo. Una anomalía generaría déficit afectivo, que a su vez puede explicar acciones frías y calculadas.
La capacidad empática, primer rasgo diferenciador de todo psicópata, se halla en gran parte de estas regiones mencionadas. Pero más allá de lo anecdótico, el descubrimiento de Fallon demuestra que incluso una predisposición biológica a la conducta antisocial no necesariamente implica violencia o delito. Para acabar siendo un asesino se activan más condicionantes, desde las experiencias, la educación o la socialización.
El hecho de que ciertos individuos nazcan con un cerebro diferente, en parte capacitado para hacer el mal, se ha convertido en tema de debate a nivel filosófico, sociológico e incluso jurídico. También ciertas lesiones, a lo largo de la vida, son capaces de alterar algunas de estas áreas. Uno de los casos más estudiados en Criminología es el de Phineas Gage, un joven que, tras una explosión, recibió un golpe en la cabeza y cambió de personalidad.
Los avances en neurociencia se han convertido en un reto para el derecho. En España, el uso de técnicas de neuroimagen en el procedimiento penal como prueba de descargo lleva cerca de 10 años aplicándose, aunque sin demasiada acogida. En otros países, como EEUU, sí tienen una mayor aceptación. ¿Hasta qué punto dejamos de ser libres por nuestra morfología o química?
Los recientes estudios parecen indicar que hay cada vez más explicaciones científicas al comportamiento violento. En la gran mayoría de los casos no sirve como justificación, pero sí es útil en términos de prevención o terapia. El neuroderecho se sigue forjando también en este ámbito. La ciencia y la psicología son una ayuda en la configuración de una correcta justicia. James Fallon murió tal día como hoy, el 20 de noviembre de 2023, y su legado perdurará en el tiempo. Es el ejemplo perfecto de libertad: aunque podamos estar programados, somos libres de elegir a dónde vamos.