Valencia vive todavía el shock de la terrible DANA que ha paralizado el pulso de todo un país. La ciudad intentará recuperarse los próximos meses de una riada trágica que ha dejado más de 150 muertos y resurgir como lo que es actualmente, una de las urbes españolas junto a Madrid, Barcelona y Sevilla, que más interesan y gustan en el exterior.
Con 830.000 habitantes, Valencia es la tercera ciudad de España. Parte fundamental de esa nueva ciudad son sus modernas edificaciones. Nos referimos a las levantadas por Santiago Calatrava (y Félix Candela) que hemos visto ya en muchas series más o menos futuristas. La Ciudad de las Artes y de las Ciencias y el Hemisferic son hoy un icono de la arquitectura contemporánea, pero también una especie de paisaje de lo que está por venir. Poco más allá está el puente de la Exposición, la estación de metro de la Alameda o el Palau de la Música de València. Y entre los unos y los otros, jardines, muchos jardines. Pero, ¿dónde se levanta toda esta nueva Valencia, ese perfil que sorprende y fascina al visitante? Sobre el antiguo cauce de un río. Sí, por aquí pasaba el Turia.
Si las construcciones de Calatrava cambiaron la imagen de Valencia en el inicio del siglo XXI, otro hecho la había cambiado mucho antes. Fue la riada de 1957, que resultó tan catastrófica para la ciudad que se decidió su remodelación; esto es, sacar el cauce del Turia del centro de Valencia.
Como consecuencia de una gota fría en el interior de la provincia, el lunes 14 de octubre de aquel año el agua llegó a mansalva a Valencia. Se produjeron dos grandes riadas que desbordaron el cauce del Turia. Se registraron 300 litros en 24 horas, equivalentes a la media de un año normal, arrojando sobre Valencia unos 500 millones de metros cúbicos de agua y depositando millón y medio de toneladas de barro.
El agua, que llegó a alcanzar en algunas calles los 3 metros de altura, causó al menos 81 muertos y destruyó 1.700 viviendas. Además, los daños materiales se estimaron en 4.427 millones de pesetas.
En realidad, en aquel entonces, lo habitual era ver poca agua en el río de Valencia. "Por el centro del cauce del río discurría un hilillo de agua al que se incorporaban desagües que emergían de sus muros con sucias y malolientes aportaciones", escribía en el diario Levante en 2007 Claudio Gómez Perretta, ingeniero de caminos, canales y puertos. Pero por el régimen torrencial de su cuenca, en los seis últimos siglos se habían registrado 59 riadas importantes, seis de carácter catastrófico.
La riada de 1957 determinó el futuro urbanístico de la ciudad, que proyectó un nuevo cauce para el río con el objetivo de evitar desastres similares. Fue el Plan Sur. En realidad, llevaba años sobre la mesa, pero la terrible riada hizo ver a las autoridades que llevarlo a cabo era urgente. La decisión se tomó después de que Franco visitara Valencia diez días después de las inundaciones.
Los directores generales de Urbanismo y Vivienda plantearon las bases del nuevo cauce y la nueva ciudad. El estudio se presentó en diciembre de 1957, por el ministro de la Vivienda en el Ayuntamiento de Valencia. Las intenciones iban más allá del Turia y su cauce. "Se ha de concebir la nueva Valencia dentro del mapa de España y no entre los apretados lindes del nuevo cauce el barranco del Carraixet. La tercera capital de España no puede ser un fenómeno económico-demográfico aislado dentro de sus propios suburbios", se lee en las primeras páginas de ese documento.
En enero de 1958 se decidió crear una Comisión Técnica Especial. Se trataba de desviar del cauce del Turia para sacarlo de la ciudad. El descomunal proyecto, cabe decir faraónico, se aprobó en 1962. Se descartó la adecuación y dragado del cauce natural, y se apostó por su desvío por el sur. Las obras se desarrollaron entre 1965 y 1972, aunque el desvío del cauce se inauguró en diciembre de 1969 a falta de acabar los puentes.
El ingeniero Gómez Perretta, al que antes hacíamos referencia, fue uno de los firmantes del Plan Sur. De hecho, es considerado por muchos como uno de los creadores de la Valencia moderna. Junto a él, firmaban el proyecto el arquitecto Fernando Martínez García-Ordóñez y el ingeniero de caminos Salvador Aznar Calabuig.
Eran ambiciosos. Querían no sólo cambiar el cauce del Turia sino hacer una profunda intervención sobre el transporte urbano, la creación de nuevos accesos, la ordenación global del área metropolitana, el traslado del viejo cauce del río Turia al sur de la ciudad. Además pretendían que el nuevo cauce fuera una barrera que impidiera el crecimiento de Valencia hacia la huerta.
Una colosal factura
El coste de tan colosal proyecto se estimó en 3.768 millones y comprendía el nuevo cauce, las nuevas instalaciones ferroviarias de RENFE y FEVE, los nuevos accesos por carretera, la ampliación de Puerto y el alcantarillado. Al final no se llegó a hacer todo lo que planteaban sus autores (no se solucionaron los conflictos en las intersecciones del tráfico Norte-Sur con Este-Oeste) pero se gastaron aproximadamente 7.000 millones.
Los daños materiales de las inundaciones ascendieron a 4.427 millones, cifra que representaba el 1,55% de la renta nacional, el 22,79% de la provincial y el 32,55% de la capital y poblaciones afectadas, según cifras del propio Gómez Perretta. Y a todo eso ahora había que sumar el coste del Plan Sur.
Para pagar aquella factura, la Ley de 23/12/1961 autorizaba a los ayuntamientos de la Gran Valencia a establecer varios recursos extraordinarios entre 1962-1971:
- El 10% del arbitrio sobre la riqueza urbana.
- El 15% sobre la rústica y pecuaria.
- El 40% sobre el impuesto que gravaba las cuotas de Licencia Fiscal.
- El 25% sobre el del consumo del gas y electricidad.
- El 3% sobre las consumiciones y estancias en hoteles.
- Una tasa especial por aparcamiento de vehículos de tracción mecánica.
- Un timbre especial de 25 céntimos en la correspondencia.
- Otro timbre de 50 céntimos sobre el impuesto de lujo.
- Un arbitrio del 3% sobre las tarifas telefónicas.
- Un recargo del 100% sobre el arbitrio extraordinario que gravaba frutos secos, dulces y artículos de perfumería.
Claro que el Plan Sur iba a generar (y generó) una enorme cantidad de metros cuadrados de suelo. Fueron los terrenos recuperados del antiguo cauce y de las instalaciones ferroviarias desmanteladas. En total, 1.116.279 m2 dentro del cauce del río, de los cuales se consideraban como edificables 110.595 m2 y 280.000 de huerta.
El nuevo cauce del Turia dirige el caudal desde Quart de Poblet hasta el mar Mediterráneo, bordeando Valencia por el sur y alejando las aguas del casco urbano. Este cauce, que atraviesa L'Horta, cuenta con una longitud de más de 11 kilómetros y una capacidad total de 5.000 metros cúbicos. Así, pese a la crecida sin precedentes de esta semana, el río no se desbordó.