Un Mediterráneo recalentado, una tormenta estática y la ocupación de llanos fluviales: así explican los científicos la peor DANA del siglo

"Por desgracia, creo que la mayoría de la gente no es consciente del peligro que representa ahora mismo el Mediterráneo. Solo cuando lamentemos desgracias lo comprenderemos...", escribía Antonio Turiel, investigador científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, este verano en sus redes sociales. Pocas semanas después, al menos 70 personas han muerto en Valencia y en Castilla-La Mancha y varias más han desaparecido por las inundaciones de la peor DANA del siglo.

"No ha pasado nada fuera de lo común, de lo que son las efemérides meteorológicas", dice Turiel en conversación telefónica con 20minutos. "Ha llegado una Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmósfera (DANA). Normalmente las que llegan aquí, al Mediterráneo, son depresiones frías de aires polares. Lo que ha pasado no es inusual. Lo que sí es inusual es la temperatura del Mediterráneo".

Turiel, que recientemente publicó un artículo alertando sobre los efectos de la crisis climática en el recalentamiento del Mediterráneo, indica que se ha constatado una subida "desmesurada" del calentamiento en la superficie del mar "que está dos grados por encima de la media de lo que teníamos entre el año 80 y el 2000". La consecuencia más directa es que cuando se da la sacudida de una DANA sobre la vertical del Mediterráneo, como ocurrió el martes, habiendo tanta cordillera en la zona, "lo que sucede es que este vapor de agua caliente y húmedo se ve obligado por las montañas a subir en altura y se condensa rápidamente en forma de lluvias torrenciales".

"Se sabía que iban a caer 400 litros"

Turiel cree que el cambio climático está detrás del episodio de gota fría. Sin embargo, achaca los efectos "gravísimos", con decenas de muertos, a que "se ignoró" la alerta de la Aemet emitida cinco días antes. Explica que distintos modelos meteorológicos daban probabilidades de precipitación de 400 litros por metro cuadrado en la zona: "Las autoridades deberían haber dado la indicación de ordenar a la gente quedarse en casa. Se sabía que iban a caer 400 litros".

El subdirector de la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, Jorge Suárez, y el inspector jefe de Bomberos de Valencia, José Miguel Basset, han asegurado que los protocolos de alerta y avisos a la población, respecto al temporal que ha azotado la provincia de Valencia, "están regulados y son protocolario" y se han proporcionado "de una manera secuencial". Ellos explican que "no se pueden lanzar así como así", que estos avisos llegan a miles de personas y que "una mala manipulación de esta información puede generar el efecto contrario al que se está pretendiendo". La emergencia, han indicado, fue evolucionando de carácter de amarillo hasta naranja, y "pasó a rojo conforme fue evolucionando la situación". han dicho que se ajustaron los avisos a las emergencias en las horquillas que les marcó Aemet.

Sergio Vicente, investigador climático del CSIC, coincide con Turiel en que este tipo de eventos meteorológicos que ahora se denominan DANA constituyen un fenómeno recurrente en el este de la Península. Vicente recuerda episodios severos de gota fría en 1996 y al menos otros dos en los años ochenta. "Eso explica que los máximos de precipitación registrados en la Península Ibérica se registren fundamentalmente en la provincia de Valencia".

"No es un fenómeno raro e inesperado y lo que ha fallado en esta ocasión es la coordinación", incide Vicente, "porque los modelos de alta resolución llevaban diciendo desde hace cinco días que este fenómeno podía dar precipitaciones por encima de 400 litros por metro cuadrado".

"Con la previsión que había, se podría haber hecho algo más, por lo menos que la gente estuviera avisada"

"Es bastante inexplicable que tantísima gente se haya visto afectada por esta situación. La lluvia que ha caído es una barbaridad, y es cierto que es muy difícil determinar dónde van a caer esas ingentes cantidades de agua, pero con la previsión que había yo creo que se podría haber hecho algo más, por lo menos que la gente estuviera correctamente avisada", considera Vicente.

"No se puede construir en cualquier sitio"

El investigador del CSIC indica que, en esta ocasión, un Mediterráneo con una temperatura por encima de lo normal "aportó más gasolina" al fenómeno, de ahí "que las precipitaciones fueran todavía más intensas".

A este experto le llama mucho la atención la imagen de la gente saliendo nadando de un centro comercial. "Ha habido un problema no solamente de coordinación, que no ha sido todo lo adecuada que tenía que haber sido, sino también es que no se puede construir en cualquier sitio y estamos edificando en medio de los cauces de los ríos. Puede ser que ese río no lleve agua durante 20 años y llegue un día en que se te lleve por delante a decenas de personas".

"La tormenta se fue retroalimentando de la humedad del Mediterráneo, la orografía y se une también la planificación y distribución del territorio así como la gestión de cada región del evento"

"Cada vez que hay riadas, con el sistema que tenemos, da la sensación de que no pasa nada. No hay responsabilidades. Al final muere la gente y parece que esto ha sido un desastre inevitable", reflexiona Vicente.

Mar Gómez, física y directora de meteorología de El tiempo.es, defiende que dieron el aviso rojo "bien pronosticado" para Valencia. "Hay que recordar que un aviso de nivel rojo meteorológico implica un riesgo meteorológico extremo. Había un peligro muy elevado, pero además se "han unido varios factores, uno la presencia estática de la tormenta, se mantuvo 12 horas, que se fue retroalimentando de la humedad del Mediterráneo, la orografía y también la planificación y distribución del territorio, así como la gestión de cada región del evento".

