Contra la soltería

En mi top de momentos incómodos está uno en el que me encontré con mi padre a un vecino en el ascensor. Llevábamos tiempo sin ver a su pareja, así que le preguntamos por ella. Nos contó que se habían separado y mi padre saltó con "los jóvenes de hoy no aguantáis nada". Casi me lo cargo, aunque no fue por fastidiar, le salió del alma y con más pena que otra cosa. Total, que el vecino lleva años sin saludarle.

Por aquel entonces yo aún no estaba casado ni tenía hijos. Estaba escribiendo un libro titulado Treinteenagers en el que sacaba pecho de vivir sin trabajo fijo, ni casa ni pareja, pero pasándolo pirata. El mismo día que envié el manuscrito a la editorial, pensé: "Esto es una gilipollez". Al escribir sobre la adolestreinta me había dado cuenta de que esa vida precaria era la consecuencia de no asumir responsabilidades propias de mi edad y que eso no era motivo de orgullo. Y que la culpa de no vivir lo que me tocaba era mía.

Está de moda decir que ahora todo es muy difícil, no como nuestros padres y abuelos que lo tuvieron tirado para encontrar trabajo y casa. No es cierto, vivieron posguerras, transiciones y crisis económicas como los que más. Lo que sí hicieron diferente las generaciones anteriores fue lo de hacerlo todo en pareja. Hubo muchas a las que les salió fatal y se tomaron al pie de la letra lo de aguantar, pero hay más a las que les salió bien sumar la vida. Pero es que hoy vivimos una época en la que se ha romantizado todo, menos el amor romántico.

La vida en pareja se asocia a falta de libertad, así que se ha cambiado por comprar ropa en Primark, pedir un Glovo y viajar en verano a una isla que queda genial en Instagram. Se ha cambiado por lo que cuesta dinero. Superlibre todo. Culpa o no del capitalismo, según el INE España sumaba 14 millones de solteros en el último trimestre del 2023, con un aumento del 10% en la franja de edad de 21 a 39. Paradójicamente, hay más acceso a las relaciones que nunca gracias a las apps de ligue. El problema es que se han mercantilizado, hay una sensación de oportunidades en forma de match infinitas. También se han superficializado, el verdadero acceso es al sexo, lo que en ocasiones conlleva sensación de insatisfacción.

Las cifras también hablan de la era del cuidado narcisista que vivimos. Si priorizas querer a alguien más que a ti puedes resultar sospechoso de judeocristiano. O de tener problemas de salud mental. En las relaciones de hoy, en cuanto dos cosas no cuadran, hay que quererse a uno mismo y tirar por la calle de en medio. En cambio, en el trabajo se aguantan jefes, horario y sueldos indignos, y siempre volvemos a darle otra oportunidad. A las parejas no se les tolera ni media. Algunas porque no lo merecen, pero también hay otras en las que las dos cosas que no funcionan pasan por asumir responsabilidades. Total, que si eres mi vecino y te has divorciado mejor no me saludes.

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