Es normal

No había pasado ni una hora desde que en todas las televisiones estuviéramos emitiendo las declaraciones ante el juez de Elisa Mouliaá e Iñigo Errejón cuando una amiga me escribió, sorprendida, escandalizada, en nuestro grupo de WhatsApp: "No estoy muy puesta, pero esto de que se vea a la gente declarando, ¿es normal? ¿Ha pasado más veces? Porque no doy crédito".

En aquel momento pensé que a nosotros ya nada nos sorprende, es más, contamos los días que faltan para que, no en este caso o en cualquiera, se filtren o salgan a la luz las declaraciones de los acusados de turno. Pero, visto con los ojos de alguien que no sigue día a día la actualidad, de repente ver ahí en el salón de tu casa a dos personas más o menos conocidas –una, la denunciante de una agresión sexual y otro, el acusado, un expolítico– cómo han ido respondiendo a las preguntas más o menos oportunas del juez puede chocar. Y debería de chocar.

No es habitual que a una presunta víctima de agresión se la exponga de esa manera. En toda su vulnerabilidad. Las preguntas del juez son duras, la interrumpe en su relato, le pide detalles, detalles exactos de lo que dijo y en qué momento. Porque, en este caso y en cualquiera, los detalles son importantes. Pero ese interrogatorio es especialmente incisivo. Y ella se pone nerviosa, normal. No está acostumbrada a eso. Le pasaría a usted y a mí. Errejón, en cambio, sabe guardar mejor la compostura, incluso cuando incurre en contradicciones. En este caso, en la fase de instrucción, esas declaraciones son secretas, pero si las partes acceden, se pueden hacer públicas. Y es lo que ha pasado.

Hemos normalizado algo que no es normal, porque no, no es normal que veamos en televisión, filtrados, esos interrogatorios en una fase de instrucción. Aunque pase todos los días. Porque cuando no pasa eso también es noticia. Con todos los que han ido a declarar en la filtración del email del novio de Ayuso, con todos, se han conocido o los audios o las imágenes o las transcripciones de lo que han dicho dentro. Con todos excepto con el asesor de la presidenta de la comunidad de Madrid, con Miguel Ángel Rodríguez. Aquí ha llegado la excepción. Y sorprende.

Creo que habría que tomar una decisión que se convierta en norma para todos. Esto se hace así siempre y ya está. Y que conste que tiro piedras sobre mi propio tejado. Porque ese material es interesante para nuestra audiencia, desde luego que sí. Pero no sé si lo es para las víctimas y para la presunción de inocencia de alguien. En el caso de Errejón, el foco, antes de esa declaración y después, se ha puesto en ella. En por qué ha tardado tanto en denunciar, en por qué ahora, en por qué accedió a seguir hablando con él, en por qué, por qué y por qué… victimizándola de nuevo.

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