El presidente de Austria encarga un Gobierno sin la ultraderecha ganadora en las elecciones

El presidente de Austria, Alexander van der Bellen, encargó este martes al canciller y líder del partido conservador ÖVP, Karl Nehammer, la formación de un Gobierno con la oposición socialdemócrata. Esta decisión fue tomada tras constatar que ninguna formación está dispuesta a aliarse con el partido más votado en las elecciones del 29 de septiembre, el ultraderechista FPÖ.

"Encargó a Karl Nehammer, líder del segundo partido más fuerte del Parlamento, que forme Gobierno", indicó el ecologista Van der Bellen en un mensaje en la red social X. "Se lo he comunicado personalmente este martes y también le he pedido que inicie de inmediato negociaciones con el Partido Socialdemócrata (SPÖ)", añadió en el comunicado que simultáneamente leyó en una comparecencia en el Palacio Hofburg de Viena.

Además de buscar un acuerdo para pactar con los socialdemócratas, Nehammer deberá sondear si es conveniente incluir a "un tercer socio" para que la futura alianza en el poder sea "estable", explicó. "Austria necesita un Gobierno íntegro, estable y que sea capaz de actuar", subrayó.

El jefe del Estado comunicó así a la población la decisión que tomó después de mantener varias rondas de consultas con los líderes de los cinco partidos que formarán parte del nuevo Parlamento, surgido de las legislativas que ganó el FPÖ con el 28,8% de los votos. Le siguieron el democristiano Partido Popular (ÖVP) con el 26,3%, el socialdemócrata SPÖ con el 21,1%, el liberal Neos con el 9% y Los Verdes con el 8%.

Recordó que la victoria del FPÖ no le garantiza llegar al poder porque, con 57 escaños en un Parlamento de 183 diputados, necesita socios para lograr una mayoría de Gobierno. Ningún partido se ha mostrado dispuesto a pactar con la formación de extrema derecha.

Admitió que la decisión anunciada este martes no se corresponde con la tradición de encargar la formación del nuevo Gobierno al partido más votado, algo que en Austria es lo habitual aunque no está estipulado como ley en la Constitución. "Esta vez no actué así porque se dio una situación completamente inusual en la que hay un partido con el mayor número de votos, pero ninguno de los otros partidos aparentemente quiere trabajar con él", afirmó.

A su vez, el líder del FPÖ, Herbert Kickl, "me dejó claro que el FPÖ solo participaría en el Gobierno si él es el canciller", continuó el presidente. Asimismo resaltó que se había llegado a una situación que calificó de "punto muerto clásico".

Con respecto a las razones por las que los líderes de los demás partidos rechazan unirse a la formación encabezada por Kickl, indicó que estos habían manifestado diversas "preocupaciones sobre las posturas del FPÖ y cómo podrían afectar negativamente al país". Entre ellas, destacó riesgos para la "democracia liberal, el Estado de derecho, la separación de poderes", así como una "falta de una actitud proeuropea" y una "proximidad" al Kremlin.

Según el presidente, tanto los conservadores como los socialdemócratas temen que "las enormes preocupaciones de seguridad por parte de los servicios de inteligencia extranjeros restringirán enormemente la cooperación con Austria si Kickl participa en el Gobierno". Además, le habrían manifestado su rechazo al "lenguaje divisivo y de odio" de los ultras, así como a "una imagen retrógrada de las mujeres".

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