Aquí no hay quien dimita

Dos semanas y media han pasado de la tragedia de la Comunidad Valenciana, aquella DANA que sembró de cadáveres campos, casas y garajes. Todo lo arrastró en su furia, menos los sillones políticos, atornillados al poder con fijaciones de diamante. Pasado el tiempo, hay coincidencia a la hora de apuntar responsabilidades, matizadas en función de si uno es diestro o zurdo. Por un lado, la Generalitat y su presidente, Carlos Mazón, cuya incompetencia quedó dolorosamente demostrada. No se enteró de la vaina hasta que pidió la cuenta de la comida. Y un poco más arriba, el Gobierno central: la sola opción de un posible cálculo político en medio de la tragedia aterra y el silencio de Teresa Ribera sonroja. Poco importa, esto es España y en este país no hay quien dimita.

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