En la madrugada del 17 de junio de 1972, un guardia de seguridad del complejo Watergate de Washington, llamado Frank Wills, se percató de que alguien había manipulado una puerta que debía estar cerrada. Al poco rato, cinco individuos fueron arrestados por un intento de robo en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata. Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein investigaron a esos cinco detenidos y descubrieron que no eran delincuentes comunes. Se iniciaba el caso Watergate.
En 1973, el Congreso de Estados Unidos puso en marcha una comisión para investigar el escándalo, de la que formó parte el senador republicano Howard Baker, conocido por su cercanía política y personal al presidente Richard Nixon. A pesar de eso, fue Baker uno de los principales responsables de lo que ocurriría meses después.
En una de las sesiones de la comisión compareció John Dean, consejero de la Casa Blanca. Dean hizo eso que popularmente se conoce como "cantar la Traviata". Contó toda la verdad, cuando Baker le hizo la gran pregunta: "¿Qué supo el presidente y cuándo lo supo?". Nixon dimitió el 9 de agosto de 1974.
Cuando estallaron los casos de corrupción del PP, resultaba determinante conocer qué supo Rajoy y cuándo lo supo. Pero fue tan intensa la presión, que, sin llegar a resolverse esa duda, Pedro Sánchez consiguió que una mayoría parlamentaria sometiera a los populares a un juicio político sumarísimo en una exitosa moción de censura. La corrupción del PP encontró un rotundo castigo político. Año 2018. Ahora, la gran pregunta sobrevuela a los dos partidos que conforman el autodenominado "Gobierno más limpio y progresista de la historia".
Ya han pasado meses desde el estallido del caso del Tito Berni, del caso Koldo, del caso de Begoña Gómez y (cuatro años y medio) desde el pintoresco viaje a España de Delcy Rodríguez. Y, aunque más reciente, ya ha pasado una semana desde que se conocieron las costumbres de Íñigo Errejón. El presidente del Gobierno no nos ha informado todavía de qué supo ni de cuándo supo lo que ocurría en su partido y en la Moncloa, y Yolanda Díaz no nos ha informado de qué supo ni de cuándo supo de las andanzas de su portavoz parlamentario.
Líderes políticos que alcanzaron el poder abanderando la lucha contra la corrupción y contra el machismo deberían ayudarnos a conocer la verdad. Fueron ellos quienes nos prometieron que eran distintos a los otros, y quienes nos pidieron ayuda para acceder al poder bajo la promesa de hacer lo correcto.
Los indicios hacen pensar que no han hecho lo correcto. Y esa mala sensación solo se puede reparar si responden a la pregunta: ¿Qué supieron y cuándo lo supieron?