Las personas somos quienes somos, en gran medida, en función de nuestras circunstancias. Sin embargo, la personalidad siempre subyace, y hay determinados rasgos según los expertos en salud mental que nos caracterizan, y que inclinan la balanza hacia un lado o hacia otro. Más extrovertidos y sociables, con un carácter reservado, de muchos o pocos amigos… nuestra manera de presentarnos en sociedad va a provocar que nuestros interlocutores confíen en lo que les decimos o no.
Por ello, más allá de nuestra forma de ser, la psicología habla de determinados rasgos de nuestro carácter que nos hacen más o menos confiables para los demás, y de la importancia de la primera impresión, que en muchos casos es determinante para generar esa conexión cercana con el prójimo. ¿Quieres saber cuáles son esas cinco señales con las que las personas que 'no son de fiar' se muestran a los demás?
Una generosidad excesiva
Lo que a priori debería ser un punto a favor en cualquier persona, el hecho de ser especialmente generosos, en el caso de este grupo de población que no suele inspirar confianza desde el primer contacto es todo lo contrario. Según la psicología, estos perfiles se adelantan a cualquier previsión haciendo regalos costosos, y ofreciéndose a ayudar de manera insistente y (aparentemente) desinteresada.
¡Nada más lejos de la realidad! Con estas acciones, en realidad lo que buscan es un cierto modo de manipulación sutil, consiguiendo el control de las situaciones y teniendo a sus interlocutores a su merced, aunque obviamente sin que éstos se den cuenta. La idea final es crear en el prójimo una especie de sensación de deuda emocional, en la que estas personalidades se mueven como pez en el agua. Así pues, resulta imprescindible averiguar si esa generosidad es auténtica o fingida.
No admiten que les pongan límites
Puesto que son personalidades que 'arrasan', en el sentido literal de la palabra, son absolutamente incapaces de respetar las líneas rojas de los demás, ni sus límites. Las personas que generan desconfianza suelen invadir el espacio personal sin importarles las demandas en el sentido contrario.
Así pues, hablamos de personas que desprecian los límites ajenos, con una intrusión física y emocional en la vida de los demás. Si se les reprende su actitud, al final son capaces de 'darle la vuelta a la tortilla' de manera que, al final, el culpable termina siendo el otro, nunca ellos.
Exhiben su carisma siendo extraordinariamente simpáticos
Quienes no son de fiar muestran un tercer rasgo común, que suele ser el de sacar a pasear un encanto personal perfectamente estudiado, un carisma a priori envidiable y una simpatía y dotes sociales fuera de lo común. Sin embargo, enseguida esa falsa apariencia se derrumba, puesto que además de ser falsa, carece de profundidad. Trabajan la imagen perfecta de una manera milimétrica pero claro, ni la perfección existe, ni ellos son los más indicados para exhibirla.
La empatía no entra en su vocabulario social
Aunque aparentemente son generosos y simpáticos, sociables y carismáticos, en realidad carecen de la empatía necesaria para conectar con la confianza ajena. Las personas poco confiables tienen serias dificultades para ponerse en el lugar de los demás e intentar comprender sus emociones. Estos perfiles siempre van a priorizar sus propios intereses, por encima de los de cualquier otra persona, sea quien sea.
Cuando parecen escuchar, en realidad no están queriendo asimilar el dolor ajeno, se muestran fríos o le quitan importancia a los que les sucede a los demás.
No cumplen sus promesas
La última señal de alerta que caracteriza a las personas que no inspiran confianza en el resto es la incoherencia de sus actos, prometiendo mucho y no cumpliendo nada después. Este dato indica que no tienen unos valores sólidos ni auténticos, aparentando ser perfectos pero desmoronándose al poco tiempo por lo inconsistente de su personalidad. Es una persona de cara a la galería, y otra en realidad.