El sector renovable da la alarma: la baja demanda eléctrica y los bajos precios de la luz ya ponen en cuestión las inversiones verdes

Después de unos años en que la crisis energética encareció la electricidad de origen renovable como consecuencia de la escalada del precio del gas y en los que el despliegue renovable se asentó definitivamente como la alternativa para ir olvidando los incontrolables combustibles fósiles, el sector da la voz de alarma por su situación en 2023, que de momento no tiene visos de mejorar en 2024. Según el informe anual que ha presentado este viernes la principal asociación del sector, APPA Renovables, la normalización de los precios del petróleo y de gas el año pasado hizo descender la aportación al PIB de las renovables, provocó una caída del autoconsumo que ya se deja ver en un empleo que también cae y una insuficiente demanda de electricidad, que no solo no creció como se esperaba sino que fue menor que en 2022 y que es la principal causa de la caída de los precios de la electricidad, hasta el punto de poner en entredicho inversiones futuras en parques eólicos o fotovoltaicos.

"Estamos en la sensación de estar viviendo de las rentas. Si tuviera que tomar la decisión de invertir en fotovoltaica, hoy en día no invertiría con el escenario actual", ha admitido el director general de APPA Renovables, José María González Moya, en la presentación de Estudio de Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España elaborado por la asociación. El presidente de APPA Renovables, Santiago Gómez, ha manifestado "la profunda preocupación en el sector por que nos enfrentamos al desajuste entre oferta y demanda. Seguimos añadiendo capacidad renovable sin que crezca la demanda", con un exceso de producción de que no se consume y los precios "más bajos de toda la serie histórica" que "podrían comprometer la financiación de futuros proyectos".

El impacto sobre la inversión en el sector renovable es el temido punto de llegada de una situación de problemas acumulados que se lleva apreciando desde que empezó a amainar la crisis energética con la normalización del precio del gas, que ya no fijó un precio de la energía renovable tan por encima de sus costes. Por el contrario, la demanda de electricidad en España sigue sin crecer y en 2023 representó el 24,7% del consumo de energía final, por debajo del 25% de 2022 y a mucha distancia del objetivo del Gobierno de que sea del 34% en 2030. Que haya más oferta de electricidad gracias a una creciente generación verde, que en 2023 representó ya más de la mitad que demanda, 'tira' los precios y desincentiva la inversión en renovables.

"Lo que nos preocupa es que vamos a cerrar el año [2024] con el 10% de las horas a precio medio negativo", ha añadido González Moya. Estas horas a cero empiezan a tener también un reflejo en la venta al por mayor de electricidad de los productores de electricidad de origen renovable, que a la hora de cerrar un contrato privado de compra a largo plazo (PPAs) ven que no se les retribuyen las horas en las que la electricidad está en precios negativos.

Más electricidad verde que fósil

Tal y como muestra el estudio, el problema del panorama renovable no tiene que ver con que no haya electricidad verde, sino que no hay demanda suficiente para ello. Bien porque no se termina de abandonar el uso del gas o del petróleo que en 2023 volvieron a crecer tras bajar su precio -"la demanda tiene que subir porque le robemos consumidores a los combustibles fósiles", dicen en APPA-, bien porque herramientas como el vehículo eléctrico o las bombas de calor no están evolucionando según lo previsto. Mientras, la tramitación de proyectos como centros de datos u otro tipo de negocios consumidores intensivos de electricidad se topan con las trabas burocráticas. "Tenemos un verdadero problema para tramitar, un parque eólico o un centro de datos", dice González Moya.

Para ilustrar la disparidad que empieza a instalarse entre la capacidad de generación de electricidad renovable -y de todas las tecnologías- y la que se necesita, el informe de APPA señala que el día de mayor demanda eléctrica del año pasado, "un día de invierno", fueron necesarios 139.060 megavatios (MW) para satisfacer la necesidad eléctrica de todo el país, una cantidad para la que "habría bastado la mitad de la potencia renovable" que existe.

De hecho, el año pasado la generación de electricidad en España fue más verde que fósil, porque las tecnologías renovables representaron el 50,4% y dispararon el ahorro neto en el sistema eléctrico un 41%, hasta los 9.500 millones. La aportación del sector al PIB fue de casi 16.500 millones, un 1,13%, menor que en 2022 por la caída del precio de la electricidad. y el sector renovable siguió invirtiendo en I+D+I más que la media española y de la UE. Las renovables evitaron importaciones de combustibles fósiles por valor de 15.622 millones e impidieron emisiones de CO2 valoradas en 5.586 millones.

A partir de aquí, el estudio de APPA evidencia una tendencia al alza en casi todos los parámetros que, empezando por la generación eléctrica, pero que quedan lejos de los objetivos marcados por el Gobierno para 2030. Si continúa la tendencia actual, dentro de seis años, la aportación de las renovables a la generación de electricidad será un 66,3% y llegar a la meta del 81% "va a ser difícil, porque no tenemos nada, ni almacenamiento ni soporte a las renovables", otras medidas que también reclama el sector.

Contracción, ralentización

El sector renovable "sufrió una contracción de su actividad total del 29,8% respecto al año anterior, dice APPA, debido a la caía del precio de la electricidad, de 167,52 euros/MWh en 2022 a 87,10. Creció la generación de energía fotovoltaica pero cayó la eólica y el autoconsumo, una modalidad que, a la postre, "compite" con los bajos precios de la electricidad. Creció mucho cuando estos eran altos pero desde el año pasado, actividad ha caído, un 32%.

Un menor autoconsumo y una menor generación eólica son las principales razones de que en 2023 también se resintiera el empleo en el sector renovable. Empleó a 127.576 personas -frente a 130.815 en 2022- y registró un aumento del 2% en el empleo directo, hasta los 81.897 profesionales, pero cayó un 9,5% en el indirecto.

"Ahora estamos en cierta fase de ralentización", apunta ante este panorama Moya, que como Gómez mantiene la "confianza" y "esperanza" en que la demanda termine remontando. No al punto de "replantearnos los objetivos, sino de encontrar las palancas" para hacer frente al "desequilibrio entre oferta y demanda" de electricidad, dice. El presidente de APPA pide "avanzar en el desarrollo del almacenamiento energético, la flexibilidad en la demanda y la búsqueda de un mix renovable equilibrado".

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