En este episodio, los mayores acumulados se registraron en la zona de Requena-Utiel y en toda la zona norte y central de Valencia, sin contar la franja costera. Alcanzaron 491 mm en Chiva y 415.6 mm en Buseo.

"Es el mayor episodio de DANA del siglo XXI"

Gómez dice que no es descartable que vuelvan a ocurrir sucesos de esta magnitud, y considera que la crisis climática y el calentamiento del Mediterráneo supone un vector importante en la gravedad del episodio que ha asolado el sureste de país. "El aporte de humedad del Mediterráneo con el viento de levante y las aguas aún cálidas del mar Mediterráneo. Todo ello combinado con la orografía y la planificación del territorio dan como resultado la situación dramática que hemos vivido". La tormenta, explica, adquirió "una elevada organización, con tormentas supercelulares embebidas, que provocaron fuertes precipitaciones muy persistentes, además de algunos tornados".

Rubén del Campo, meteorólogo de Aemet, ha destacado que en la zona entre Utiel y Chiva, se superaron los 300 litros por metro cuadrado debido a que se formaron sistemas tormentosos, "trenes convectivos", nubes tormentosas que se van regenerando y traen persistencia de chubascos torrenciales. A su vez, cree que la virulencia se debió también a que las tormentas estuvieron "alimentadas del flujo de un viento cargado de humedad" proveniente del Mediterráneo. Destaca Del Campo que ha sido un episodio excepcional, "uno de los tres temporales más intensos en cien años en la Comunitat Valenciana". También ha destacado que en esta ocasión se produjera la lluvia más abundante en zonas del interior, lo que provocó "crecidas de ramblas, barrancos y ríos, extendiendo los daños a lugares donde las lluvias no fueron tan intensas". Del Campo también destaca que el cambio climático se traduce en un mar más cálido que proporciona "más energía" a estos fenómenos, y cita estudios que avalan una mayor torrencialidad de los episodios.

También el meteorólogo de Meteored, Samuel Biener, ha explicado que las previsiones meteorológicas fueron "acertadas y correctas" pese a la incertidumbre que generan estos fenómenos y a la dificultad de predecir su desarrollo, y considera que en España es "muy necesario" mejorar la cultura de la prevención, según ha explicado a EFE.

Por su parte, Samuel Benito, físico e investigador en meteorología de la Universidad Complutense de Madrid, revela que ha sido "el mayor episodio de DANA del siglo XXI, claramente por volumen e intensidad de precipitación, como desgraciadamente por número de de víctimas".

A la pregunta de qué se debe hacer para evitar consecuencias tan dramáticas, Benito ve mejorable la manera en la que le llegan a la población los avisos, la información del riesgo. Propone tener bien localizada la gente, saber qué zonas de una localidad son inundables y tienen un mayor peligro ante avisos de lluvias torrenciales. Benito solicita, además, a la gente tener la guardia siempre alta y que aunque alguna alerta meteorológica falle, no desatiendan ningún aviso.

"Cómo nos comportamos ante estos fenómenos es importante y todos como sociedad debemos mejorar", agrega.

Antonio Aretxabala, es doctor en geología y experto en catástrofes naturales universidad de Zaragoza. En conversación con 20minutos dice que lo sucedido en Valencia no es una cuestión exclusivamente geológica, es primero una cuestión climática. Pero respecto de la parte geológica, topográfica, lo ocurrido, dice, afecta "a la urbanización de las llanuras fluviales".

"Cómo nos comportamos ante estos fenómenos es importante y todos como sociedad debemos mejorar"

"En el siglo veinte y especialmente con lo que se llama la regulación de los de los cauces, la construcción de las presas, se pudo hacer unas estrategias de control del agua. Con el tiempo se dio una falsa sensación de seguridad, de que se evitaban estas avenidas tan grandes y se fue construyendo en zonas llanas de inundación donde donde nadie jamás se había atrevido a construir. Si a caso, a lo mejor, una pequeña edificación con aperos de labranza y una barca en caso de que hubiese la avenida". Aretxabala se asombra de que en años recientes incluso se hayan puesto "superficies comerciales, infraestructuras deportivas o centros de salud" en estas zonas problemáticas.

"Devolver al río su área y poner vegetación"

A su juicio "el problema está que aquella estrategia de control para regular las avenidas pertenece ya a otro mundo, a un mundo en que había un clima que más o menos tenía cierta regularidad y que ya se ha superado." Se ha superado en frecuencia, se ha superado en intensidad y nos hemos situado donde no deberíamos".

Por su experiencia, Aretxabala, cree que lo que habría hacer es implementar una "retirada estratégica" de las zonas con peligro de inundación. Esta estrategia consiste en negociar con aquellas personas que residen en zonas propensas a inundarse o a sufrir deslizamientos de tierra u ondas sísmicas. La idea viene de EE UU, pero en Navarra, explica, tras las inundaciones de diciembre de 2021 de Tafalla, se acometió algo similar que sirve de ejemplo. "Es todavía una retirada estratégica muy tímida pero efectivamente se le devuelve al río su área y se vuelve a poner vegetación de ribera que frena las avenidas".

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