El Gobierno progresista de España oficializó ayer en el Consejo de Ministros el compromiso para reducir la jornada laboral en nuestro país a 37,5 horas semanales. Una iniciativa histórica que consolida y mejora los derechos y las condiciones laborales de la clase trabajadora.
Este es nuestro rumbo: seguir trabajando para favorecer un crecimiento robusto y equilibrado del país, apoyado en la consolidación de derechos de la clase trabajadora, lo que supone un hito de nuestra democracia desde que en 1983 se establecieran las 40 horas semanales.
El recorte de jornada beneficiará a 12,5 millones de asalariados. Un tercio de estos empleados, los que ahora tienen las jornadas más largas, trabajará al menos una hora y media menos a la semana. Y todo ello sin que los salarios se vean afectados.
La propuesta del Gobierno de España busca mejorar el bienestar de los ciudadanos y la productividad, y sigue una tendencia global hacia jornadas más cortas, con ejemplos en países como Alemania, Países Bajos, Dinamarca o Francia.
Algunos dicen temer que la reducción de horas afecte a la competitividad empresarial, pero todos los estudios indican que la productividad depende más de la eficiencia en el uso del tiempo que de la cantidad de horas trabajadas. Además, trabajar menos horas tiene beneficios para la salud, porque reduce el estrés, la ansiedad y las enfermedades cardiovasculares. Los empleados pueden descansar mejor y tener más tiempo para actividades personales y familiares, lo que contribuye a una sociedad más equilibrada.
La medida también es clave para la conciliación familiar y la igualdad de género, ya que permitirá compartir responsabilidades en el hogar, reducir las desigualdades laborales y fomentar una mayor participación femenina en el mercado laboral.
Por estas y muchas otras razones, la reducción de la jornada laboral en España puede ser un motor de productividad, bienestar y equidad, mejorando la eficiencia laboral sin disminuir la producción. Vamos a por ello.