Las denominadas tarjetas revolving siguen siendo uno de los productos financieros más polémicos que comercializan los bancos en España. En síntesis, se trata de una herramienta que permite aplazar y fraccionar los pagos de las compras realizadas por los consumidores. Su peligro radica en que el cobro de la deuda no se realiza a mes vencido como en una tarjeta de crédito sino que se planifica en cuotas mensuales que a su vez generan intereses muy elevados.
En 2024, en un contexto en el que los tipos de interés están tendiendo a la baja, los precios de estas tarjetas se han encarecido de media hasta un 23,24%, lo que supone más de dos puntos que en 2023 (21,07%), según revela la VIII edición del Barómetro dedicado a las revolving que elabora la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin).
"La media del mercado arroja una TAE del 23,24%, superando ampliamente el tipo de interés 'razonable', en el entorno del 20%, que nuestros juzgados consideran libre de usura", asegura Asufin, que considera que estas tarjetas "son una trampa financiera para el consumidor" que "lejos de moderar su precio lo han elevado" en un momento en el que los bancos están reduciendo los intereses al ahorrador en productos como depósitos o cuentas remuneradas.
"Esta subida se explica, fundamentalmente, por el encarecimiento de las tarjetas más caras, como la Tarjeta Después Oro, de BBVA, que ostenta el primer puesto, con un coste de emisión y renovación de 80 euros anuales, y una TAE al 41,48%. Esto significa desembolsar 379,20 euros por financiar 1.000 euros a dos años. Si decidimos ingresar el dinero en cuenta o disponer de efectivo a crédito en lugar de comprar, disparamos el coste hasta un 48,99%", precisa esta asociación.
Este análisis señala que el encarecimiento de estas tarjetas también "hace que los seguros de protección de pagos sean más onerosos". "Estos seguros se cobran tras el pago de la cuota, la cual viene determinada en un primer momento por la liquidación de los intereses, por lo que si éstos suben, la amortización es más lenta y con ello el coste de los seguros", revela Asufin.
"Así, nos encontramos que el coste de proteger el pago de 1.000 euros a amortizar en 24 meses se eleva hasta 120,19 euros en el caso te la Tarjeta WiZink Now, con un tipo de interés con seguro que sube a 35,76%. Este coste hace que los 1.000 euros financiados cuesten 353,84 euros sumando seguros e intereses", ejemplifica.
El Supremo las consideró usurarias...pero con matices
Las tarjetas revolving han sido un verdadero quebradero para los consumidores desde hace años. Sus altos intereses, situados habitualmente entre el entre el 20 y 30% TAE, y su complejo diseño, enfocado para que convierta en un callejón sin salida, provocan que pagar la deuda se torne una pesadilla para los titulares de estas tarjetas.
En 2020, el Tribunal Supremo (TS) consideró en una sentencia que las tarjetas revolving de entidades de crédito que aplicasen tipos de interés superiores al precio normal del dinero y manifiestamente desproporcionados suponían usura y había que anularlas.
El Alto Tribunal se pronunció así sobre una sentencia referida a una tarjeta comercializada por WiZink Bank con una TAE inicial del 26,82%, sentando así jurisprudencia sobre el tema. Esta sentencia además fue ratificada en marzo de 2021 por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TUE).
Posteriormente, en 2023, el Supremo precisó en dos sentencias que para considerar usurarias una tarjeta revolving, la diferencia entre el tipo de interés medio del mercado y el contratado debía superar los seis puntos porcentuales. Es decir, si el tipo medio estaba, por ejemplo, en el 15%, el TAE de la tarjeta no podía rebasar el 21%.
Diferencias con una tarjeta de crédito
Entre muchos consumidores existe la duda de la diferencia que existe entre las tarjetas revolving y las de crédito que usamos de forma habitual. Marisa Protomártir, responsable jurídica de Asufin, explicó en una entrevista realizada por este medio, que el préstamo revolving "incorpora un mecanismo de amortización de la deuda muy complicado" que puede ser desconocido para muchos usuarios.
"Solo una pequeña parte del pago va destinado a satisfacer la deuda contraída", afirmó, lo que tiene como resultado que toda la deuda que pasa al mes siguiente vuelve a soportar una carga de intereses que, en muchos casos, supera el 20%. "Y así una y otra vez, de manera que la deuda se convierte en eterna".
En una tarjeta de crédito convencional, por contra, "la deuda contraída se suele satisfacer en su totalidad a mes vencido, lo cual no genera ningún tipo de pago de intereses". No obstante, existe la posibilidad de hacer un fraccionamiento de pago en el que sí se exige el pago de intereses, pero el caso de las tarjeta de créditos al uso "son moderados y se suelen pagar de una sola vez".
En cambio, en una revolving se abona solo una parte de la deuda. Por ejemplo, si un mes se realizan compras por valor de 300 euros, con una de estas tarjetas se puede hacer frente a una cuota de 50 euros y aplazar el pago de los 250 euros restantes, con el problema de que toda la deuda que, mes a mes, no se termina de amortizar genera una bola de nieve de intereses que amenaza la estabilidad económica.