El pasado sábado fuimos testigos de varias manifestaciones de tipo racista en el Santiago Bernabéu durante el partido entre el Real Madrid y el FC Barcelona. Creo que hay que darles una respuesta contundente, y que los clubes de fútbol tienen la obligación de reaccionar para defender y proteger los valores que representan no solo al deporte, sino a una sociedad como la nuestra: plural, abierta y diversa.
Los insultos de corte racista son intolerables y deben recibir el rechazo rotundo y la sanción hacia quienes los profieren. Es imprescindible penar cualquier manifestación -por minoritaria que sea- que choque con los valores del respeto y la igualdad.
El deporte representa -o debería representar- estos valores. Admiramos a los deportistas, y los más pequeños los convierten en el ejemplo a imitar. Luchar contra el racismo y la xenofobia, avanzar en la educación frente a la descalificación, el insulto y la violencia se traduce en condenar de manera rotunda estos comportamientos dentro y fuera de los estadios de fútbol y en nuestros entornos sociales.
La Comisión estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte actúa e intensifica los expedientes disciplinarios y sanciones. Además, el Congreso ha puesto en marcha una subcomisión para combatir los discursos de odio que el lunes pudo escuchar a varios expertos en esta cuestión.
Además, identificar y sancionar a los culpables nos concierne a todos porque no puede haber espacio de tolerancia. Así, hemos conocido las primeras condenas de prisión por xenofobia en los estadios: a unos aficionados por un delito contra la integridad moral con el agravante de odio por los insultos xenófobos; cárcel y prohibición de acceso a los estadios impulsadas por la Liga de futbol; o detenidos por lanzar una campaña racista contra Vinícius en redes sociales.
Los delitos de odio se han incrementado en nuestro país un 21% en el año 2023. Las más numerosas por discursos o razones racistas y xenófobas. Los datos no engañan. Es nuestra responsabilidad combatir esta lacra. Desde las instituciones, desde las administraciones públicas y deportivas, y con el rechazo firme de la inmensa mayoría de la ciudadanía.