Las numerosas rondas de consultas, el día que puso freno al 'procés', la formación de Leonor: los hitos de los 10 años de reinado de Felipe VI

El 19 de junio de 2014 se barruntaba el inicio de un cambio de ciclo político que llenaba de incertidumbre la futura gobernabilidad del país. El bipartidismo histórico comenzaba a presentar síntomas de crisis tras las elecciones europeas de aquel año, en las que por primera vez desde que España tenía presencia en Estrasburgo obtuvo menos del 50% de los votos mientras una formación constituida apenas cinco meses antes, Podemos, irrumpía con fuerza en la Eurocámara. Nadie podía prever qué Cortes saldrían de los comicios generales que habrían de celebrarse en 2015.

La cuestión territorial que tanto ha marcado la política nacional en la última década también comenzaba a ser un problema. El entonces president de la Generalitat, Artur Mas, ya había anunciado su intención de convocar el 9 de noviembre de ese año una consulta por la independencia de Cataluña. Todo ello, en un contexto de profunda convulsión social nacida a raíz de una crisis económica que, a pesar de encontrarse en su fase final, todavía dejaba sentir sus estertores entre la población española.

En esa coyuntura, un entonces imberbe Felipe de Borbón se dirigió al Congreso de los Diputados a prestar su juramento y ser coronado nuevo rey de España, 17 días después de que Juan Carlos I anunciase su abdicación. Tras un discurso en el que reivindicó la labor de su padre, ensalzó la figura de su madre, doña Sofía, y apeló al espíritu de la Transición, el monarca, que entró en la Cámara Baja como príncipe de Asturias, la abandonó como Felipe VI.

El pueblo inundó las calles de Madrid para aclamar al nuevo rey y una enorme multitud lo vitoreó cuando, junto a Letizia, la hoy princesa Leonor y la infanta Sofía, salió al balcón del Palacio Real para saludarla. Las protestas que miles de manifestantes protagonizaron los días anteriores en diversas capitales para pedir un referéndum por la Tercera República tras la abdicación de Juan Carlos I quedaron en un espejismo.

A Felipe VI se le presentaban muchos retos, y quizá el más importante de todos ellos era limpiar la imagen de una Corona cada vez más reprobada por las polémicas protagonizadas por el hoy rey emérito y, sobre todo, por la imputación de la infanta Cristina y de su entonces marido, Iñaki Urdangarin, en el caso Nóos. De hecho, la hermana del monarca fue junto a Juan Carlos I, que no quería restar protagonismo a su hijo, la gran ausente en su coronación.

Todo aquello que se barruntaba acabó por materializarse. Diez años en los que Felipe VI ha tenido que hacer frente a diez rondas de consultas (una menos que su padre en casi cuatro décadas), a la declaración unilateral de independencia de Cataluña, a la instauración de un proceso de transparencia total en la Corona o a fuertes desavenencias con Juan Carlos I por sus problemas con la Justicia, por los que abandonó España.

El 'lavado de cara' de la Corona

Felipe VI prometió en su coronación un reinado con "una conducta honesta y transparente", y el monarca no tardó en actuar. Ya antes de su proclamación, la Casa Real comunicó que a partir de su ascenso al trono la familia real quedaría reducida al propio Felipe VI, doña Letizia, la princesa Leonor, la infanta Sofía, el rey emérito y doña Sofía. Así, las infantas Elena y Cristina dejaron de ser miembros de la misma y pasaron a ser familiares de Felipe VI.

Una semana antes de que se cumpliera su primer aniversario como rey, despojó a la infanta Cristina de su título de duquesa de Palma, que le había otorgado Juan Carlos I en 1997 con motivo de su boda con Iñaki Urdangarín.

"De conformidad con lo dispuesto en el artículo 6 del Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre, sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes, he resuelto revocar la atribución a Su Alteza Real la Infanta Doña Cristina de la facultad de usar el título de Duquesa de Palma de Mallorca, que le fue conferida mediante Real Decreto 1502/1997, de 26 de septiembre", rezaba el BOE del 12 de junio de 2015.

