La Playa del Saler, en el Parque natural de la Albufera valenciana, está desierta. Un precinto policial impide el paso a los visitantes, aunque la arena, generalmente fina y dorada, se asemeja más a un barrizal en estos días. El acceso al agua es prácticamente imposible debido a la barrera de cañas, troncos de árboles, objetos de plástico y restos de vehículos que la riada de la semana pasada arrastró hasta aquí.
En ese amasijo es donde un despliegue policial busca los cadáveres de las decenas de desaparecidos que aún no han sido identificados en las morgues de la ciudad. De entre las montañas de caña, aparecen de tanto en tanto agentes de la Guardia Civil acompañados por perros. Este miércoles, admiten haber encontrado cadáveres de gallinas, jabalíes, ovejas y hasta cerdos procedentes, probablemente, de la granja de Torrent de donde desaparecieron dos niños, cuyos cuerpos no han sido aún localizados. Desde el pasado lunes, cuando el mar arrojó a la playa tres cadáveres, no ha vuelto a aparecer ninguno.
"Como en la zona cero ya son los subacuáticos de la Guardia Civil, Bomberos y UME los que están haciendo el trabajo en los garajes, nosotros, los guías caninos, nos estamos desplazando un poco afuera y mirando el litoral porque la corriente ha traído hasta aquí cadáveres de animales y personas", declara Diego Duque, cabo primero del servicio cinológico de la Guardia Civil. Su perro ha encontrado numerosos animales durante la jornada, pero no hay rastro de cuerpos humanos. "Gracias a Dios, hoy solo hemos encontrado animales, pero mientras siga habiendo desaparecidos, es una posibilidad. Los que queden, ahora hay que ir buscándolos y tener paciencia, no nos queda otra".
La Policía Nacional y la Guardia Civil contabilizaron 93 desaparecidos activos a causa de las inundaciones del pasado 29 de octubre. Buena parte de ellos, que son exclusivamente aquellos cuyos familiares han denunciado su desaparición, podrían estar entre los 54 cadáveres localizados, pero aún sin identificar en las morgues de Valencia. En cualquier caso, existirían alrededor de 40 cuerpos que estarían aún por localizar y que, probablemente, hayan sido arrastrados por la corriente hasta el mar.
Duque sube por una montonera apilada de cañas. Su perro ha localizado algo, pero de nuevo es una falsa alarma. Detrás de ellos, patrullan dos lanchas de la Policía Nacional. De tanto en tanto los agentes bajan a la costa a comprobar si lo que han visto es o no un cuerpo humano. Un helicóptero pasa por encima de sus cabezas. Ningún cadáver ha aparecido hoy en las costas valencianas.
Los pescadores de la Albufera asisten en la búsqueda
La carretera que conecta El Saler con Valencia continúa hacia El Palmar bordeando, por el lado contrario a la playa, la laguna de la Albufera. Este hábitat natural protegido, que alberga numerosas especies de aves migratorias y que es la tierra por excelencia de los arrozales valencianos, está normalmente surcada por barcos pesqueros que hacen también las veces de atracción turística.
Desde la DANA, apenas se ha visto a ningún turista por la zona y la actividad pesquera ha tenido que ser paralizada. Sin embargo las pequeñas embarcaciones tradicionales están saliendo cada mañana, acompañando a los buzos de la Guardia Civil en su búsqueda de cuerpos humanos también en la laguna.
"El domingo por la noche me llamó un Geas (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil) porque tenía necesidad de que pusiéramos a disposición tres embarcaciones para poder acompañarles y enseñarles la zona. Automáticamente me puse en contacto con todos los pescadores y al día siguiente tenía a disposición seis barcas", explica Amparo Areisa, secretaria de la Comunidad de Pescadores del Palmar. "De momento no se ha encontrado ningún cadáver en lo que es el lago de la Albufera, pero está siendo la esponja que está absorbiendo toda la cantidad de residuos, aguas fluviales y fecales que están viniendo a través del barranco del Poyo".
Durante toda esta semana, los pescadores de la pequeña localidad, en realidad una pedanía dependiente de Valencia capital, han salido a las turbias aguas de la laguna para ayudar en el, hasta ahora, infructuoso intento de localizar cuerpos sumergidos. Por encima de la laguna, sobrevuela también un dron pilotado por agentes también de la Guardia Civil desplazados desde Madrid.
El pasado fin de semana, apareció un cuerpo entre las cañas de los arrozales que fueron arrancadas por la riada la semana pasada, pero nada se ha encontrado en las aguas.
Recuperar los espacios naturales
Una vez que se localicen los cuerpos de todas las víctimas y se hayan despejado las calles de las poblaciones afectadas de vehículos destrozados, fango y muebles podridos, las consecuencias de la histórica DANA seguirán presentes en los espacios naturales de la provincia de Valencia y las economías locales que dependen de ellos.
La misma Albufera está sufriendo las consecuencias de los miles de litros de fango arrastrando todo tipo de materiales que siguen llegando día a día a sus aguas. La Comunidad de Pescadores del Palmar está analizando los efectos devastadores que tuvieron anteriores riadas, que traen consigo la especie de numerosa fauna y rompen el delicado equilibrio del ecosistema de la laguna. La conclusión es que las secuelas podrían ser incluso peores que las de la pandemia.
"Tenemos las barcas y la gente que podría estar ya coordinada en un equipo de voluntarios para empezar a quitar esos residuos que han ido bajando porque hay muchísimas cañas y muchísimas cosas que se podrían ir, pero necesitamos un poco de coordinación", declara Amparo Areisa. "No podemos hacer mucho tampoco nosotros, pero es que a mí me enseñaron que tota pedra fa pared y tenemos aquí recursos locales que están parados y que podemos poner en marcha. Queremos sentirnos útiles".
El Gobierno central anunció el martes que financiará el 100% de los gastos de emergencia de los ayuntamientos, como la retirada de lodo y enseres inservibles, la rehabilitación de la red de agua potable, el alojamiento y manutención de los vecinos, etc. y hasta el 50% de la reparación de sus infraestructuras.
De vuelta a las playas del litoral, una cuadrilla de unos 30 trabajadores vestidos con ropa reflectante destaca en la inmensidad de la hilera de cañas y plásticos de la playa del Saler. Son empleados de limpieza del Ayuntamiento de Valencia. Su tarea apenas acaba de empezar y requerirá de excavadoras y maquinaria pesada para poder dejar la playa utilizable en un futuro medianamente cercano.
"Estamos hablando de miles de metros cúbicos de caña para retirar. Sí que he visto temporales, lógicamente, pero no con esta magnitud", declara Jacobo Llorens, técnico de Centrever, la subcontrata de limpieza del Ayuntamiento de Valencia y director de la cuadrilla. "La caña resiste mucho y, para que la playa pueda volver a ser de uso público, hay que retirarla toda porque puede ser peligrosa".
Un enorme tronco de árbol destaca tras la montaña de cañas, introduciéndose en el mar. Entre sus ramas quedaron atrapadas varias vigas de madera de enorme tamaño. Son los restos de los ocho puentes del parque fluvial en el que se encuentra la playa del Saler. La riada no dejó ni uno solo de ellos en pie.