El boxeador estadounidense Mike Tyson tiene claro que no le preocupa su "legado" en el mundo del boxeo, al que retornará este viernes 19 años después de su retirada y con 58 años para medirse en Arlington (Texas) al youtuber Jake Paul, que puede presumir de tener "70 millones de fans', una cifra a la que no puede aspirar "ningún campeón"
"¿Qué me importa mi legado?. Nunca supe lo que era un legado y la gente empezó a lanzar esa palabra tan a la ligera. Un legado me suena a ego y voy a morir pronto. ¿A quién le importa lo que alguien vaya a pensar de mí cuando esté muerto?", señaló Tyson en una amplia charla con Interview Magazine esta semana.
Tyson, que en su día parecía empeñado en autodestruirse, languideciendo en la cárcel durante tres años tras ser condenado por violación y declarándose en bancarrota tras dilapidar sus ganancias estimadas en 400 millones de dólares en los cuadriláteros, afirma haber encontrado la iluminación espiritual fumando veneno de sapo.
"Probé una medicina espiritual llamada sapo. Ves un sapo, le revientas el pus, te lo pones como un espejo y se pone duro. Lo frotas hasta que se convierte en arena fina, y luego te lo fumas. Entonces te encuentras con Dios. Y esto es lo que Dios me dijo que hiciera", aseguró el excampeón del mundo de los pesos pesados.
Los aficionados cuyos padres apenas habían salido de la adolescencia la última vez que se calzó unos guantes de boxeo constituirán la mayor parte de la audiencia televisiva multimillonaria que se espera, y lo dice todo que Paul, que nació cinco meses antes de su recordada derrota en 1997 contra Evander Holyfield, al que arrancó de un mordisco uno de los lóbulos de sus orejas, le haya elegido como el enemigo definitivo del 'reality show'.
"Tienes un 'YouTuber' que tiene 70 millones de fans. Ningún campeón tiene tantos fans y yo soy el mejor boxeador desde el principio de la vida, ¿qué más da? Eso hace una explosión de emoción. Y de eso va la vida: de causar el mayor impacto antes de morir", subrayó.
Este mismo jueves llegó el penúltimo episodio del duelo, con un careo no exento de morbo y polémica pero al que Tyson llegó muy tranquilo: "No voy a peder", zanjó.