El Gobierno salvó el lunes in extremis y con una negociación contradictoria a altas horas de la noche una pelota de partido, pero no puede dar por definitivamente aprobada su reforma fiscal. El controvertido proyecto de ley se someterá a su votación definitiva el próximo jueves en el pleno del Congreso, y el Ejecutivo no tiene atados, a apenas un par de días de esa cita, los votos necesarios para sacarlo adelante. La pieza que baila en la mayoría que necesita la Moncloa es Podemos, que rechaza descafeinar el impuesto a las empresas energéticas como han pactado ERC, EH Bildu y el BNG y que asegura que no apoyará ninguna norma que, al menos, no mantenga el actual gravamen en toda su intensidad.
Los morados se mostraron muy críticos este martes con el acuerdo alcanzado a última hora por Hacienda con los nacionalistas de izquierdas para prorrogar el impuesto a las empresas energéticas. Como advirtió el propio Gobierno minutos después de que se anunciara ese acuerdo, y como reafirmó este martes el PSOE, el nuevo impuesto, que se aprobará por decreto, incluirá exenciones para las petroleras, eléctricas y gasistas que realicen inversiones en "descarbonización". Y eso, a juicio de Podemos, supone convertir el gravamen en una mera tasa simbólica, una operación que, aseguran, no piensan avalar con su voto.
El problema del Gobierno es que, si cede a las presiones por su izquierda y extiende el impuesto a las energéticas en su actual configuración, quien se caería de la mayoría sería otro socio imprescindible para aprobar la reforma fiscal: Junts. Pero Podemos insiste en que ese no es su problema y sostiene que no va a "pasar por el aro" de asumir una reforma fiscal que se ha negociado "muy mal" si no incluye un gravamen que, al menos, no se recorte con respecto al vigente actualmente. Fuentes moradas abren la puerta, como mucho, a una abstención, lo cual permitiría que la reforma fiscal del Gobierno fuera aprobada por la mínima. Pero advierten de que decidirán su voto en los próximos días y en que el Ejecutivo no puede darlo por cerrado.
El PSOE, no obstante, intenta mostrar calma y traslada que lo más complicado, la votación del lunes, ya ha pasado. Fuentes socialistas se muestran optimistas ante la posibilidad de convencer a Podemos de que se sume a la mayoría que permitiría sacar adelante la reforma fiscal en el Congreso, y deslizan que les ofrecerán alguna contrapartida a cambio de su apoyo, aunque no dan detalles al respecto. Lo que sí argumentan es que una de las claves de la negociación, una vez pactada la extensión del impuesto a las energéticas, es definir hasta qué punto se diluye, es decir, qué cantidades se permitirá a las empresas desgravarse y de qué manera.
Una reforma fiscal con más medidas
El otro ala del Gobierno, la de Sumar, confía igualmente en que Podemos termine facilitando la aprobación de la reforma fiscal, y fuentes de la coalición que lidera Yolanda Díaz afirman que para los morados sería muy complicado explicar que derriban una ley que, más allá del impuesto a las energéticas, incluye un buen puñado de medidas fiscales de corte progresista. Entre ellas destaca la que, inicialmente, iba a ser la única medida contenida en la norma: la transposición de una directiva europea para establecer en toda la UE un tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades que pagan en España las empresas multinacionales.
Asimismo, entre las iniciativas fiscales que incluye la ley se encuentran las rebajas progresivas de impuestos a pequeñas y medianas empresas, así como la subida impositiva a las rentas del capital, que crecerá dos puntos a partir de los 300.000 euros ganados a través de dividendos, rendimientos, acciones o similares. Los grupos, además, aprobaron este lunes poner en marcha un nuevo impuesto especial para gravar los vapeadores y elevar la fiscalidad del tabaco y una bajada impositiva para los artistas con ingresos irregulares.
Otras enmiendas de las que se discutieron el lunes no salieron adelante y, en su mayoría, volverán a debatirse y votarse el próximo jueves. Es el caso, por ejemplo, de la que prorroga a partir del 1 de enero el impuesto a los beneficios extraordinarios de la banca, que el lunes derribaron ERC, EH Bildu y el BNG pero que, el jueves, han pactado apoyar como parte del acuerdo que firmaron con Hacienda. Asimismo, volverán a votarse dos enmiendas pactadas por el PSOE y Sumar que no salieron adelante el lunes: una para acabar con la ventaja fiscal de la que disfrutan las llamadas socimis, que los socialistas derribaron por sorpresa, y otra para subir al 21% el IVA de los pisos turísticos, que no salió adelante por la oposición de PNV y Junts.