Refugiados sudaneses ayudan a levantar un hospital en Chad: "Hay quien sobrevive a la guerra y muere por beber agua sucia"

Metche es una zona pequeña y remota al sur de la ciudad fronteriza de Adré, donde se asientan en un primer momento la mayoría de los refugiados que huyen de Sudán. Se necesitan dos horas para llegar desde Adré a través de un terreno complicado y muy accidentado. Apenas había un par de aldeas antes de que se creara un campo de refugiados en la zona a finales de 2023. Fue como señalar con un dedo en medio del desierto y decir: "Vamos allí".

Se trata de un lugar con temperaturas extremas de hasta 50 grados durante el día y noches frías. Durante las tormentas, el viento obliga a tragar arena día y noche, y la estación lluviosa, que tiene lugar ahora, trae lluvias torrenciales.

Alrededor de 50.000 refugiados viven aquí ahora. Cuando Médicos Sin Fronteras empezó a trabajar en Metche el año pasado, primero improvisamos una clínica para consultas básicas con tiendas de campaña. A medida que llegaba más gente, creamos un hospital desde cero. Instalamos el sistema de drenaje, construimos plataformas de hormigón para poner tiendas de campaña más resistentes, preparamos todo el sistema eléctrico…

Fue un desafío: a menudo muchas cosas no funcionaron como esperábamos y conseguir suministros requiere mucha planificación logística porque las carreteras no permiten un paso fácil. Seguimos avanzando y aprendimos mucho en poco tiempo. En algún momento, todos los que vivían en el campo de refugiados de Metche participaron en la construcción del hospital: incluidos miles de jornaleros y los más de 500 trabajadores locales e internacionales de MSF.

Realizamos todas las actividades clásicas de un hospital: desde el triaje hasta la sala de urgencias y observación, pasando por pediatría, neonatología, medicina interna, maternidad, un laboratorio y un centro de nutrición terapéutica para pacientes hospitalizados, que actualmente es el servicio con más actividad de todos y sigue registrando nuevos ingresos de niños desnutridos. En agosto, inauguramos el quirófano y comenzamos las actividades quirúrgicas.

Llegadas tardías y falta de agua

Este hospital de 115 camas es el principal centro de atención sanitaria secundaria para unas 200.000 personas, entre las que se incluyen refugiados de Metche y de las comunidades locales, así como personas de los campamentos cercanos, como Allacha y Arkoum. Entre el inicio de las actividades en el hospital en septiembre de 2023 y julio de 2024, los equipos de MSF en Metche han realizado 5.530 consultas en urgencias, han ingresado a 2.282 pacientes, han tratado a 692 niños con desnutrición aguda y han asistido a 322 mujeres a dar a luz.

Sin embargo, el acceso de los pacientes a las instalaciones resulta complicado debido a un sistema de derivación deficiente, ya que solo hay tres ambulancias disponibles para toda la provincia de Ouaddaï, lo que hace que algunos lleguen tarde e incluso mueran antes de llegar al hospital. Por eso, el trabajo de sensibilización con la comunidad ha sido crucial. A través de actividades de promoción de la salud y salud mental, hemos logrado una comprensión más profunda de las necesidades de la población.

Al principio de la respuesta de emergencia, transportamos mucha agua en camiones, aunque otras organizaciones comenzaron más tarde a construir la red de agua. No obstante, los refugiados reciben un máximo de 14 litros de agua potable por persona y día, muy por debajo del estándar mínimo en una situación de emergencia, que se considera de 20 litros.

La gente pasa horas tratando de conseguir agua, y los miembros de la familia se dividen para ir a buscarla a diferentes puntos. Me acuerdo de un paciente, un joven de 22 años que vino acompañado de su familia. Era un tipo muy grande y fuerte, con buena salud, pero contrajo hepatitis E y murió un par de días después de llegar al hospital. Fue totalmente inesperado. Hemos visto casos más duros, pero se deterioró rápidamente. Pensé: "La vida puede ser dura. Ha sobrevivido a lo peor durante la guerra y ahora ha muerto por beber agua sucia".

Los refugiados en Metche llegaron en su mayoría tras huir de El Geneina [capital del estado de Darfur Occidental], una ciudad golpeada por algunos de los peores episodios de violencia de la guerra, incluidos ataques por motivos étnicos contra las comunidades masalit por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido y milicias aliadas. Muchos son originarios de otras áreas de Darfur también, y han experimentado repetidos desplazamientos forzados a lo largo de los años, ya que esta región sudanesa se enfrenta al conflicto desde principios de la década de 2000.

La mayoría son mujeres y niños, y casi todas las familias han perdido a alguien. Entre ellos se encuentran profesionales calificados que ahora no tienen trabajo; madres que luchan por poner comida en la mesa para sus hijos, y niños que son huérfanos y están solos.

La gente está haciendo todo lo que puede para compensar lo que la ayuda humanitaria no les proporciona. Algunos venden pequeñas cosas. Otros han comenzado actividades de voluntariado como música, teatro y escuelas informales en los campamentos. En medio de todos los desafíos, los niños siguen siendo niños y se los ve creando juguetes y jugando.

Algunos refugiados han comenzado a regresar brevemente a Sudán, principalmente a El Geneina y pueblos cercanos por ahora, para ver cómo están los familiares que continúan allí, para recoger enseres o ganar algo de dinero, pero luego regresan al campo.

Una crisis sin apenas eco

La resiliencia de estas personas es increíble y también lo es la urgencia de sus necesidades. Dado que MSF es una de las principales organizaciones que trabajan en Metche, a menudo se nos considera como "la madre que lucha por ellos", y estamos haciendo todo lo que podemos, tanto aquí como en los otros campos de refugiados, pero todavía hay mucho por hacer y, como la guerra continúa sin cesar, la gente sigue llegando de Sudán.

Las autoridades chadianas han hecho un trabajo impresionante al acoger a tanta gente en su territorio. Más allá de este gesto, la realidad es que a nadie le importa realmente esta crisis en el este de Chad. Muchos refugiados se ven obligados a tener solo una comida al día, carecen de un refugio adecuado, agua potable y no tienen suficientes letrinas. Es vergonzoso que la respuesta siga estando muy por debajo de lo que se necesita. Si no se toman medidas para financiar y ampliar la asistencia humanitaria, la crisis se agravará aún más y los refugiados sufrirán más.

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