Hasta donde pudo hacer, el rey hizo. Fueron muchos los que entonces pidieron que la acción del monarca no se limitase a la desposesión del ducado y tomase medidas más severas, como la supresión de sus derechos dinásticos. No obstante, aquella era una medida que Felipe VI no pudo, puede ni podrá tomar porque están blindados en la Constitución. Solo con la renuncia expresa de la infanta Cristina, que finalmente fue absuelta en el caso Nóos, puede ejecutarse.

Por otro lado, Felipe VI es hasta ahora el único rey que no ha hecho uso de la facultad que le otorga la Carta Magna para conceder títulos nobiliarios. Juan Carlos I, por ejemplo, aprobó 54 distinciones: seis ducados, 35 marquesados, seis condados, una baronía, un señorío y cinco grandezas de España.

Todo ello, unido a otras medidas de transparencia como la publicación de su patrimonio particular y el sometimiento al real decreto del Gobierno por el que se modificaba la estructura y funcionamiento de la Casa del Rey (una de sus principales novedades fue que la institución comenzaría a someterse a auditorías externas por parte del Tribunal de Cuentas), demuestra que Felipe VI está poco a poco cumpliendo con la promesa que hizo el 19 de junio de 2014.

Diez rondas de consulta en diez años

La última década en España ha estado marcada por una agitación política inaudita desde la llegada de Felipe González a la Moncloa en 1982. El expresidente del Gobierno inauguró el invencible bipartidismo en nuestro país, pero, aunque continúa hoy siendo hegemónico, a partir de 2015 comprobó que no era intocable.

La fuerte irrupción en el Congreso de los Diputados de partidos como Podemos, Ciudadanos y más tarde Vox condujo a PP y PSOE a extraer una conclusión desalentadora para ellos: las mayorías absolutas se habían acabado y la gobernabilidad del país iba a ser imposible si no se alcanzaban grandes consensos.

En este periodo de incertidumbre e inestabilidad, Felipe VI se convirtió en el rey de las primeras veces. Así, tuvo que enfrentarse a un hecho que jamás vivió su padre: que el candidato a la Presidencia del Gobierno del partido ganador en las elecciones rechazase la propuesta del monarca de presentarse a la investidura. Y lo hizo, además, en su primera ronda de consultas desde que llegase al trono.

Fue Mariano Rajoy quien declinó la oferta tras las elecciones de 2015 argumentando una falta clara de apoyos. Desde entonces, a lo largo de 2016 Felipe VI convocaría cuatro rondas más a consecuencia del fracaso de Pedro Sánchez cuando fue designado y la posterior repetición electoral.

La siguiente ronda de consultas tendría lugar ya en junio de 2019, después de los comicios generales del 28 de abril convocados por Sánchez como presidente del Gobierno tras la moción de censura contra Rajoy un año antes. Una nueva repetición electoral obligaría al monarca a convocarla en dos ocasiones más.

Las otras dos que celebró en 2023 (la que precedió a la fallida investidura del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la anterior a aquella en la que Sánchez revalidó su mandato) hacen que en diez años sume diez convocatorias a los principales líderes políticos del país, una menos que las organizadas por Juan Carlos I en casi 40 años de reinado.

El día que puso freno al 'procés'

El 3 de octubre de 2017 tuvo lugar un punto de inflexión en el reinado de Felipe VI. Dos días antes se prendió la mecha que hizo estallar el polvorín que Cataluña llevaba siendo meses. La celebración del referéndum ilegal de independencia en la comunidad autónoma, con el consecuente estallido de durísimas trifulcas en sus calles, hizo que el rey tomase cartas en el asunto.

Ese 3 de octubre se dirigió a la nación en un mensaje en el que instó a las autoridades de la Generalitat a mantenerse en el orden constitucional. Un gesto que revelaba la gravedad de la situación y que, salvando las diferencias, hacía recordar al que no dudó en adoptar su padre, Juan Carlos I, tras el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Durante su mensaje se vio a un Felipe VI nada hierático, sino que trasladaba la contundencia de sus palabras a gestos físicos que las remarcaban.

"Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía"; "Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado"; "Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada”"; o "Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional" fueron algunas de las categóricas declaraciones del monarca.

Su mensaje levantó ampollas entre el sector independentista, que aumentó el nivel de inquina hacia su figura. Desde entonces, las autoridades secesionistas no han rebajado su hostilidad con el monarca.

Tanto Quim Torra como Pere Aragonès, los dos últimos presidentes de la Generalitat, no han dudado en protagonizar numerosos desplantes a Felipe VI cada vez que ha acudido a Cataluña. De la misma manera, los secesionistas han hecho lo propio en los discursos de inauguración de legislatura pronunciados por el rey en el Congreso o el día que la princesa Leonor juró la Constitución.

Las tensiones con Juan Carlos I

"Guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España". La frase pertenece a la carta que el 3 de agosto de 2020 Juan Carlos I envió a Felipe VI para anunciarle su intención de instalarse de manera indefinida a otro país que más tarde se descubriría que era Emiratos Árabes Unidos.

Tras años trabajando en pos de la transparencia y ejemplaridad de la Monarquía, la institución sufría un duro revés en su credibilidad al trascender los problemas judiciales en los que podía verse inmiscuido el rey emérito. Diversas informaciones apuntaban a presuntas comisiones cobradas a empresarios españolas durante décadas o la existencia de cuentas en paraísos fiscales. La Fiscalía terminaría archivando todas sus causas dos años más tarde.

La salida de España del rey emérito se produjo después de meses de duro y discreto trabajo entre la Zarzuela y la Moncloa de cara a establecer un plan de acción contundente que no estropease la labor de saneamiento institucional que Felipe VI había impulsado durante los seis años de su reinado. Juan Carlos I tardaría casi dos años en regresar a España para asistir a las famosas regatas de Sanxenxo, motivo que siempre ha marcado sus retornos a nuestro país, cada vez más frecuentes.

La asidua presencia del rey emérito en Sanxenxo ha ido de la mano de una distensión en las relaciones con Felipe VI, quien poco a poco ha ido mostrando más afabilidad con su padre en diversos eventos en los que han coincidido. El momento más importante seguramente sea el que protagonizaron hace casi cuatro meses, durante la misa en honor a Constantino de Grecia en el Castillo de San Jorge, en Windsor. Juan Carlos I salió de la capilla apoyándose en su hijo, en la imagen más cercana que se tiene de ambos en cuatro años.

La preparación de la princesa Leonor

Los últimos meses del reinado de Felipe VI han sido unos de los más importantes para el monarca. Su primogénita y heredera del trono, la princesa Leonor, encarna el principal valor de toda monarquía: su futuro. A asegurarlo se encomienda cada día el rey, de la misma manera que Leonor lleva trabajando toda la vida, directa o indirectamente, para afrontar tal reto.

El protagonismo de la princesa de Asturias es ahora absoluto. Nunca ha acaparado tanto el foco informativo como desde el 31 de octubre, cuando en su 18 cumpleaños juró la Constitución en el Congreso de los Diputados.

Apenas dos meses antes de aquel día, Leonor ingresó en la Academia Militar de Zaragoza, y han sido numerosas las veces en las que Felipe VI y la reina Letizia han viajado a la ciudad para asistir a los diversos actos oficiales en los que ha participado su hija. Eventos en los que el monarca jamás ha abandonado la solemnidad que lo caracteriza, pero tampoco ha ocultado su orgullo como padre con miradas y gestos cómplices con la princesa.

Este miércoles Felipe VI cumple diez años en el trono en los que ha tenido que enfrentarse a uno de los periodos de mayor convulsión política y social de este siglo en España, con una insólita pandemia de por medio, con el ejemplo del trabajo bien hecho de su padre, pero también con la determinación para plantarse ante él cuando la situación lo requería, y con el objetivo de demostrar la buena salud de las monarquías parlamentarias e ir allanando, poco a poco, el camino que garantice su estabilidad.

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