La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, reiteró este miércoles al presidente electo de EEUU, Donald Trump, que Groenlandia no está en venta, en la primera conversación telefónica entre ambos tras la propuesta de éste de adquirir esa isla que se halla bajo soberanía de Dinamarca.
"La primera ministra se ha remitido en la conversación a las declaraciones del presidente autonómico Múte B. Egede de que Groenlandia no está en venta y ha afirmado que es la propia Groenlandia la que decide sobre su independencia", se indica en un comunicado enviado por la oficina de la jefa de Gobierno danesa.
Frederiksen resaltó a Trump la importancia de reforzar la seguridad en el Ártico y que el Reino de Dinamarca está preparado para asumir "una responsabilidad aún mayor".
En la conversación, que duró 45 minutos, destacó también que las empresas danesas contribuyen al crecimiento y a crear puestos de trabajo en Estados Unidos y que estos y la Unión Europea (UE) tienen un interés común en impulsar el comercio. Frederiksen y Trump han acordado continuar el diálogo, según la nota.
Trump dijo la semana pasada que no descartaba el uso de la fuerza o de sanciones económicas para hacerse con Groenlandia, unas declaraciones matizadas posteriormente por su futuro vicepresidente, J.D. Vance.
"Tenemos que negociar con Estados Unidos. Hemos iniciado un diálogo y empezado a explorar las posibilidades para cooperar con Trump", dijo Egede hace dos días en rueda de prensa.
Egede mencionó el sector minero como un área evidente de cooperación, considerando el rico subsuelo de la isla, y sobre una mayor colaboración en defensa se limitó a decir que había un "diálogo" en marcha sin entrar en detalles.
Estados Unidos posee una base en el norte de la isla, en virtud de un amplio acuerdo de defensa con Dinamarca firmado hace siete décadas y que incluye la posibilidad de aumentar la presencia militar estadounidense.
Esta isla ártica, la mayor del mundo, de dos millones de kilómetros cuadrados (el 80% cubierto por el hielo) y apenas 56.000 habitantes goza desde 2009 de un nuevo estatuto que reconoce su derecho de autodeterminación.
La mayoría de partidos y de la población defienden la separación de Dinamarca, pero la mitad del presupuesto de la isla depende de la ayuda anual de Copenhague y los intentos por aumentar los ingresos con su riqueza mineral y petrolera han fracasado de momento por las dificultades y el elevado coste de extracción.