Vecinos, militares y voluntarios continúan trabajando heroicamente las 24 horas en devolver todo lo posible (poco) a los vecinos y localidades valencianas destrozadas por la DANA de triste recuerdo de hace casi dos semanas. Entre tanto, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se nos va a Azerbaiyán para ver si desde allí se pueden afrontar mejor los cambios climáticos que, vaya usted a saber, sean culpables del desastre que se ha producido en España.
Mientras tanto, aquí, miembros de las administraciones públicas trabajan también denodadamente intentando encontrar culpables entre los funcionarios de lo ocurrido. Como la naturaleza no se presta a debates políticos ni acusaciones con tinte electoral, el recurso que se pretende aclare alguno de los aspectos de lo ocurrido es el del cronómetro del que se está tirando con la impaciencia de la final de un partido de fútbol. En los lugares anegados se embarran los que intentan limpiar el fango callejero, en los ámbitos oficiales se dibujan diseños de colores conforme marcan los cronómetros.
Las conclusiones, se exponen con gráficos en los medios de comunicación, que intentan aclarar algo que parece imposible, aunque útil para los intereses de algunos, todo hay que decirlo, pero no demuestran nada que no se sepa ni siquiera que importe más allá de proporcionar experiencias para otra situación de este tipo si lamentablemente -esperemos que no- se repitiese. La situación es compleja y la realidad bastante elocuente. Se trata de valorar las urgencias, o quitar el barro de las calles y aclarar la financiación de los daños a los damnificados o mostrar unos gráficos que de momento no nos aporten más que la habilidad de unos diagramadores que no tienen que dormir a la intemperie.